No alcanzo a comprender en toda su extensión,
la angustia y desesperación gubernamental sobre la situación del Presidente de
la Asamblea, diputado Diosdado Cabello, contra quien las transnacionales de la
información o desinformación han desatado una campaña intensa de descrédito,
con bases no enteramente confiables.
El mismo Diosdado no luce seguro de sí
mismo ni con la arrogancia que le es consustancial, lo cual no deja de llamar
la atención en un hombre que se supone curtido de muchas luchas y
enfrentamientos, por lo menos desde 1992, cuando fue golpista con Chávez.
Son
23 años de estar dando y recibiendo, y en los últimos tres lustros más dando
que recibiendo. Lo que esto significa es que sólo cuestiones muy mayores y
graves pueden desatar el desasosiego que hemos apreciado recientemente, el cual
se vuelve a evidenciar con una novela, que al parecer lo retrata junto con
otros militares del 4 de febrero; algo así como lo que hizo “Por estas calles”
en su momento.
Bueno, si es que toda este alboroto y
parafernalia desordenada de amenazas y agresiones judiciales, así como de
declaraciones y comunicados de apoyo, obedece a lo señalado y no es simplemente
el inicio de la puesta en escena de una situación conflictiva con otros
propósitos, como podría ser la suspensión de las elecciones parlamentarias.
No
puedo creer que una publicación de un diario español, repicada por medios
venezolanos, sea lo suficientemente infamante como para generar las reacciones
que hemos visto, entre ellas un comunicado totalmente inoportuno, por decir lo
menos, del Tribunal Supremo de Justicia, que al defender públicamente a
Diosdado de las acusaciones aparecidas en el Diario español ABC, como si se
tratara de un centro de estudiantes de adolescentes o la directiva de un
sindicato ante un obrero acusado injustamente, se permite nada menos que
adelantar opinión, sentenciar antes de haber siquiera abierto una causa y
estudiado las pruebas, en un litigio político que recién ha iniciado Diosdado
contra unos directivos de medios informativos.
¿Cuál juez de primera instancia puede
sentenciar en forma distinta a lo dicho por la máxima instancia del sistema
judicial? Se ha dado una absolución intempestiva, previa al juicio, que vicia todo
el proceso y lo pudiera hacer radicar fuera de Venezuela, pues dentro no hay
instancia capaz de garantizar un juicio justo.
Todavía hay magistrados en el
TSJ que me son profesionalmente conocidos, y están entre quienes sé que saben
de derecho, que no son improvisados y tienen gran experiencia en la práctica
judicial. Es imposible para mí pensar que no hicieron un alerta oportuno, ante
la imprudente decisión gubernamental de presentar un apoyo público del TSJ a
Diosdado.
Esto apenas se inicia. El Gobierno debe tranquilizarse; de la
angustia, el miedo y el apresuramiento puede quedar un país en peores
condiciones que las actuales.
Luis
Fuenmayor Toro
lft3003@gmail.com
@LFuenmayorToro
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