He sido y soy opositor a este nefasto régimen que ha
dividido y engañado al país con el subterfugio de hacer creer que el modelo
social que ofrecía era el camino para la
redención e inclusión de los más necesitados. Los pésimos y desastrosos
resultados obtenidos en todos los órdenes de la vida nacional, después de más
de tres lustros de gobierno, nos indican que la utopía chavista fue una
perversa quimera.
La Venezuela de hoy después de 15 años de mandato de los
golpistas de 1992, no ha progresado. Los males sociales se han acrecentado a
pesar de los ingentes recursos políticos y financieros de los que ha dispuesto
el régimen. El odio, la división y la
exclusión es el legado social que nos deja. Una economía decadente, las arcas
del tesoro vacías de dinero, carencia de
realizaciones, la destrucción del aparato industrial público y privado,
un enorme déficit fiscal y una difícilmente pagable deuda externa, escasez,
desabastecimiento , inflación, desempleo son, entre otros, los índices que
representan y miden el descomunal
fracaso de la gestión económica de los golpistas de otrora. Se ha acentuado la
inseguridad jurídica, se ha hipertrofiado el tamaño del Estado, la economía
venezolana ha perdido la capacidad
generadora de empleos; el régimen ha convertido a los ciudadanos en cazadores
de canonjías en lugar de formarlos para contribuir a la ampliación de la
producción y mejorar la prestación de los servicios. Presos políticos,
exiliados, perseguidos, familias destrozadas, la ilegitimidad de desempeño, la
usurpación de funciones y la sistemática violación de la Carta Magna son otros
de los pasivos que acumula en su contra el periodo del gobierno chavista. La
incertidumbre respecto al futuro atenaza y angustia a los venezolanos.
Responsablemente queremos poner fin al autoritarismo, a las arbitrariedades, a la corrupción monstruosa y al desatino de quienes conducen, por ahora, al país. Las visiones de irracionalidad, improvisación, ineficiencia y corrupción se abatieron sobre Venezuela y ejercieron un efecto devastador en los valores fundamentales sobre la democracia, el respeto mutuo, la tolerancia y la libertad de actuar que representaban el ideario de nuestro pueblo y que regían la convivencia social en nuestro país.
Por tales razones,
en el venidero 6D lo que estará en juego serán nuestro presente, nuestros
valores, y nuestro derecho al porvenir. No nos jugaremos cosas menores. Nos
jugaremos el derecho a la vida: la del hombre pleno, su libertad de conciencia,
de pensamiento, de religión, de trabajo, de asociación, de movilización, de
libérrima búsqueda de su propio destino. Esa libertad plena que queremos rescatar tiene un gran enemigo. Se llama,
totalitarismo - el Estado es todo sobre la tierra-. El 6D, nos confrontaremos
con esa visión absolutista y negadora de
la maravillosa aventura que es la vida y las ansias naturales del hombre por su
progreso individual. Y lo haremos porque en esa visión totalitaria de la
sociedad se conjugan el odio, la
aberrante exclusión y la pérdida del
derecho a la libertad. De modelos
similares a las creencias del PSUV y sus adláteres, nacieron modelos de
sociedad que llevaron a la miseria, la cárcel, la muerte, al exilio y a la
intransigente división ideológica a millones de personas en todo el mundo como lo hicieron el nazismo, el
fascismo, el comunismo y la más reciente infeliz síntesis: el socialismo del
siglo XXI.
La libertad es la condición insustituible que le da
sentido a la sociedad humana; por eso
debe ser plena y hay que
defenderla. A los pueblos no se los puede conducir con el látigo, la prebenda y la mentira porque esa
es la negación del ser humano. Solamente la libertad creativa ha hecho grande
el mundo en el que todavía vivimos. ¿Y qué fue lo que los humanos encontramos
para lograrlo? Descubrimos que el desarrollo económico es fundamental para la vida de los pueblos. Es
el garante de la paz y el progreso.
La búsqueda de un desarrollo económico para garantizar la
paz, construido sobre la libertad creativa del emprendimiento de los hombres,
de las empresas, de las pequeñas, las grandes, las medianas son los principios
que la oposición, desde sus distintas vertientes, ha defendido con tesón y encomiable entrega. Como es
evidente, no se ha utilizado en este empeño ninguna arma distinta a la de
nuestra inteligencia, convicción y
voluntad de progreso.
Rescatemos con
nuestros votos ese único principio que
ha sido rector de la riqueza de los pueblos, que la explica y que ha permitido
que centenares y centenares de millones de hombres salgan de la pobreza y
tengan una vida digna; nos referimos a la dignidad de la persona humana con
capacidad de hacer y de construir y que no
se debe envilecer mediante la entrega
del regalo que no ha trabajado y que posteriormente le cobran,
obligándole a hacer lo que en su fuero interior no quiere, cercenándole y
negándole perversamente su derecho al libre albedrio, condición ésta
fundamental para regir las relaciones entre los hombres.
Se nos acaba el tiempo político y material para reflexionar y asumir nuestras responsabilidades ante el evento comicial. Debemos focalizar nuestra atención en el ejercicio del voto. Simplemente, al sufragar, debemos tener en mente que, con nuestros votos, vamos a expresar un grito redentor: ¡no podemos, no queremos, ni nos vamos a entregar a la vesania totalitaria!
Hagamos lo que tenemos que hacer y que sean la historia y
nuestra conciencia las que nos pidan
cuentas si fuimos o si resultamos inferiores a ese destino.
Pedro Luis Echeverria
pedroluis.echeverria33@gmail.com
@PLEcheverria
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