Me dediqué a observar con detenimiento
el acto de juramentación de los nuevos comandantes de los distintos
componentes que integran la Institución
Armada.
En verdad, no me sorprendió el contenido de las frases que utilizaron
los diferentes jefes militares durante la ceremonia. Ha venido siendo una
constante desde hace ya varios años. De todas maneras, considero de interés
plantear mis puntos de vista sobre tan delicado asunto para que los cuadros
profesionales de nuestra organización reflexionen sobre mis puntos de vista.
La Fuerza Armada es regulada constitucionalmente por los artículos 328, 329, 330 y 331. De manera sorprendente, estos artículos fueron violados flagrantemente en las distintas reformas de las leyes orgánicas aprobadas durante los períodos presidenciales de Hugo Chávez, sin que nadie se haya atrevido a cuestionar su contenido y a valorar sus delicadas consecuencias. Todas estas reformas tuvieron por objetivo debilitar el profesionalismo militar, formado en casi cien años de esfuerzo de varias generaciones de oficiales.
El coronel José Machillanda Pinto
establece en su libro, “Del profesionalismo militar a la milicia”, cuatro
“instantes” del proceso político militar revolucionario. El primero, la
Penetración Ideológica (1999-abril de 2002) que
se va a caracterizar por la ruptura de la ética militar a través del
Plan Bolívar 2000, la imposición de un ministro civil comprometido
ideológicamente, cambios de los Teatros de Operaciones en Teatros de
Operaciones Sociales, funciones asistenciales de la Fuerza Armada, el inicio de
la participación de oficiales y suboficiales en funciones públicas civiles y
nuevas relaciones de vinculación con la sociedad. El segundo, Crisis del Mando
Militar (11 de abril de 2002-agosto 2007) durante el cual se purgan excelentes cuadros profesionales,
se establece la ley orgánica del 2005, se crea la doctrina de la defensa
popular, comprometiendo muestra orientación clausewitziana de la guerra, se incrementa un mayor grado de
corrupción y cooptación a lo interno del componente militar y se inicia la presencia militar cubana.
El tercero, Control Subjetivo
Fragmentario (15 de agosto de 2007-2009) que se inicia con la fracasada Reforma
Constitucional que buscaba modificar los artículos 328 y 329 para cambiar
totalmente la visión clausewitziana de la guerra en procura de una perspectiva
marxista orientada a combatir un supuesto enemigo externo de mayor
potencialidad militar, mediante una guerra asimétrica, basada en la guerra
popular de resistencia. Fracasada dicha reforma, se inicia un proceso de
reforma de la ley orgánica a través de una ley habilitante, violatoria de los
artículos 328, 329, 330 y 331, mediante
la cual se establece una estructura centralizada en la que la figura del
presidente de la República, que adquiere el grado militar de comandante en jefe
de la Fuerza Armada, transforma el ministerio de la Defensa en un órgano
administrativo, crea dos grandes comandos, el Comando Estratégico Operacional y
el Comando General de las Milicias, debilitando la importancia y autonomía de las
Fuerzas que se transforman en Componentes.
El cuarto, el Momento Político-Militar
Revolucionario (2009-2015), el cual se caracteriza por una total
desprofesionalización del estamento militar al colocarse la Fuerza Armada
Nacional al servicio del PSUV y no de la Nación. Esta realidad empieza a tener
graves consecuencias. Primero profesionales: debilitamiento de la jerarquía y
de la disciplina interna como
consecuencia a una indebida ruptura de la pirámide ocupacional de la
organización, un marcado incremento de la politización en los cuadros que ha
comprometido totalmente el respeto al mérito militar, un incremento creciente
del gasto militar como consecuencia del crecimiento de los efectivos de la
Milicia Bolivariana en lugar de fortalecer verdaderas unidades combatientes, un
notorio debilitamiento de la capacidad militar que se manifiesta en una falta
de entrenamiento y la adquisición de equipos no convenientes para un
enfrentamiento militar regional. Segundo,
sociales y políticas: la Fuerza Armada se encuentra comprometida en su
prestigio por la equivocada gestión gubernamental.
Esta realidad debe ser reflexionada
profundamente por los cuadros profesionales de la Fuerza Armada, ya que el
creciente deterioro de la situación nacional va a manifestarse en un seguro
triunfo de la oposición. Así lo establecen claramente todas las encuestas de
opinión, las cuales le dan una diferencia de votos de más del 20 %, es decir
que la oposición triunfaría con más de tres millones de votos de diferencia.
Eso no es sorprendente. El desprestigio del gobierno es total, ya que no es
fácil de explicar la quiebra de nuestra economía, después de haber recibido
ingresos millonarios como consecuencia del
elevado preció petrolero.
Tampoco es fácil de justificar el creciente endeudamiento cercano a 200.000 millones de dólares. De todas maneras, los venezolanos, lo que esperamos es que los miembros de la Fuerza Armada Nacional cumplan cabalmente con sus obligaciones constitucionales haciendo respetar la voluntad popular. Un aspecto fundamental es que los efectivos militares controlen, el día de las elecciones, a los colectivos armados del chavismo.
Fernando Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich
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