El Primer Ministro
Chino LiKeqiang en su visita por Brasil, Colombia, Perú y Chile no vino con las
manos vacías. Una abultada cartera de inversiones por 250.000 Millones de
dólares para seguir invirtiendo en esta década, no dejo indiferentes a Dilma
Rousseff, Juan Manuel Santos, Ollanta Humala ni a Michelle Bachelett, quienes
se consagraron a atender a su ilustre visitante, suscribiendo en cada uno de
sus respectivos países, decenas de acuerdos internacionales, además de recibirlo
con todo el “protocolo de la amistad” para asegurar la alianza con el nuevo
socio.
De esa manera, la
conocida expresión “cuentos chinos” utilizada popularmente en el pasado como
sinónimo de “fantasía”, se ha venido convirtiendo paradójicamente en nuestra
región en “sueños chinos” que ilusionan
a los distintos Gobiernos de América Latina que ven en el Gigante Asiático una
ventana de oportunidades para responder ante la crisis económica de
proporciones graves que confrontan los países por distintas circunstancias. La irrupción de una generosa chequera
asiática, dispuesta a financiar proyectos grandiosos abre las esperanzas de
grandes y chicos al constatar a un inversionista que no teme asumir los riesgos
más peligrosos: construir un Canal en Nicaragua para competir con el Canal de
Panamá; asegurar una línea férrea ente Brasil y Perú para unir el Océano
Atlántico al Océano Pacifico; un ambicioso financiamiento para dotar al Banco
Chino de la Construcción que estará ubicado en Santiago de Chile que permita
financiar ambiciosas obras de infraestructura, de electricidad, de represas
hidroeléctricas en la región; una estación espacial en Argentina para enviar
satélites al espacio; una red de puertos ubicados en la costa Pacífica, son
solo algunos de los mega proyectos que le quitan el sueño a los Gobernantes en
búsqueda de recursos, programas y futuro.
Pero estas ofertas no son gratuitas ni obedecen a un generoso sentimiento tercer mundista, sino que representan una clara visión que les asegure a los herederos de las Dinastias Imperiales, y del legado de Mao, una seguridad en el suministro de materias primas: petróleo, hierro, aluminio o alimenticios como soya, café, productos tropicales; y de manera especial créditos de miles de millones de dólares que aseguren que la producción china pueda tener apertura en los mercados emergentes de nuestra región para vencer la expansión industrial y mercantil de Estados Unidos y de la Europa Comunitaria.
Una vez asegurados
los espacios de exportación de materias primas, ya se vislumbra una segunda
etapa, en la que los inversionistas chinos entraran en la captación de
producción de productos manufacturados e industriales, para continuar con otros
mecanismos de dominación, dando razón a la célebre sentencia del precursor del pragmatismo
Chino Den Xiao Ping quien afirmó “no importa el color del gato, mientras sirva
para cazar ratones”
La gran ventaja de China, es que mientras en el pasado tanto los Gobernantes como la oposición, como los académicos criticaban los mecanismos de “ayuda vinculada” de las empresas transnacionales capitalistas, ven con buenos ojos comportamientos aun mas hegemónicos que utilizan los nuevos socios asiáticos que dejaron lejana la afirmación de la revolución cultural:”es mejor ser pobres bajo el socialismo, que ricos bajo el capitalismo” tan en boga en el chavismo.
Milos Alcalay
milosalcalay@yahoo.com
@milosalcalay
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