Desde
hace un tiempo me vengo preguntando sobre la eficiencia de mantener una
política del absurdo en esta Venezuela bajo dictadura socialista, obviamente a
contracorriente del sentido común, tal como la practica el colaboracionismo que
se hace llamar oposición.
Y luego de elemental análisis no me quedó
sino el decantarme por los mentados resultados. Sí, los resultados en politica
continúan siendo la mejor medida del éxito aun cuando suene odioso. Así
entonces tenemos que a partir del 11 de abril de 2002, inicio formal de la
dictadura socialista en gobierno, los resultados de la llamada politica
electoralista (política absurda) esa que pretende reducir la lucha contra el
régimen al clásico torneo comicial, se podrían resumir en la siguiente frase:
Sociológicamente Venezuela regresó al siglo XIX. Y esto es así no solo bajo la
consideración de parámetros económicos, sino conforme al índice más usual que
nos permita medir el nivel de vida del venezolano de hoy en relación al
estándar de vida en el mundo libre. Venezuela es el hazmerreír.
No debe sorprender tan dramática conclusión
cuando sobremanera desde el año 2004, pasado como fue el Referendo Revocatorio
Presidencial, se instaló en la mente del común de la dirigencia demócrata
nacional la idea según la cual una vía distinta a la electoral es un absurdo,
imposible de considerar como alternativa válida al socialismo en gobierno y de
allí a la aceptación servil de cualquier condición electoral fijada por el
CNE-PSUV quedaba solo un paso. El fracaso total cuando de eventos comiciales de
interés nacional se trata (Presidenciales, Asamblea Nacional, Referendo) vale
por plena prueba.
Porque si además de aceptar condiciones
electorales a la medida de un régimen que tiene al fraude como naturaleza, le
agregamos esa convicción del colaboracionismo opositor acerca de repudiar a la
resistencia democrática activa, lo que seguía no podía ser algo distinto a ese
otro absurdo hecho política: Mantener el discurso traidor de llamar democracia
a otra dictadura socialista, como si de tal manera lograrían conmover al
verdugo (absurdo) o por lo menos les permite para mantenerse en la palestra de
los medios de comunicación, ya dominados por la dictadura.
Ni que decir sobre esa manía de abandonar
toda protesta pública, pacífica y no armada, para en su lugar ir a sentarse a
dialogar con la dictadura a su primer llamado, con resultados igualmente
conocidos, solo positivos para los interlocutores del colaboracionismo traidor.
A todo evento sigo sin entender como el
colaboracionismo opositor pretende convencer sobre las ventajas de mantener al
absurdo como politica, pero mucho menos comprendo el cómo siguen teniendo éxito
tan colosal. A todo evento, yo cambié, otros que también cambiaron, y muchos
más pronto lo harán. Con sentido común y el suficiente coraje, este país sí va
a cambiar ¡Fuera Nicolás¡ Ora y labora.
Ronny Padron
caballeropercivall@gmail.com
@caballeroperci
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