Para que exista alguna posibilidad de una
conversación fructífera entre Colombia y Venezuela hace falta que haya una
intención franca de las partes de sobreponer los obstáculos que se están
presentando entre los dos países. Para ello hay que poder definirlos y
abordarlos con buena fe y estar dispuestos a aportar los correctivos para
subsanarlos. Pero antes que nada, es preciso que la voluntad de entenderse
exista, que la actitud sea proclive a la franqueza pero también al respeto del
contrincante. Ninguna de estas condiciones parece está presente del lado
venezolano. Cada palabra que profiere nuestro Presidente para dirigirse al
vecino está impregnada de sorna, de ironía, cuando no de provocación y de falta
de respeto.
Juan Manuel Santos podría tener la mejor
inclinación a resolver los conflictos fronterizos que efectivamente existen,
cuales quiera que estos sean, pero un lenguaje verbal que lo haga posible es
imprescindible. Si la imperiosa necesidad de provocar al vecino está siempre
presente del lado venezolano de la ecuación, solo podrá haber circo para la
galería.
Una segunda condición para que sea útil o
viable un intento de entendimiento es emprender el diálogo con la verdad por
delante. En la frontera con Colombia existe realmente una miríada de
dificultades ancestrales en más de un terreno. ¿Quién puede negarlo para esta
fecha y quien puede negar que el olvido de la región es un pecado ancestral,
atribuible por igual a los dos gobiernos?
Narcotráfico, contrabando, secuestros, vacuna, violencia y maltratos,
sicariato, todo ello además de pobreza, son temas de alto calibre que requieren
de un plan conjunto minucioso que los atienda y resuelva, de un compromiso
firme de las dos partes. Analizarlos y buscar soluciones permanentes en medio del actual conflicto al que nos ha
llevado la declaratoria de excepción, su equivocada instrumentación y las deportaciones inhumanas que tienen
características muy erosivas para una de las partes, no es el ambiente
adecuado.
La forma abrupta y violenta con la que
nuestro gobierno ha abordado y atendido los problemas fronterizos en esta
coyuntura reviste un conjunto de violaciones a los derechos humanos de los
nacionales colombianos y ha lesionado, físicamente y en sus haberes materiales,
a un contingente importantísimo de personas en una región delicada e
incendiaria también para los colombianos.
Con ello, Venezuela ha agredido
al gobierno vecino poniéndolo en la posición de ejercer una defensa activa de
sus nacionales. Pero además, nuestros voceros han involucrado en el
desencuentro una serie de argumentos que se ubican al margen de la verdad. El
conflicto fronterizo ha sido aderezado, equivocadamente, con temas que tienen
que ver con el deplorable manejo de la economía nacional, con la
equivocada política cambiaria, con el
desabastecimiento nacional que no es culpa sino nuestra, con un supuesto plan desestabilizador
organizado por un expresidente colombiano que hasta involucraría un atentado
contra la presidencia venezolana. Los medios de comunicación del Estado
venezolano han emprendido una descalificación sistemática del gentilicio
colombiano provocando un rechazo y actitudes xenofóbicas ofensivas contra la
colombianidad en su conjunto .
Y todo esto ocurre mientras paradójicamente
se pone de bulto es que este conflicto no se resuelve sin que los dos
mandatarios se junten a encontrarle una solución ya no a los problemas
históricos sino además a pasar la página sobre las ofensas, las burlas, las
amenazas.
Todo esto hace creer que no existe realmente
una voluntad sincera de resolver los entuertos y de restablecer un modus
vivendi pacifico en la frontera, de nuestro lado. Lo que lo hace más flagrante
aun, es la declaratoria de excepción en el Zulia, en el momento en que ya está
convocada una reunión de distención entre los dos mandatarios.
Cada momento cobra más peso la idea de que
este problema fronterizo se ha instaurado en busca de extraer para el gobierno
de Venezuela otro tipo de beneficios. Es un comentario mundial.
Nos queda pedir que demuestren lo
contrario.
Beatriz
De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
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