“Un
pueblo ignorante es un instrumento ciego de su propia destrucción; la ambición,
la intriga, abusan de la credulidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de
todo conocimiento político, económico o civil; adoptan como realidades las que
son puras ilusiones; toman la licencia por la libertad, la traición por el
patriotismo, la venganza por la justicia”
Simón Bolívar.
Lo diferente, lo nuevo, lo inesperado, tiende
a verse como algo peligroso y amenazante en el proceso cognitivo. En este
sentido tendemos hacia la ignorancia, frente a la tensión que supone la
ampliación de lo conocido. No es extraño, pues, que algunas creencias de tipo
ideológico y moral alaben la ignorancia como fuente de deleite. Dichas
creencias promueven que la tradición es el valor social fundamental respecto a
las preguntas que puedan abrir la mente al conocimiento de nuevos aspectos de
la realidad. En casos extremos algunos valores culturales convertidos en
absolutos, pueden producir «absoluta ignorancia» y extremado fanatismo, que a
su vez es un subproducto de este sentido de la ignorancia, fácilmente
transformable en fanatismo religioso o doctrinario, racismo e intolerancia,
dirigido, casi siempre, por intereses de poder.
Cuando se escucha al Presidente de Conatel
decir que” los saqueos de San Félix fueron incitados por las redes sociales”;
al Ministro de la Alimentación que “las colas son producto de la demanda de
alimentos por parte del pueblo”; a un Ministro del Trabajo, manifestar “que un médico no debe ganar más que un
barrendero”; al Gobernador de Bolívar, expresar que “la crisis es buena, porque
nos enseña mucho”; al presidente de la Asamblea Nacional señalar con el mazo en
la mano: “A esa señora no la quiere nadie”, refiriéndose a María Corina
Machado, por el simple hecho de haberlo retado públicamente a medirse en
cualquier terreno, llegamos a la sencilla conclusión de que los militantes del chavismo,
enchufados en el régimen, no solo
utilizan torpes pretextos para
justificar su ineficiencia, negligencia e incapacidad en el manejo de las
responsabilidades que les ha sido confiadas, sino también dejan entrever una
supina ignorancia.
Estos seudo revolucionarios del socialismo
bolivariano y marxista (arroz con mango), olvidan que el país, mejor dicho el
pueblo venezolano, despertó del letargo en el que se hallaba sumido en estos 16
largos y penosos años, pues ahora tiene otra óptica, más aún luego de los
acontecimientos que se vienen desarrollando en los últimos tiempos, pues ha
tomado clara conciencia de que los vericuetos de quienes pretenden adueñarse de
la patria, sin inhibirse y sin
escrúpulos de ninguna naturaleza, muestran su talante totalitario, con acciones
como la expropiación de galpones Polar en terrenos de La Yaguara, y la
permanente amenaza de que si la oposición llegara a ganar las elecciones
parlamentarias del próximo 6 de diciembre, el pueblo y el mismo Maduro tomarían
la calles. Poco, o mejor dicho nada les importa violentar la Constitución de la
República, vulgarmente denominada La Bicha por el extinto “Comandante
galáctico”, al que por cierto no lo dejan descansar en paz en su sepulcro, y aunque conocen que incitar al odio y la
violencia está penado por la Ley, pasan por encima de ella, porque mantienen el
control de los poderes: Ministerio de Justicia, Defensoría del Pueblo y
Fiscalía General de la República, entre otros, que como mirones de piedra nada
hacen ni harán para sancionarlos.
Se sabe que los totalitarismos siempre vienen
presididos de una aureola redentora y mesiánica, pero también por los impulsos
y extravíos de la razón política, la cual es aprovechada por líderes tóxicos
que se venden como salvadores de esperanzas y sueños, a través de la
propaganda, que como en el caso venezolano el régimen utiliza a su libre
albedrío, todos los medios de comunicación (televisión, emisoras, periódicos,
quincenarios, semanarios y hasta panfletos), en desproporcionada ventaja y abusivo
uso del erario. Y por otra parte. el “marketing publicitario” a través de
falsas encuestas, para vender la idea de que en socialismo se vive mejor y que
Maduro cuenta con el respaldo de un 72% del pueblo.
