A Leopoldo López, Daniel Ceballos y demás
presos políticos.
Los comandantes que lideraron los fracasados
golpes del 4-F y del 23-N nunca se vieron obligados a acudir al recurso de la
huelga de hambre. La democracia que nació el 23 de enero de 1958 y comenzó a
expirar –al principio lentamente, luego de forma acelerada- el 2 de febrero de
1999, trató a esos oficiales con un grado de tolerancia nunca visto ni en
Suiza.
Hugo Chávez recibía visitas de toda clase de
personas en sus dos sitios de reclusión: el Cuartel San Carlos y Yare, esta
última especialmente acondicionada para recibirlo a él y sus camaradas. El
gobierno democrático de Rafael Caldera trató con respeto a los familiares,
amigos y admiradores de los sediciosos.
A estos les permitió que usaran
el uniforme de su Fuerza dentro del recinto carcelario y que se tomasen y
publicasen fotos con el atuendo militar. Sus esposas, novias o amantes podían
disfrutar de estancias privadas sin la incómoda presencia de un carcelero.
Recibían la prensa diaria, veían televisión y hasta disponían de celulares.
Contaban con una sala donde podían sostener reuniones para seguir conspirando.
De esos encuentros salieron las líneas tácticas y estratégicas de lo que sería
el MVR.
El 30 de agosto de 1992, solo siete meses
después del cuartelazo, José Vicente Rangel
sostuvo una entrevista con Hugo Chávez, trajeado de comandante, que
luego intentó transmitir por Televen. Rangel se indignó porque el Gobierno impidió la proyección, una
apología de la asonada, cuando lo sorprendente era que se hubiese realizado la
grabación de esa conversación.
No existía la figura del Defensor del Pueblo,
pero a las organizaciones de defensa de los derechos humanos se les oía e
incluso se les temía. Teníamos una democracia que superaba los límites de la
tolerancia y marchaba por los caminos de la blandenguería y la complicidad.
Los insurgentes, una vez en el poder,
aprendieron rápidamente la lección. De la mano de los cubanos, expertos en el
arte de humillar y maltratar al adversario, asumieron que la amabilidad con el
contendiente puede ser interpretada como signo de debilidad. La tradición les
venía de los estalinistas soviéticos, dueños de la isla desde 1960.
La defensa
de los derechos humanos resulta conveniente para discursos beatíficos en la
ONU, no para gobernar y menos aún para implantar un proyecto hegemónico. En
Cómo llegó la noche, Huber Matos, quien había combatido en la Sierra Maestra al
lado de Fidel y Raúl Castro y Ernesto Guevara, describe con lujo de detalles el
trato recibido por quienes se opusieron a la dominación despótica de los
Castro.
A los subversivos de 1992 la democracia les
dio más de lo que merecían. La situación cambió a partir de 1999. Los presos de
conciencia tienen suficientes razones para protestar mediante la abstinencia
porque a ellos y a sus familiares se les ofende, porque a los expresidentes que
vienen al país se les prohíbe verlos, porque a monseñor Roberto Lükert se le
niega el derecho y, en sus caso obligación, de visitarlos, porque ninguna
institución del Estado se ocupa de su suerte y más bien los condena de
antemano. Mientras la democracia permitió que Hugo Chávez se vistiese de
oficial y recibiese visitas con el atuendo militar, a Franklin Brito se le dejó
morir de inanición y a Daniel Ceballos se le obliga a portar la degradante
braga de preso común y se le rapa el cabello.
Las razones para indignarse y rechazar los
continuos atropellos abundan, pero a Leopoldo López, a Daniel Ceballos y a
todos los que se han sumado a la huelga de hambre, la democracia los necesita
vivos y sanos. La lucha que tenemos por delante es larga y dura. El régimen chavista
ha deteriorado a la nación de forma
integral. Recuperarla será una obra en
la que tendrán que participar los mejores venezolanos, algunos de los cuales
hoy se encuentran detenidos en las cárceles rojas pasando hambre. El mayor acto
de heroísmo que nuestros compatriotas pueden realizar es participar con la
mente lúcida y el cuerpo firme en la reconstrucción nacional.
Ya demostraron que son valientes y
consecuentes con sus principios, rara avis dentro de la descompuesta atmosfera
creada por el chavismo. Ahora, a suspender la huelga y prepararse para nuevas
jornadas.
Trino Marquez Cegarra
trino.marquez@gmail.com
@trinomarquezc
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