Se
trataba de aquel Bolívar que pocos meses después le escribirá una carta a Juan
José Flores, en la que le confesará que Colombia es “ingobernable para
nosotros”; y que “caerá infaliblemente en manos de la multitud desenfrenada; para
pasar luego a ser gobernada por tiranuelos de todos colores y razas”. Pero,
además, volviendo a la otra carta; a la que le envía al embajador Patricio
Campbell, y que ha sido objeto de tratamiento de más de un encendido cagatinta
chavista, como la prueba más irrefutable de la condición antiimperialista del
Libertador, y lo visionario que era éste, Caballero hace ver a partir de su
análisis que, en efecto, allí se muestra que lo es desde el punto de vista
norteamericano; mas no lo es con respecto al imperialismo inglés que es el que
él desea para su país.
Hay
que reconocer que el Libertador siempre fue un admirador del sistema de
gobierno inglés de monarquía constitucional; mientras consideraba que la
revolución francesa no había sido sino una orgía de sangre, y la circunstancia
de que haya elaborado una Constitución, como la de Bolivia; donde establece una
presidencia vitalicia, responde al hecho de que el Libertador tuvo el propósito
de instaurar una monarquía constitucional, como la británica; de modo que nada
mejor estaba ese régimen que respaldado por el imperio británico, y que fue lo
que le valió su enemistad con Santander, y sus diferencias con Páez que lo
indispuso con sus ciudadanos; al punto de que cuando murió Bolívar se mandaron
a sonar 21 cañonazos en todos los pueblos del país. Previamente, el embajador
Campbell le había enviado una carta al Libertador, y donde le recomendaba pedir
apoyo a EEUU, y que es lo que torna más bochornosa su conducta, si es que
partimos del tema de su supuesta conducta antiimperialista; aun cuando también
hay que reconocer que Bolívar allí está pensando en función del progreso y la
estabilidad política que puede proporcionar Gran Bretaña; aparte de los
beneficios que puede aportar el intercambio económico y comercial, a un país;
que ha nacido, en efecto, pero que va a quedar a merced de la anarquía como él
lo pinta en cartas, como las que acabamos de citar, enviada a Flores poco antes
de su muerte; aparte de que para la época todavía no se había elaborado esa
mentira leninista de que el imperialismo era la fase superior del capitalismo.
Por
lo demás, nunca fue tan desacertado el Libertador como en esa supuesta visión;
puesto que no deja de ser cierto, por ejemplo todo lo que Raúl Castro acaba de
decir en la Cumbre Iberoamericana, que viene de celebrarse en Panamá, en
materia de intervenciones armadas, anexiones de territorios, y hasta de
expoliación económica por parte del gigante del Norte sobre nosotros; sólo que
también es cierto que la modernidad en la América Latina se la debemos a EEUU;
primero, a nivel de la instalación de enclaves económicos en nuestros países,
entre ellos, el petrolero; cuya industria nosotros no estábamos en capacidad de
desarrollar, ni desde el punto de vista del capital que se requería, puesto que
aquí ni ricos había: la economía había quedado devastada por 50 guerras
civiles, que se habían desatado durante todo el siglo XIX, producto de esa
anarquía que sí preveía el Libertador, aparte de arrastrar una pesada deuda
pública; ni desde el punto de vista de su ingeniería, que necesitaríamos para
su operatividad, puesto que aquí ni investigación científico-técnica había;
segundo, a nivel de la adopción del modo de vida americano, y en esto estos
señores son tan hipócritas, que se declaran antiimperialistas yanquis; no
obstante, andan vestidos de tejanos; se han casado con una marca de carro
llamada Chevrolet, y así sucesivamente, y el todo porque Lenin, por allá por la
década de 1920 llegará a la conclusión de que “el imperialismo constituía la fase
superior del capitalismo”, y que fue lo que se tomó entonces como bandera de
lucha, para decir que los procesos revolucionarios, donde había que acelerarlos
era en los pueblos de la periferia del capitalismo industrial avanzado, y que
fue lo que se conoció como el internacionalismo proletario. “Proletarios de
todos los países del mundo, uníos”.
Obsérvese,
según lo indica Carlos Rangel, que Marx nunca abrigó semejantes ideas; pues él
más bien consideraba que los pueblos de la llamada periferia del capitalismo no
habían alcanzado un desarrollo científico y tecnológico, como los del centro de
dicho sistema de producción, porque las condiciones y circunstancias históricas
no se lo habían permitido; considerando Marx, asimismo, que el comunismo era un
sistema sólo diseñado para países de capitalismo avanzado; como Francia e
Inglaterra, y a esto fue algo que le pasó por encima Lenin, y deformación
teórica que se ha exacerbado en la América hispánica, sobre todo, por aquello
de la envidia que nos produce el desarrollo alcanzado por nuestro hermano del
Norte en materia de ciencia, tecnología y armamento.
Enrique
Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo
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