Aunque los mercados de valores parecerían estar más
quietos después de las turbulencias de las pasadas semanas provocadas por la
corrección de la política cambiaria en China y la devaluación del yuan, no
puede pensarse que la calma se ha reinstalado y que todo seguirá funcionando
como antes.
La nueva política de crecimiento del coloso de Asia
está allí para quedarse y ella provocará importantes reacomodos en el mundo
entero. Es claro que n os encontramos frente a un descalabro mundial de grandes
proporciones y no frente a una sacudida coyuntural de la que los países se
recuperan con la instrumentación de algunas medidas momentáneas y puntuales. Es
seguro, también, que en adelante, vamos todos en el planeta a hacerle frente a
la inseguridad, la ausencia de predictibilidad, a la volatilidad y al temor de
que cualquier medida implementada por China presente un impacto tal que eche
por tierra los planes y proyectos de naciones grandes y pequeñas.
Pero existe conciencia a nivel de los lideres
económicos en Beijing del hecho de que una desaceleración mundial ni es sano para quienes para quienes la
enfrentan ni tampoco para esta nueva China que está naciendo basada ahora en su
capacidad de producir para exportar bienes al exterior. Más bajos precios de las materias primas
básicas, lo que será la primera consecuencia
de una menor demanda de importaciones de parte de las industrias y el
conglomerado consumidor chino, se
traducirá en menos ingresos para los países exportadores de las mismas, más bajos niveles de crecimiento y,
consecuencialmente, menores demanda de
los bienes terminados chinos. ¿Para qué
le sirve a China, pues, que sus principales socios comerciales no puedan generar
los recursos necesarios para promover un crecimiento sostenido y una demanda
robusta de importaciones?
Brasil es un buen ejemplo por su estrecha relación
comercial con el gigante. Con más de 40.000 millones de dólares de ingresos por
ventas a China, las empresas brasileras de los sectores exportadores han basado
su estrategia de negocios para los años a venir en la demanda de un enorme país
de dinámica creciente. Las reacciones en
cadena en la economía doméstica se harán sentir en breve cuando estas
corporaciones se adapten, a través de su redimensionamiento a la baja, despidan
personal y generen menos impuestos a la nación. El gobierno Roussef, ya
debilitado por razones de índole política, tendrá un nuevo frente que atender
en medio de sus propias tribulaciones .El consumo de productos de origen chino
se verá necesariamente impactado provocando un círculo perverso que redundará,
por igualen menores ingresos para los asiáticos.
Este impacto
global de la corrección china que se sentirá en cada país en su medida y las
maneras de resolverlo será objeto de tratamiento intenso en el próximo viaje de
Xi Jinping a reunirse con los lideres
norteamericanos. A ninguno de los dos
países- los dos más grandes del planeta- le conviene la inestabilidad y volatilidad
que se encuentran en el radar de las relaciones económicas globales. No habrá
un nuevo c rack, pero si nos encontramos frente a una nueva forma de
relacionamiento y de interdependencia, del cual China ha pasado a ser un factor
determinante. Solo que Estados Unidos está allí para temperar la crisis. Del
descalabro bursátil del 2008 aun el mundo no se recupera por entero …..
Beatriz
De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
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