Hace un año escribía esto, que sigue siendo
válido.
“Intentamos nacer un 25 de Mayo de 1810.
Teníamos muchas razones, algunas conocidas por todos desde la escuela primaria,
otras no tanto. Las menos conocidas son más reales, menos “prestigiosas” y más
humanas, pero todas hicieron posible ese esbozo de Patria que asomaba en el
puerto de Buenos Aires. Fue una revolución, que no fue una revolución, pero que
sí fue una revolución. Y no es un galimatías.
La llamamos *REVOLUCIÓN de Mayo, porque
hicieron renunciar al Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. Pero no fue una
revolución, ya que la Primera Junta en pleno, los 9 miembros, 7 criollos y 2
españoles que abrazaron la causa (Larrea y Matheu), rodilla en tierra, le
juraron fidelidad a Fernando VII, preso en Bayona y reemplazado en España por
José Bonaparte, hermano de Napoleón. Pero sí fue una revolución, ya que por
primera vez en estas tierras, se tuvo en cuenta la voluntad de las personas. No
querían ser regidas por Francia, y no se
sentían representadas por las 2 Juntas que le quedaban a España libres del yugo
francés: la de Cádiz y la de la isla de León. Y que en esos tiempos la voluntad
popular se expresara y tuviera éxito en sus demandas, era una revolución.” Lo
fue.
Como este 25/5 va a ser recordado como el
comienzo de la era K, a partir de 2003, necesitaba ser rescatada la Revolución
de 1810, en su verdadera dimensión. Y esa dimensión es el enorme y a veces
olvidado poder de los ciudadanos.
Por eso es bueno recordar, ante la negación
automática de casi todos aquellos con los que se habla del tema, que dicen:
“no, todos los candidatos con chances de
llegar a la presidencia van a firmar un pacto de impunidad con los actuales
gobernantes. Ni soñar con que van a ser juzgados”. De nosotros depende.
Al fiscal Campagnoli, suspendido y a punto de
ser despedido, los ciudadanos preocupados por la justicia, juntaron firmas,
abrazaron tribunales, mandaron mails, tuits, inundaron las redes sociales
pidiendo por él. Hubo manifestaciones de todo tipo a favor del fiscal.
El resultado se conoce: Campagnoli fue
repuesto en su fiscalía; su maravilloso y homogéneo equipo que había sido
repartido en otras fiscalías, volvieron a la de Campagnoli. El poder de los
ciudadanos lo hizo posible.
Ante el despiadado ataque a ese prócer del
derecho que es el ministro de la Corte Carlos Fayt, cuyos delitos son estar a salvo
de cualquier apriete, su honestidad y su hombría de bien, el gobierno lo acusa
de vejez. ¿Y el INADI no le dice nada a Aníbal, la presidente y alfiles?
Los ciudadanos juntaron firmas, invadieron
las redes sociales, rodearon Tribunales y se juntaron frente a su casa,
apoyándolo para que no renunciara. Por suerte a Fayt no se le ocurre renunciar.
Pero la gente ayudó.
Y cuando dos jueces de la Cámara de Casación
Penal bonaerense, Horacio Piombo y Benjamín Sal Llargués, acortaron la
sentencia del violador de un nene de 6 años, alegando que el chico ya había
sido previamente violado por su padre (mentira) y que ¡era gay!, por lo tanto
no había ultraje, los ciudadanos reaccionaron.
Se juntaron en 2 días 143.000 firmas pidiendo
juicio político para los dos jueces. El jury de enjuiciamiento está a la vuelta
de la esquina. Han recibido todas las sanciones posibles de la legislatura
bonaerense y porteña, sanciones académicas y todo eso en tiempo récord, gracias
a los ciudadanos.
De nosotros depende exigir “juicio, castigo y
DEVOLUCIÓN” a los funcionarios del gobierno K que lo merecieran, por supuesto
que a través del debido proceso y a derecho. Hay que presionar en los primeros
100 días del próximo gobierno a los diputados, senadores y ministros y a todo
aquel que tenga algo que ver con el nuevo gobierno, pidiendo justicia y el
final de la impunidad. Si lo hacemos, lo conseguimos.
El artículo 39 de la CN de 1994 dice que:
“Los ciudadanos tienen el derecho de iniciativa para presentar proyectos de ley
en la cámara de diputados. El congreso deberá darle expreso tratamiento en el
término de los 12 meses. (Con el 3% de firmas del padrón electoral nacional).”
Elegir entre la eterna impunidad, la
expoliación y el engaño al pueblo y la república que dignifica y da sentido a
la vida de los ciudadanos, es nuestra decisión. Se puede. Todos juntos podemos.
Cuando la Constitución sea más importante que
el fútbol… Todos los argentinos conocen a Messi. ¿Cuántos conocen el 1°
artículo de nuestra Constitución? ¿Y el artículo 39?
A pesar de todo y aunque quizás ya sólo
exista en la memoria de algunos, ¡Viva la Patria!
Malu Kikuchi
maluki@fibertel.com.ar
@malukikuchi
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