Cada
día que ha pasado desde el 2 de febrero de 1999, cuando Venezuela entró en el
sendero del despotismo destructor preconizado por el felón de Sabaneta, las
noticias que recibimos y las impresiones que tenemos en nuestros viajes, nos
indican que el país se aleja insistentemente de los estándares del progreso que
rigen el mundo actual.
Es
sorprendente observar cuando viajamos al exterior y entramos en un Centro Comercial o un auto mercado y
apreciamos productos provenientes de diversos países latinoamericanos, cuestión
que nos pone a dudar acerca de la capacidad de producir que tenemos los
venezolanos, o nos entra la duda en cuanto a que esos países son más competitivos que el
nuestro.
Esto
lo decimos dado que en una oportunidad tuve la ocasión de estar en la costa
oeste de los estados unidos y visité las ciudades de Los Ángeles, San
Francisco, San Diego y Las Vegas y quedamos sorprendidos por la presencia de
negocios de comida mexicana y auto mercados con productos exclusivamente
mexicanos, incluyendo variedades de cerveza y tequila y no hablemos de la
diversidad de chiles y granos.
En
otras oportunidades estando en New York, Washington, Denver, Miami, Orlando y
Chicago, también apreciamos lo cosmopolita
de dichas ciudades y las variedades de productos latinoamericanos,
dentro de los cuales destaca el café colombiano y costarricense, ya que son
famosas las cafeterías de Juan Valdez,
las carteras de Mario Hernández, así como los tabacos dominicanos y
nicaragüenses, el ron dominicano, puertorriqueño, colombiano, de las Bahamas,
de Jamaica, la tequila en todas sus
marcas, él pisco peruano y pare usted de
contar.
Ahora
por segunda vez, tuve la oportunidad de visitar a Denver, ciudad en la cual
tengo unos familiares y pude estar con cierta holgura de tiempo, pero con las
limitaciones económicas impuestas por
los déspotas que destruyen a Venezuela, al cercenarnos la posibilidad de
utilizar nuestros recursos propios, y depender apenas de 700 dólares para un
viaje a USA, circunstancia que nos limitó dado que nosotros en condición de
funcionarios jubilados de un ente del estado venezolano, disponemos apenas de
nuestra jubilación y no hemos tenido la suerte de contar con un Antonini que
nos dispense maletines de dólares, como los entregado a los Kirchner para su
campaña electoral, o tener cuentas millonarias en dólares en diversos bancos
del mundo, como los hijos del finado de Sabaneta.
El
caso es que en esta oportunidad,
visitando algunos centros comerciales, pude apreciar productos manufacturados
en Nicaragua, Guatemala, Costa Rica, El Salvador, Panamá, Ecuador, Santo
Domingo, Bahamas, Perú, Bolivia, Chile, Brasil, así como de Colombia y México
en cantidades industriales y exponenciales,
y pude estar en un negocio en el cual expenden puros productos mexicanos
como legumbres, hortalizas, verduras, granos de todo tipo, carnes, tequila y
harina pan de Empresas Polar producida en el imperio mismo, ya que Lorenzo
Mendoza, con esa visión emprendedora, heredada de sus ancestros, ha instalado
plantas de producción de harina de maíz, tanto en Colombia como en USA. Aunque
también pude apreciar en dicho negocio llamado Latín Market Mi Pueblo, en el
cual compramos también hojas de plátano para hacer hallacas, otra harina de
maíz, producida también en USA, con el nombre de harina de maíz Venezuela.
También pudimos apreciar diversas manufacturas
elaboradas en los países conocidos como los tigres asiáticos, Taiwán,
Bangladesh, Vietnam, Hong Kong, Corea
del Sur, La India y por supuesto China.
En
ninguno de los sitios visitados conseguí algún producto venezolano, a
pesar que en nuestro país se produce un
excelente ron que ha ganado últimamente concursos internacionales en Europa, región
en la cual se cotiza muy bien dicha bebida, ya que en Londres, en el barrio
Chelsea hay un bodegón que se precia de vender ron venezolano, al igual que en
Madrid que se da la misma circunstancia, pero da cierto escozor cuando uno ve
productos del mar chilenos y peruanos y recuerda las conservas enlatadas de
sardinas y atún venezolano, que muy bien pudieran competir en esos mercados con
dichos productos, o con los tabacos que en los últimos tiempos han ganado
espacios por su calidad, como el Crispín Patiño.
Esta situación es preocupante ya que no vemos productos venezolanos en el mercado internacional, por el cerco que le ha impuesto el actual gobierno al desarrollo en sus distintos órdenes, porque ha sido tal la tozudez comunista a no permitir la producción de los diversos rubros criollos, que hará cosa de unos dos meses fuimos noticia dado que empresas trasnacionales que trabajan el cacao venezolano en países como Suiza, Bélgica, Alemania, Austria, Italia, Canadá y otras le estaban exigiendo al gobierno venezolano que aprobase las licencias de exportación para que estos países compraran el cacao a los productores nacionales.
La diversificación de la economía se basa en el desarrollo de sus industrias y en el crecimiento y expansión de bienes en todos sus órdenes, y si queremos diversificar la misma hay que estimular el aparato productivo con emprendedores y el mejor ejemplo es ese sr. Llamado Lorenzo Mendoza, quien ha exportado a Colombia y a USA, su capacidad de trabajo, instalando plantas productoras de ese producto orgullo de Venezuela, llamado harina Pan.
De
igual manera se pudiera hacer lo mismo con otros productos y manufacturas, ya
que si venezolanos en otros tiempos pudieron diseñar y construir el bisturí de
diamantes y trabajar en La Nasa, desarrollar la Orimulsión como sustituto del
carbón y producir la vacuna contra la lepra, y tener ahorita mismo a un
venezolano como rector presidente de la
3ra. Universidad del mundo, como es el Instituto Tecnológico de Massachusetts,
e investigadores que están trabajando en asuntos inmunológicos para detener el
cáncer, que nos detiene en nuestra
capacidad de crear.
Aunque nos duela decirlo, nos detiene circunstancialmente el hecho de tener un gobierno retrogrado, con una visión primitiva de la política anclada en el pasado, que no estimula la investigación ni el estudio y coarta la capacidad de trabajo.
Pero eso puede y debe cambiar con el concurso de .los venezolanos de
buena voluntad que pensemos en la necesidad de salir de este marasmo en que estamos
inmersos, abriendo los ojos e internalizando el terrible daño que se le ha
hecho a nuestro país en estos 16 años de gobierno militarista, que ha tenido
como fin el enriquecimiento de una casta militar putrefacta, que ha utilizado
los estamentos del estado venezolano para sus fines personales.
Este 6 de diciembre podemos retomar parte de nuestros espacios con el voto y tener una asamblea nacional al servicio de los venezolanos. Esa es una instancia invalorable que debe trabajar para el bien del país y si contagiamos a todos con nuestro optimismo y salimos a votar ese día, seguro que el horizonte venezolano cambiará.
Rubén
G. Contreras G.
rubencontrerasg@gmail.com
@RubenContreras
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