Con
el chavismo la guerrilla colombiana, tanto el llamado Ejército de Liberación
Nacional como las denominadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, se
ha sentido en la frontera venezolana como en su casa.
Para
nada importó que los delincuentes que conforman esas montoneras secuestraran
comerciantes y ganaderos, asesinaran soldados y policías, mantuvieran toques de
queda y el terror en caseríos y pueblos fronterizos. Ser aliados políticos de
los gobernantes venezolanos era más que suficiente para tener poder y ser
privilegiados.
Esa
frontera se convirtió en aliviadero de la guerrilla gracias a la mano generosa
de sus camaradas venezolanos en el gobierno. Detrás de ellos vinieron los
paramilitares, la venganza, más violencia. Pisotean nuestro suelo, humillan a
nuestros productores, atemorizan a nuestra gente. Y no ha habido autoridad en
estos años que pusiera coto a esa agresión.
El
Ejército y la Guardia Nacional deshonrados. Han tenido que soportar que
violadores de nuestro territorio y de la paz, dueños del negocio de la droga y
de los secuestros, se hicieran grandes señores de la frontera en sus narices.
Apostados
en decenas de alcabalas se dedicaron a matraquear a camioneros, gandoleros y
transportistas de cualquier cosa. Esos puestos fronterizos son más buscados que
los ascensos. No es posible el contrabando sin la participación de militares
venezolanos. Distraídos y corrompidos con ese manjar, ¿para qué preocuparse por
la violación de nuestra soberanía, dignidad y tranquilidad por parte de la
guerrilla?
Han
matraqueado a gente de trabajo por años. En nombre de no se sabe qué causa
ahora ultrajan a inmigrantes pobres. Destruyen sus modestas casas, desarraigan
a niños quienes son deportados junto a sus padres colombianos. Lo hacen con la
más cobarde violencia.
La
traición de permitir que ejércitos irregulares extranjeros penetraran nuestro
territorio y las violaciones a derechos humanos de humildes inmigrantes han
ocurrido por órdenes de una cúpula indigna de respeto y obediencia.
Gobernantes
ineptos, quienes con cuantiosos recursos y largos dieciséis años de control de
todo el poder, pretenden que desabastecimiento e inseguridad son culpa de
indefensas familias a las que expulsan arbitrariamente del país.
Claudio
Fermin
claudioefm@gmail.com
@claudioefermin
@claudiocontigo
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