Hay que pensar y actuar desde el futuro.
Desde la Venezuela global, pujante, productiva, con nuevos equipos dirigentes,
con empleo de calidad, con empresas potentes, con partidos políticos
contemporáneos y democráticos. Pensar, por ejemplo, en un presidente de la
República que respete a sus conciudadanos y que su conducta personal pueda ser
invocada como ejemplo cívico.
Pensar Venezuela desde “lo que hay”, sólo
conduce al desierto, la soledad y el exilio interior o exterior. Allí reside
uno de los problemas centrales del análisis político en los días que corren. La
montaña de dificultades es inmensa y todo culmina en la represión, la escasez
y… las elecciones parlamentarias, las que, por cierto, pensadas desde este
presente ominoso y este pasado de uno, dos, tres,…quince años, sólo puede
anunciar fechorías de la casta reinante.
¿Puede ser pensada Venezuela de otra manera?
No propongo un ejercicio de optimismo. Tengo cierta inquina con los optimistas
profesionales porque, en el fondo, trafican con una impostura: “menos mal que
el avión se cayó al descampado porque si no, hubiesen muerto no sólo los 300
pasajeros sino un gentío más”, “qué bueno que llueve torrencialmente porque
aunque hay inundaciones que arrastran viviendas, al menos se limpia la
atmósfera”. No. Lo que creo es que las estrategias y las políticas hay que
desandarlas desde el porvenir; lo que un constructor podría aludir como
“ingeniería en reversa”.
Hay que pensar y actuar desde el futuro.
Desde la Venezuela global, pujante, productiva, con nuevos equipos dirigentes,
con empleo de calidad, con empresas potentes, con partidos políticos
contemporáneos y democráticos. Pensar, por ejemplo, en un presidente de la
República que respete a sus conciudadanos y que su conducta personal pueda ser
invocada como ejemplo cívico. Pensar un país en el que portar el uniforme
militar o policial sea motivo de orgullo. Pensar en un país amigo de EEUU y de
Brasil, de España y de México, capaz de mantener una relación respetuosa y digna
aun con los diferentes como Cuba o Rusia. Un país en el cual los medios de
comunicación ejerzan la libertad sin miedo y en el cual los pobres no sean
objeto de la caridad pública sino que se conviertan en los principales actores
de la superación de su pobreza. Un país libre, en el cual la honradez, la
solidaridad con el prójimo, el respeto a la diferencia, sean valores
irreemplazables.
Desde esa Venezuela que nos emplaza desde el
porvenir hay que definir las tareas de hoy. Cualquier cosa menor a ésa, un cierto
acomodo hasta que pase la tormenta; una pausa en la libertad mientras nos
ajustamos el cinturón de seguridad; un pacto “con lo que hay”; una paciencia
que no es sino una transacción comercial; son modos y maneras que serían
inaceptables porque eluden ese futuro que invita.
Desde el futuro todo tiende a ser nuevo,
diferente... En ese futuro no existe el régimen actual. Este es el porvenir que
convoca.
Carlos Blanco G.
@carlosblancog .
www.tiempodepalabra.com
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