El desabastecimiento
que en la actualidad se produce en Venezuela, y que no es producto de cambios en la naturaleza, del clima o de
problemas externos, es simplemente el
resultado de políticas monetarias erradas, fundamentadas en rígidos controles
con base a políticas económicas primitivas y llena de complejos, donde imperan
las trabas y las regulaciones, impuestas en la mayoría de los casos de forma
arbitraria e ilegal. Mientras las empresas
sean concesionarias del gobierno habrá desabastecimiento.
Sin embargo el
problema a corto plazo no solo es el desabastecimiento, sino la imposibilidad
del consumidor de comprar los productos. El clientelismo económico del estado,
implica que hay empresas con conexiones y vínculos que le permiten obtener
divisas fácilmente, afectando a la producción nacional honesta, responsable y
verdaderamente productiva.
Una nueva generación
de los llamados Boli-empresarios o boli-burgueses, se benefician
escandalosamente de los recursos públicos, dando muestras de fortunas insólitas
que derrochan descaradamente, viven con el lujo y la opulencia que tanto
criticaban. Algunos de ellos, no son empresarios nuevos, vienen de la llamada
4ta república, y se han conectado con la corrupción institucionalizada del
gobierno para ampliar sus fortunas.
En el proceso
inexorable de la transición, se requiere entonces, de una reorientación
profunda y severa en cuanto a que debe establecerse que el individuo sea el eje
y centro de la acción económica y no el estado. El poder absoluto del estado es
antidemocrático, ya que controla el cambio y manipula el gasto público.
La mejor solución es
tener libertad para comprar lo que la gente necesita, producir lo que cada
quien conoce y sabe hacer, y vender al precio justo equilibrado por la
competencia. No se puede controlar el precio por debajo del precio de costo por
clientelismo o chantaje político. Esto es la base del desastre y del
desabastecimiento que en la actualidad padecemos.
El inversionista
privado o particular sea cual sea su nivel financiero, es el llamado a buscar la prosperidad mediante el reto de
crear empleos y riquezas. Un no rotundo a la tradición clientelar de la
economía socialista, pues sería el inicio de otro gran fracaso.
El estado debe
facilitar y ayudar en este esfuerzo pues es la verdadera manera de democratizar
la economía dándole oportunidades a todos y no a un grupo minoritario de
privilegiados, que permaneciendo en el gobierno sea cual fuere su orientación,
se benefician de la riqueza del país y del esfuerzo de su población. ¡Un
recurrente proceder en nuestras regiones!
Cesar Guillen Citterio
cesarguillencittrerio@gmail.com
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