La
fecha la establecieron por la presión nacional e internacional; por esas
huelgas de hambre que venían tomando características alarmantes, dado el
número de jóvenes que mostraron toda su disposición a no rendirse y
especialmente de quien ha pasado a
engrosar la lista de los héroes que parió la patria en esta dictadura,
escribiendo con letras grandes el nombre de Venezuela, de cara a los pueblos
que luchan contra los regímenes opresores.
La señora -con su cara muy risueña-
habló de lo bueno y lo divino, de los beneficios que proporciona el sistema
electoral venezolano, pero por nada hizo
mención del pronunciamiento -todavía sospechoso- que permitió la
proclamación de Nicolás Maduro como
presidente de la República.
La
intención del gobierno es muy clara: todo menos medirse electoralmente en las
circunstancias actuales que lo colocan
en total desventaja. Sin embargo, no son solo los problemas que agobian al
venezolano los que darán inicio al nuevo rumbo que transitará el país, ni
tampoco para considerarnos triunfadores desde ya, frente a un adversario que no
conoce otro método que el ventajismo.
Votando es como se desmontará el andamiaje de la trampa; con votos es como se ganará la Asamblea
Nacional para desde allí disponer de todos los recursos legales que le darán
plena libertad a los poderes hoy secuestrados y para rescatar la Venezuela de
los sueños posibles.
La
esperanza del cambio depende de nuestra voluntad. Cerca está la hora de que el país de la
inteligencia y la democracia termine marcando el rumbo; porque los pueblos no se
suicidan. Este gobierno se ha sostenido
sobre los pilares de la fuerza bruta; ya
es tiempo de que las armas asesinas
dejen de apuntarle al pueblo, de que los del silencio y la tolerancia se sumen
en la reconstrucción de un destino transparente y con plena libertad. Mientras en estos 16 años Venezuela ha llorado lágrimas de sangre, los hombres de uniforme
han coreado su orgullo revolucionario, chavista y socialista.
Razones
sobran para votar. La paciencia ha
llegado a límites inexplicables, sacudida por esa violencia que el gobierno ha
generado en los centros de abastecimiento, en los centros de salud y en las
calles teñidas de sangre sin avizorar una señal de claridad y esperanza. No más indiferencia: esta es la
oportunidad.
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
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