“Estudia el pasado si quieres pronosticar el futuro” Confucio Filósofo y sabio chino.
Lo
único que pasa es el tiempo. En el tiempo ocurren hechos. Los hechos van
moldeando la realidad y, en ese constante accionar durante el paso del tiempo,
van apareciendo muchos escenarios y sus consecuencias. Van cerca de 17 años de
la mal llamada revolución bolivariana, han sucedido muchas cosas, han surgido
nuevas realidades, pero fundamentalmente muchos resultados nefastos. El país se
hunde en una profunda crisis y entramos en las aguas turbulentas de un mar
agitado por el descontento popular. Innegable y peligrosa realidad.
Hay
tiempos de sembrar y tiempos de cosechar. Hay tiempos dónde la abundancia
embriaga, nubla la mente, algunos se olvidan de sembrar y como no hay cosecha
nacional, para la satisfacción del colectivo, llega la escasez, el
desabastecimiento, la inflación. La demanda supera con creces la oferta, y el
salario pierde el poder adquisitivo. Ese terrorífico escenario empieza a
inquietar a las masas. Los argumentos y la propaganda oficialista no tienen
credibilidad. No hay otro responsable del desastre. Es el gobierno y punto.
Llegamos
a un punto crítico. Las salidas pacificas se están cerrando. El régimen se
empeña en una política de exclusión, represión y utilización de las
instituciones del estado para encarcelar, intimidar y perseguir. No hay
espacios para la disidencia. El o los que levantan la voz, en los pocos medios
de comunicación que no han sucumbido a la asfixia oficial, corren el riesgo de
ser víctima de la ira de los dioses, que nos desgobiernan. Esa situación, a
medida que avanza el tiempo se convierte en una olla de presión, que puede
estallar, sino hay válvulas de escape. Eso está a la vista.
Venezuela,
en los primeros 16 años de este régimen, vivió la bonanza petrolera más
gigantesca de su historia. Esa fabulosa riqueza petrolera permitió a los amos
del poder regalar, dilapidar y mantener una falsa ilusión de bienestar,
mientras por la cloaca de la corrupción, corrían a chorros miles de millones de
petrodólares. El caso de CADIVI, que denunció Giordani, es el saqueo más
espectacular de la historia universal. 25 mil millones de dólares servirían
para reconstruir las economías más devastadas de todos los países de un
continente y Venezuela los perdió en un santiamén, con empresas de maletín
utilizadas por los corruptos de cuello rojo. No hay peor cuña que la del mismo
palo.
El
gobierno se empeña en no cambiar. La crítica situación, mientras el tiempo
avanza, indica la imperiosa necesidad de buscar una gran concertación nacional,
para enfrentar está pavorosa situación. La soberbia, terquedad y el sectarismo
del régimen, de persistir pueden conducir al país a una tragedia nacional de
incalculables proporciones. Hay salidas
pacíficas, constitucionales y sobre todo las que el buen juicio aconseja. Hay
que aprender del pasado reciente y no cometer los mismos errores. El tiempo se agota. Estamos a tiempo ¿O no?
José “Cheo” Salazar
sjose307@gmail.com
@Cheotigre
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