Son
muchas las realidades que obligan a actuar. Entre ellas, la situación dramática
de la infancia desvalida ante la ausencia de medicamentos y tratamientos que
les aseguren la vida en donde se ha hecho evidente la solidaridad en las redes
sociales por solucionar o paliar las emergencias y el apoyo que surge de donde
menos se espera por acompañar y defender a los presos políticos que en muchos
casos están en manos de las organizaciones de derechos humanos con vocación de
enfrentar el olvido, la arbitrariedad o simplemente la prepotencia, no hay día
que no se informe de muchas personas detenidas por más de cinco años sin
sustentación definitiva.
La aberración sustentada en los patriotas cooperantes
dejará las huellas de ignominia. La inseguridad reinante que obliga al cambio
de hábitos de vida que genera la desconfianza a cualquier norma o institución y
amplía las víctimas, dejarán también sus huellas y ameritarán un esfuerzo
sobrehumano para recomponer la confianza en la convivencia. Mientras seamos capaces
de no rendirnos y buscar tercamente caminos, hay horizontes.
Las
encuestas señalan el creciente descontento en la población en todos los niveles
económicos-sociales y a pesar del bloqueo informativo llegan las evidencias de
protestas con violencia y enfrentamientos entre los consumidores en un ambiente
de emergencia generalizada.
A pesar de ello, el escepticismo es una realidad,
ya que se tiene la convicción de que el régimen hará todo lo posible y lo
imposible para retener el poder.
Muestra de ello son las modificaciones de los
circuitos electorales en donde el 52% de la población escoge solo 34 diputados,
el desplazamiento de electores y de centros de votación, el ventajismo
publicitario especialmente en las zonas menos urbanas. Y algo realmente alevoso
es la imposición o inhabilitación de candidaturas sin ninguna relación con los
electores. Esto es para paralizar cualquier voluntad; sin embargo, también es
una guerra avisada, ante la cual hay que desarrollar astucia e imaginación
creativa.
Un
grupo de jóvenes se acerca buscando construir una agenda parlamentaria y
aclaran: si bien sabemos que puede no haber elecciones, eso no debe
paralizarnos para estar preparados e ir construyendo caminos. En la discusión
imponen la necesidad de propuestas, ya que con el descontento no hacemos nada
si no estamos en la onda de actuar. En el intercambio aparece la creencia de
que aun con pocos recursos en el país siempre hay atajos y rebusque que no
permiten tocar fondo y favorecen los clientelismos del poder. Y esto recuerda
los trabajos de Smelser sobre la fuerza de conductas colectivas las cuales
exigen la complementación de ciertas condiciones estructurales que van
añadiendo valor al objetivo: ambiente de caos que profundiza carencias,
contradicciones entre las normas reales y las normas ideales que implican
desconfianza absoluta en las reglas del juego y la identificación del problema
a enfrentar. Las parlamentarias con logros y fallas implican aceptar que hay un
camino posible.
Pero paralelamente es imprescindible discutir propuestas, ya
hay signos: la superación de la impunidad y la necesaria justicia con la
liberación de los detenidos políticos. En lo productivo: la búsqueda de
cancelación de las deudas mediante bonos para reiniciar la inversión y
producción. En lo político: el respeto a la diversidad y minorías. Hagamos que
sea imposible detener las aspiraciones de cambio generalizado.
Mercedes
Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob
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