Es difícil que los socialistas venezolanos de
nuevo cuño actúen de otra manera, pues
la irracionalidad es su dogma, por lo que sus camaradas entienden bien esto y
se encargan de predicarlo a tambor batiente, en campañas con las que ejercitan
sus músculos del poder, provocando irritación en la gente que sin empacho
alguno, manifiesta su malestar y disgusto en comercios, abastos, supermercados,
bancos y lugares públicos. Lo ocurrido en San Félix, es la respuestas de un
pueblo humillado, atropellado e indignado, que irracionalmente dio curso a su
contenida impotencia.
Todo lo anteriormente señalado, tiene su
origen desde que empezó el carnaval populista y demagógico que puso en práctica
Hugo Chávez hasta los últimos días de su vida, y que su heredero Nicolás
Maduro, no ha dejado de seguir predicando con menos retórica y recursos
oratorios que su padre putativo, pero que sin embargo, erosiona las entrañas de
una nación y sus habitantes, que se niegan a seguir sosteniendo un régimen
autoritario enemigo de la crítica, y que
domesticó a quienes tiene a sus órdenes para mantener una actitud hostil con
los que lo adversan políticamente, y servil para con sus amos en el poder.
En anteriores columnas hemos comentado que el
país viene enfrentando una grave enfermedad que está haciendo metástasis en
todo su cuerpo social, político, económico y militar. El régimen se ha
enfrentado a la iglesia atacando a sus más altos dignatarios, a los que ha
insultado, agraviado y expuesto al escarnio público, pese a que muchos de sus
militantes se confiesan católicos e invocan a Dios por encima de todas las
cosas. Cosa curiosa por cuanto “comunista no es católico”. Creo que no se
remitirían a las pruebas. También militares, que por una u otra razón se han
desligado del régimen, han sufrido las consecuencias. Unos purgan condenas en Ramo
Verde y otros decidieron exiliarse. Los llaman apátridas y traidores, al igual
que a estudiantes que solo por
manifestarse en contra del régimen, se encuentran encarcelados, y por último,
empresarios y políticos como Leopoldo López, Antonio Ledezma, y Daniel Ceballos, criminalmente
víctimas del más brutal ensañamiento, que llega a extremos inauditos de
prohibirles la visita de familiares. Sin embargo, Maduro, la Fiscal General de
la República y el Defensor del Pueblo,
proclaman cínicamente que “en el país se respetan los derechos humanos,
porque el gobierno es amante de la paz”
No se puede decir que se vive en democracia,
cuando desde el poder se coarta la libertad de prensa, mediante la utilización
de medios coercitivos como la negación de los dólares para la importación de
papel, razón por la cual más de una veintena de periódicos de provincia han
cerrado sus puertas y dejado sin empleo a un centenar de comunicadores
sociales. No se puede hablar de democracia,
cuando canallescamente se enfilan las baterías con groseros insultos,
que desde Maduro hasta sus más cercanos conmilitones profieren contra el presidente-editor de EL
NACIONAL, Miguel Henrique Otero, hombre de firmes convicciones democráticas,
heredero de la valentía y honor de su padre, Miguel Otero Silva, cuyo legado
permanece y permanecerá siempre presente en la memoria de su familia y de
quienes tuvimos el grato honor de compartir sus sabias lecciones y
experiencias. Es preciso entender esto, para evitar que el régimen termine por
acabar con una de las escasas ventanas con las que cuenta el pueblo venezolano.
La historia juzgará el comportamiento de los
verdaderos demócratas. De aquellos que entendieron que esta es una batalla más
de la prensa ante el poder, como lo ha hecho de manera valiente en otros
tiempos con otros tiranos. La victoria siempre estará del lado de los que
difunden y buscan la verdad, y no de aquellos que impiden su difusión
censurando toda forma de expresión crítica, a lo que tiene sentido de libertad
y democracia. Necesario es que se apoye una cruzada contra el autoritarismo,
que más temprano que tarde, caerá de su pedestal. El 6 de diciembre venidero,
está a la vuelta de la esquina.
Carlos
E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro
fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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