Desde que comencé a encauzarme en
la formación en valores, mi básica formación como investigador social me obligó
a cuestionar el concepto de la universalidad de algunos, tales como el respeto,
el orden, la honestidad, la generosidad, entre otros. Esta duda es pertinente,
primero en el contexto del viejo debate antropológico entre las corrientes del
relativismo cultural versus el estructuralismo y post estructuralismo y,
segundo, en el contexto de la disputa en torno a la necesidad de tomar posición
ante la universalidad de ciertos discursos en boga, que amantaron en demasía
del sociologismo positivista.
Una acotación necesaria…
Caminaba en compañía de unos
amigos por la soleada y grata Plaza Altamira en un ambiente caluroso y
pedagógico, recorriendo los animados kioscos de la feria del libro. De repente
en uno de ellos estaban atentos a la presentación en un programa de alguien que
por la acústica del locutor, quien en una especie de los viejos toques de
tambor la anunciaba como la nueva “Mayweather” del pensamiento creativo
politológico, venia a enseñarnos a nuestra “Paquianica” y desaprensiva sociedad
el camino para dar el salto cuántico que nos permita cerrar el ciclo de
gobiernos populistas, e iniciar para auspicio de todos la constitución
definitiva de Estados, modernos, productivos, democráticos meritocráticos y demás,
con una demoledora retórica que haría palidecer a los populistas que hemos
tenidos que son unos cuantos, desde su presunción con pretensiones
epistemológicas asumiendo ser una especie de Némesis, figura de la mitología
griega, nos señalo que aceptemos los términos de su recetario,
especialmente a los mas débiles a quienes les frustraron sus sueños los
dirigentes políticos y sociales en
quienes han confiado durante años que
son los que han puesto la carne
el asador con su resistencia diaria tratando de salir se los
regimenes despóticos, que parecieran ser
el desenlace final de todos, sea cual sea del pelaje ideológico que los
inspire.
No escuchamos en su elocuente discurso se refiriera a temáticas, como
la indiferencia y la menosprecio de las los grupos de intereses de la America
morena, quienes ayudaron a violaciones continuas y prolongadas de los derechos
humanos. Convirtiéndola en la región en desarrollo que mejor ejemplifico el
proceso mundial de “urbanización de la pobreza”. A fines de los años noventa,
seis de cada diez pobres que habitaban zonas urbanas las deficiencias de tipo
habitacional, de nutrición, de acceso a salud y educación se incrementaron año
a año.
Fue bajo gobiernos de esas elites políticas, y económicas, que los
crímenes de género despuntaron y la homofobia se fortaleció. El racismo,
especialmente a pueblos nativos, se extendió como práctica generalizada. No
existían políticas eficientes en materia de salud pública; el narcotráfico se
trataba desde las esquinas; las desapariciones se institucionalizaron como
herramienta para garantizar la seguridad y el orden social. Los índices de
analfabetismo se elevaron.
La protección ambiental no era considerada como un
tema relevante en la agenda pública, tampoco la homogenización de oportunidades.
Hicieron uso del poder para el beneficio exclusivo de la clase política de
turno y mezquinos aliados, silenciosamente, fueron fecundando el tosco
socialismo bautizado como del siglo XXI. La clase política gobernante lo creo,
lo inventó por autoritaria, explotadora y excluyente. Le regaló las bases de un
discurso que usa la retórica de la democracia participativa para violar los
principios de la misma, tal como ella lo hacía con el liberalismo.
Inevitablemente, la democracia liberal se devaluó.
Fue bajo Gobiernos de de
esta estela que los crímenes de género despuntaron y la homofobia se
fortaleció, mientras esa estructura evitaba los medios de acercamiento con el
pueblo y sus líderes asumían posturas de deidades inalcanzables e indiferentes,
el socialismo del siglo XXI, que no es otra cosa que redentorismo con nombre
renovado, tendía puentes hablando la mismo jerga que su electorado. Sin poses,
cercanos, entonando, reuniéndolos y saludándolos “compañeros” “compatriotas”.
La América toda por años sufrió
la vía latifundista del desarrollo agropecuario, un sistema desastroso para la
democracia y que frenó el crecimiento económico llenando los bolsillos de unos
pocos, casi siempre aliados del poder. El “socialismo del siglo XXI” incluyó en
su discurso la redistribución de las tierras con políticas extremistas. Pasando
de un extremo a otro y sin considerar prácticas participativas que investiguen
las realidades de forma detallada, quebrantando los derechos individuales y
colectivos. Una cadena de injusticias con nombres distintos.
Es característico de esa clase
política ejercer funciones desde la prepotencia y la soberbia, particulares
también de este nuevo socialismo. Ambos criminalizan la protesta y
descalifican, usando el poder oficial contra cualquiera que cuestione el
régimen. Por ello es normal encontrar en estos nuevos líderes rasgos de las
aptitudes de la antagónica clase política. Como si se tratase del hijo que
niegas y que al mismo tiempo es el más parecido a ti.
Esos sectores, antes de denunciar
al socialismo del siglo XXI por todo lo que hoy le sigue punzando a
Latinoamérica, deben asumir que fueron tan infame sus gestiones frente a los
pueblos que gobernó como para que ellos sigan creyendo que estas caricaturas de
revoluciones son la única solución.
Debe entender que culpar a los nuevos, como
estrategia de resurgimiento, lo que los deja en ridículo, por cierto que el
brusco discurso de esta implacable deidad, del cual nadie pudo escapar, como Némesis, rodeaba todo aquello conocido
como Tierra, que vigilaba con ojos siempre abiertos, desde los cielos, todos
los actos humanos, también conocida como Adrastea o Rhamnusia, era la diosa de
la venganza, del balance y equilibrio divino, personifica el miedo a la acción
incorrecta, la conciencia, mensajera de la justicia, incluso considerada la
fundadora de la ley y el orden... "Aquella que distribuye".
Todo
aquel que se atreviese a cometer traición o desobediencia recibía el castigo de
Némesis. Atacaba a los pecadores de soberbia, altivez y a los transgresores de
la ley. También mantenía el balance, el Áurea Mediocritas (dorado equilibrio),
entre la buena y mala fortuna. Con respecto a su enfoque darwinista la asemeja
al de un hombre vivía en demasiada felicidad hasta el momento, Némesis debía
enviarle obstáculos que enfrentar. Se obligaba compensar la situación cuando
Dyke (La Fortuna) otorgaba extravagantes y constantes favores a un individuo, y
lo castigaba si éste no honraba a los dioses por los favores recibidos o no
compartía su suerte y riquezas con otros. En conclusión, moderaba y
reestablecía el orden cuando las cosas estaban fuera de proporción, como
excesos de orgullo o felicidad no merecida.
Teniendo en cuenta los recuerdos
de su edad temprana, intuimos que heredo su ojeriza frente al gobierno de los
Castro por la vía de sus abuelos anti-castristas, podría estar evidenciándose
lo que algunos teóricos adelantan para concluir que la crítica a menudo es
refugio de quejosos en su afán de convertirse en diestros de las disciplinas
que critican frustrados a pesar de su “talento” , justificación que les permite
verter su veneno sobre quien sí lo tiene o cuanto menos se esfuerza por
realizar un trabajo digno si no meritorio, si uno indaga en la mitología
griega, no tardará en descubrir que Némesis es el nombre que identifica a la
diosa de la venganza, la fortuna y la justicia retributiva.
“La inmortalidad solo abre
media hoja de su puerta estrecha y deslumbrante”.
Pedro R. Garcia M.
pedrorafaelgarciamolina@yahoo.com
@pgpgarcia5
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