El pasado mes de
Mayo desde la Plaza O’Leary, Maduro amenazó a los demócratas venezolanos con un
grito de guerra “Una de dos: o ellos o nosotros”. Peligrosa afirmación en un
país harto, donde una pequeña chispa puede desatar la respuesta merecida. El proverbio
afirma que “Lo que es igual no es trampa”, llegó el momento de enfrentar la
realidad, basta del abuso, el atropello, vejaciones y amenazas. La respuesta es
¡nosotros!
El gobierno nos ha arrinconado, obligado a retroceder en los espacios de libertad, en la calidad de vida, en el respeto a los valores, en la pérdida del civismo. Estamos contra la pared, la vulgaridad nos oprime, el cinismo nos escupe al rostro, el abuso del poder y las armas nos humillan, continuar retrocediendo significar caer en el abismo.
Cuando ya no se
puede ir hacia atrás, solo nos queda dar la vuelta. No podemos sino reaccionar,
se trata de nuestra integridad… de nuestro futuro.
El gobierno vive
sus últimos tiempos, Una bestia herida que está dispuesta a todo para
sobrevivir, en este momento es más peligrosa que nunca. El ciudadano común es
la primera víctima, los dirigentes deben evaluar la situación con realismo, ni
espejismos, ni ficciones, ni cálculos errados de posibilidades.
Los procesos
históricos se estudian a posteriori, los que sobreviven. Pero las guerras las
ganan los héroes, los que dan la batalla.
Es duro decirlo
pero quizás será preciso el horror, para que del dolor surja algo verdaderamente
nuevo, purificado bajo la lucha, las lágrimas y el sacrificio. Terrible
panorama, ante una pandilla que no piensa respetar ningún proceso, que
signifique la entrega del poder.
No olvidemos como
este gobierno compró y repartió armas, creo colectivos y milicias, Zonas de Paz
que solo son guetos de delincuentes. Impunidad a cambio de contar con ellos
para oprimir los ciudadanos.
Ya no bastan los
discursos, las componendas ni los arreglos, llegó la hora de la presión
definitiva, llego la hora de decir ¡haz patria….!
Maduro se quitó la máscara, confiesa tener 16 meses trabajando en un plan para irrespetar la voluntad popular, afirmar tener medido el “punto” con el que pasará a la ofensiva y noqueará a los demócratas. Asegura interpretar lo graznidos del cuervo negro, el pajarraco ese que lo atormenta.
No se trata de un
juego, un jefe de estado por inepto que sea, cuenta con equipos bélicos, no es
cosa de modalidades ni de estilo, cuando afirma como el caos convertirá “en un
niño de pecho” las violencias que en el pasado hemos vivido.
El autócrata anuncia oficialmente estar dispuesto, una vez más, a atacarnos con sus hordas, a fin de producir la confrontación social generalizada con la cual aspira aplastarnos, “a luchar en la calle, sean las que sean las circunstancias que nos toque enfrentar, así lo digo y lo asumo”.
Con total
impunidad lo que anuncia es que el gobierno irá, en contra de lo que el pueblo
decida. ¿Necesita esto explicación? ¿Callarnos o rendirnos?
Ante la idea de
someterme, prefiero reaccionar, no me pidan que avance callado hacia el
patíbulo… la historia tiene que servir de algo.
Guerra avisada no
mata soldado, dictamina la sabiduría popular, debemos encontrar el camino,
establecer estrategias, tácticas y operaciones. Redefinir la percepción de la
realidad, convertir la fatalidad en un combate.
Los frentes son
muchos, para ganar la guerra, la batalla tenemos que darla en todos los
escenarios. En primer lugar prepararnos a la primera confrontación prevista,
las elecciones parlamentarias, inscribiendo y convenciendo votantes y cuidando
los votos.
Cada persona que
convencemos, es un voto chavista que eliminamos, así también se hace patria.
Tenemos que
asegurar que defenderemos los resultados hasta el final, partiendo de lo que
aseguró Maduro: “Una de dos: o ellos o nosotros”.
La oposición tiene que iluminar el camino, para que el pueblo se atreva a tomarlo. Sabemos que del lado rojito se escriben varios escenarios, los Castro y Maduro por un lado, Cabello por el otro, por su parte los tribunales internacionales con tanto “patriota cooperante” convertido en testigo protegido, deducen otros.
Golpe, auto
golpe, amenazas de masacre, persecución, cárcel, inhabilitaciones persecución,
exilios, trampas electorales, asesinatos, ese es el panorama que nos brinda la
realidad. Así lo anuncian los esbirros.
Encontrar el
camino es una necesidad de legítima defensa, el derecho penal nos reconoce ese
derecho, todo ciudadano puede responder ante una infracción actual, injusta,
dirigida contra él o contra otro.
Es un derecho al
que no debemos ni podemos renunciar, el mismo puede extenderse a los bienes
jurídicos individuales o sociales, además estamos exentos de responsabilidad
criminal si obramos en defensa de la persona y de los derechos propios y
ajenos. El estado de necesidad proviene de la peligrosidad y el temor que
inspire el agente agresor.
En Venezuela el
orden jurídico ha sido conculcado, nos encontramos frente a una agresión
ilícita, por lo tanto nuestra reacción para recuperarlo es justificada.
La doctrina establece
que los ataques deben ser contra la vida e integridad de las personas, contra
su libertad, contra la propiedad y su domicilio, contra su honor y su
integridad moral.
La legítima defensa tiene carácter universal, es un derecho reconocido por todas las legislaciones del mundo, el Papa Juan Pablo II, en su encíclica Evangelium Vitae, la define como “El derecho a la vida y la obligación de preservarla”.
Lo que nos queda
por responder es lo siguiente:
¿Vivimos o no una
agresión ilegítima? ¿Podemos contar con la autoridad pública para defender
nuestros derechos? ¿La situación que vivimos la hemos provocado nosotros?
¿Necesitamos defendernos?
La única certitud
es que es un crimen lo que se vive en Venezuela. La destrucción de la
democracia, el sometimiento arbitrario, el hambre y la escases a la que se
somete al pueblo, el robo de los fondos públicos, la traición a nuestra
soberanía, la violación a la propiedad privada, los derechos humanos y a la
vida, son propias del régimen criminal que se ha colocado fuera del orden
jurídico, ha trasgredido la Constitución y las leyes de la República, ha
comprometido y amenaza directamente nuestra seguridad, en consecuencia tenemos
derecho a ejercer nuestra legítima defensa.
Maduro es un
dictador con fachada democrática, no respeta nuestros derechos fundamentales,
afirma sin descaro que puede violar la ley, el secreto al voto, los resultados
electorales.
Amenaza con masacre y muerte, el pueblo sin Defensor ni Fiscalía se encuentra desamparado. La diferencia esta vez es que el régimen está débil, muy débil y los demócratas están en la calle y allí debemos seguir.
Diversos,
incluyentes, decididos y valientes, cada quien en su puesto, dirigiendo su
operación, enfrentando cada escenario, que significa algo más que ser miembro de
un grupo o un partido. Luchando para que despierte “el Bravo pueblo” y supere
el conformismo, ganado la guerra para poder implementar un proyecto integrador
de País, que nos ayude a superar la tragedia.
Porque es necesario algo más que unidad, ella no es el objetivo final, es tan solo un medio importante, para recuperar el respeto como seres humanos, con derecho a vivir libres y en democracia.
Nelson Castellano-Hernandez
nelsoncastellano@hotmail.com
@nelcasher
Ex Cónsul de Venezuela en París
Presidente de Venezuela-Futura, Francia
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