En mi anterior artículo rechacé la absurda tesis
esgrimida por Oscar Schémel, según la cual los venezolanos, aunque golpeados
por la crisis, no deseaban un cambio de
gobierno sino una rectificación en las políticas establecidas por el régimen de
Nicolás Maduro. Mi argumento fue terminante: un gobierno que es derrotado en
unas elecciones parlamentarias no tiene suficiente fuerza para reorientar un
gobierno que ha perdido totalmente su base de sustentación. Estoy convencido
que la única solución posible, después que la oposición triunfe en las
elecciones parlamentarias, es construir un importante acuerdo entre distintas
fuerzas sociales y políticas, que permita orientar a Venezuela hacia un referendo revocatorio que
le ponga fin a este gobierno al cumplirse, en el mes de abril de 2016, sus tres
años de gestión como lo establece el artículo 72 constitucional. Diosdado
Cabello mantiene que la Asamblea
Nacional no existe para cambiar presidentes. Justamente, allí es donde se pueden crear las condiciones necesarias
para ese gran acuerdo nacional.
Esta alternativa
debe ser analizada a profundidad por los venezolanos. Tiene grandes ventajas.
Sería una transición de tres años, con un origen constitucional y democrático,
que superaría ampliamente la tradición histórica venezolana de Juntas cívico
militares, con apenas un año de duración. Ese origen, y el natural respaldo
popular que recibiría un nuevo gobierno, facilitaría poder enfrentar los
complejos problemas nacionales, que, sin duda, se originan en la tendencia
hegemónica del chavismo y en su equivocada visión económica. Estoy seguro que
al ser la crisis de tal magnitud deben
existir sectores del chavismo que respaldarían
esta alternativa, como una forma de solución que permitiría mantener la
vigencia de la Constitución de 1999 y los intereses de un gran partido popular
como es el PSUV. Es verdad, que también
deben existir sectores de esa organización política que aspiran a conservar el
poder a cualquier costo, pero hacerlo sería un gravísimo error que
comprometería ampliamente el futuro del chavismo.
El gobierno de
Maduro no tiene destino… Creer que imponiendo arbitrariamente numerosas cuñas
de televisión y de radio va a fortalecer su desgastada popularidad es un
absurdo, que sólo conducirá a un agravamiento de los crecientes problemas
nacionales y al surgimiento de delicados estallidos de violencia. Esta realidad
debe empezar a ser discutida por todos los sectores nacionales. El tiempo
empieza a ser un factor a tomar en cuenta y es quizás la única debilidad que
tiene la solución del Referendo Revocatorio.
Analicemos, por ejemplo, aspectos puntuales de la crisis económica.
Veamos, lo que significa para la estabilidad de Venezuela la indetenible caída
de las reservas internacionales: se están
“quemando” 2.500 millones de dólares mensuales. Venezuela ha gastado en
tres meses 7.357 millones de dólares, produciendo tal caída en las reservas que
apenas alcanzan a 15,000 millones de dólares. ¿Puede Venezuela resistir tan
grave situación? No lo creo. El dólar se acerca a 700 bolívares,
Otra pregunta,
surge de inmediato: ¿Es capaz Nicolás Maduro
de enfrentar tan compleja situación política, económica y social en medo de la grave desconfianza que genera
su gobierno?
Sin duda que no. Ha perdido toda credibilidad. Tuvo tiempo para
haber ejecutado una propia política. No lo hizo. Al contrario, siguió al pie de
la letra la forma de actuar de Hugo Chávez sin valorar que la situación
nacional e internacional había cambiado totalmente. Esta absurda política fue
acompañada con una acción que puede considerarse suicida: no tomar ninguna
medida para enfrentar los distintos problemas nacionales. Esa total
paralización ha conducido a Venezuela a una de las más graves crisis de su
historia. De allí la urgente necesidad de un nuevo gobierno que genere
suficiente credibilidad y confianza. Un aspecto de gran importancia es el
prestigio personal de quien lo presida. La solución de la crisis requerirá de importantes créditos
internacionales y un ambiente que garantice una plena seguridad jurídica para pode atraer
suficientes inversiones privadas. Votar en las elecciones parlamentarias
permitiría abrir ese camino…
Fernando Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich.
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