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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

jueves, 18 de junio de 2015

MIGUEL BAHACHILLE M., EL MÉDICO Y EL BARRENDERO

En vez de evaluar con seriedad la magnitud de los problemas del país, estudiarlos en todas sus dimensiones y real dinámica, el gobierno prosigue hocicando con terapias socialistas mágicas para cada síntoma apelando a sandeces desgarradas de toda racionalidad.

Los marxistas “se cultivan” no para buscar progreso sino para enmarañar procesos legítimos como el sufragio; predicar igualdad hacia abajo y suscitar píldoras inservibles buscando, como en Cuba, que la masa se resigne y caiga en estado de impavidez y contrariedad. 

En ese orden se inscriben las declaraciones del Ministro del Trabajo cuando expresó que “un barrendero y un médico deberían ganar igual pues ambos profesionales atienden el área de la “salud”. Por supuesto esa declaración descuadernada no soporta análisis racional alguno ni amerita comentarios contrastantes. Pero evidentemente sirve para delatar el talante mostrenco de quien las emite más allá de su fanática cultivación práctica o “académica”. 

El venezolano vive contrariado porque el régimen considera que sus expectativas de ascenso son demasiado ambiciosas. “El Síndrome del médico y el barrendero”, como indigno patrón de fe pública, se revela claramente en los aeropuertos con el éxodo de médicos, ingenieros, docentes, técnicos, estudiantes, maestros de obra y hasta mano de obra no calificada. ¿Política de Estado? Ciertamente el barrendero ejerce un duro trabajo porque “hasta allí pudo llegar”; pero, ¿cotejarlo con el encargo del médico? ¡Por Dios! 

Este degradante proceso erigido bajo un supuesto socialismo sólo puede detenerse por vía electoral. La voz mayoritaria decide si prosigue con la inercia destructiva imprimida por el fenecido y continuada por Maduro o si pone fin a la vaga idea de “hacer algo” contrario al “estatus puntofijista”. El Ministro del Trabajo no es otra cosa que un producto ramplón de ese desvarío calenturiento.

El gobierno no está en capacidad de establecer ni suministrar una planificación sistematizada acorde con el mundo real. Reemplaza sus carencias con imágenes inverosímiles como la del médico y el barrendero. No ha entendido que la codificación marxista que profesa se hundió precisamente por su inequidad. El Ministro ha definido, probablemente en un sueño o pesadilla, su criterio sobre la ecuanimidad entre multitudes divergentes. ¡Claro! excluyendo a los colectivos y burócratas privilegiados.

Lo ocurrido en la ONU también se inscribe en la misma onda. El organismo solicitó que Venezuela mostrara las medidas concretas para afrontar la carestía de alimentos. En esa interpelación no cabía la muletilla de otro síndrome arcano: el conuco. La regencia socialista no pudo evadir las advertencias concretas de los interpelantes. Se limitó a formular seis iniciativas basadas en suposiciones teóricas a talente del Ministro del Trabajo. Lo cierto es que se evidenció cómo el gobierno del pueblo no sabe generar ni distribuir alimentos.

Las leyes de industrialización se mueven de modo similar en Asia, Europa, Norte y Sud América. En razón de ello, países hasta hace poco rezagados (hoy remozados) pueden exhibir cierta estabilidad económica y social. ¡Venezuela No! Los Ministros del socialismo de última hora no se dan cuenta que el intercambio entre los Estados se hace a ojos vistas de un mundo más denso. Venezuela nada puede contrastar a nivel internacional mientras el oficialismo prosiga sembrando el síndrome del Médico y el Barrendero.    

Sólo puede hablarse de desarrollo efectivo si los componentes de un grupo, región o país sienten el estímulo del cambio al contrastar su propia condición con la de los demás. Para emprender ese proceso se tiene que contar con suficientes medios técnicos e intelectuales. Venezuela hoy no los tiene; están en terminales o en otros países haciendo cola no para comprar harina sino para retornar cuando desaparezcan los signos del atraso (médico-barrendero) intimidantes, sobre todo, de los más jóvenes. ¿Ministro de Trabajo o del rezago?

Miguel Bahachille M.,
miguelbmer@gmail.com
@MiguelBM29

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