Los
regímenes de terror establecidos en Venezuela durante las dictaduras de
caudillos devenidos en militares por obra de la guerra, parece es la herencia
asumida por algunos militares de carrera profesional, quienes sienten que los
civiles les arrancaron el poder y requieren de su retorno, para apalancar su
visión de patria, soberanía y obediencia.
La
sociedad civil ha luchado contra infortunios de esa naturaleza. La historia
registra escenarios variados para permitir a la familia venezolana el
establecimiento del sistema de libertades. Las cárceles han sido testigos de la
presencia de hombres y mujeres a quienes les privaron su libertad por
solicitarla para el pueblo. Se han empuñado las armas y asesinado a civilistas,
para acallar sus voces contra el abuso y el exceso de la bota militar.
Civiles
en el poder se han prestado de igual forma para que algunos militares
enroscados con el alto mando, decidan lo que les parece en la patria de
Bolívar, utilizando los medios de imposición gubernamental, como elemento
articulador de la manipulación social.
Hoy
se acomodan elecciones parlamentarias a gusto del régimen. Se establecen datos
y registros poblacionales sin pudor alguno, en aras de asegurar el control de
los ciudadanos en lugares y sectores vulnerables.
El
actual presidente del Parlamento Nacional (de carrera militar-golpista) decide
quienes nombran a representantes del Parlamento Latinoamericano, (consigue para
ello los borregos que levanten la mano, mientras los representantes de la
Institucionalidad venezolana mantienen total silencio), intentando emular a los
caudillos militaristas del pasado, devenidos en Presidentes de la República,
quienes imponían los diputados y estos a su vez le nombraban en el cargo
presidencial.
La sociedad se siente acorralada por esa clase de militares y civiles; busca salir de ese atolladero, pero no consigue el camino. Las protestas son silenciadas con normativas inconstitucionales. La administración de justicia ha sido confiscada por ciudadanos desesperados por el cargo y la limosna dada. La dadiva ha hecho posible el milagro de llevar a funcionarios de escasos niveles morales y éticos a la dirección de ilustres instituciones, para ser serviles de las causas contrarias al interés nacional.
La
oportunidad de darle un parado a las marramucias de la clase gobernante está a
la vuelta de la esquina. Las elecciones a la Asamblea Nacional requieren de la
participación masiva y decididamente de los ciudadanos. No hay trampa, ni manipulación
de datos u acomodos de circuitos que valga, si el pueblo sale a votar y a
buscar el cambio. Lograr ese propósito requiere de desprendimiento y
rectificación.
Restablecer
el sistema de libertades requiere de la inclusión. La Venezuela de hoy no
acepta ambigüedades, secuestros de las decisiones y arrogancia de sus
dirigentes.
Quienes se oponen a este régimen son muchos, y en consecuencia no se puede confiscar la participación de la mayoría para beneficios particulares. Las elecciones de base en todos los circuitos y listas para que el pueblo decida quienes deben ser sus representantes de la Alternativa Democrática en la Asamblea Nacional, son una necesidad. Sumemos voluntades.
Josue
Arturo Molina Suarez
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1
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