Marigüitar es un hermoso pueblito que queda
en la costa del Estado Sucre. De allí son mis antecesores y lo conozco muy
bien, tanto con el corazón, como con el estómago. ¿Quién no conoce la canción
“El muerto de Marigüitar”, que es un estupendo poema de Aquiles Nazoa con
música de Simón Díaz, interpretada por muchos cantantes y especialmente, por el hijo de El Pilar,
Gualberto Ibarreto? Tal vez no conozcan la canción, está bien-paso esa-, pero
todo oriental sabe que esas playas son una de las más hermosas del país, en
pleno golfo de Cariaco, con sus aguas azulitas y la Península de Araya al
frente; y no dudo que sabe… que allí se come el más delicioso corocoro frito,
cuyo sabor hace olvidar al más humilde parroquiano de las amarguras de la
pobreza.
Es posible, que cualquier cristiano nunca
haya visitado Mariguitar, está bien, eso lo puedo entender, tampoco voy a
ponerme súper regionalista con Marigüitar, pero estoy seguro que sabe que el
mejor atún que se hace en Venezuela, se manufactura en Marigüitar. Si no lo sabe,
entonces que se tire por un barranco y se despida de este mundo.
En todo caso, quería comentarle a mis
apreciados lectores, que el Estado Sucre siempre se ha mantenido en la lista de
los estados más pobres del país, desde que yo tengo memoria y tuve oportunidad
de verlo en mis correrías de niño por las calles de Mariguitar en la década de
los sesenta; con sus casitas de bahareque y techo de palma; con el chipo
haciendo estragos y matando gente; con el desempleo terrible por la falta de
industrias; por el analfabetismo en acción, brillando por la falta de escuelas;
por la desnutrición, el embarazo precoz y una serie de elementos negativos que
dificultaban tremendamente que un pueblo y su gente se supere,
independientemente de poseer recursos ambientales propicios para el turismo.
Ahora resulta que la empresa Atún Margarita de Alimentos Polar, suspende la producción de atún por falta de materia prima. Un asunto espinoso que descubre la economía de puertos en su cruda realidad; que descubre las empresas de maletín, que prefieren importar el producto manufacturado dando empleo en Ecuador, Perú, Nicaragua y quién sabe en dónde más, en vez de estimular al productor nacional para mantener el empleo directo e indirecto que genera esa industria.
La suspensión de la empresa que ahora solo
trabajará al 5% procesando pepitonas es un duro golpe al empleo en Mariguitar,
pues aproximadamente 900 personas se quedarán mirando el golfo; se pondrán
creativos seguramente para buscar el sustento; emigrarán a otras ciudades a buscar
empleo en cualquier cosa, como sucedió en el pasado cuando muchos sucrenses se
fueron a Anzoátegui, Puerto Ordaz, Caracas, Margarita a buscar lo que no tenían
en su terruño y evitar morirse de hambre.
Cuando en noviembre se celebren los 500 años de Cumaná, me gustaría ver a los empleados y obreros de Sucre, exigiendo empleo, inversión y un combate real a la pobreza sin “habladera” de gamelotes y cuentos chinos.
Luis Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
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