El más elemental conocimiento de la ciencia
económica nos indica que las cuentas públicas nacionales deben ser y estar
equilibradas. Según cita atribuida a Marco Tulio Cicerón expresada por el sabio
hace 2.064 años:
"El presupuesto debe equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros países debe eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. La gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a costa del Estado." Año 55 A.C.
Marco Tulio Cicerón fue un escritor, político
y orador romano. De brillante carrera política, especialmente conocido como el
orador más elocuente de Roma y como hombre de letras y, parece ser, que hace
2.064 años ya conocía la fórmula para que la economía de un país funcionara. Ya
en el año 55 A.C. Cicerón sentaba las bases para que Roma no se fuera a la quiebra
o default, como se le dice ahora. En default caemos cuando no podemos hacer
frente a los compromisos (ej.: Pago de deudas) y estamos morosos y buscando
dinero fresco como locos, en préstamos que los países se niegan a darnos porque
no confían en nuestra capacidad productiva. No contamos con un buen concepto,
como puede ser el de riesgo país, entre nuestros pares. En el caso de Venezuela
esta eventualidad ya quedó como profecía auto cumplida; es decir, como un “Deja
vu”, o como la película “Volver al futuro”.
Un detalle, para nada de soslayar, es que
algunos países donde los alegres indios “ta` baratos” de nuevo cuño
revolucionario y hasta la oposición habían venido visitando para dedicarse al
deporte del “raspadito” y no precisamente de la hebilla, al parecer están
pegando el grito en el cielo, porque las cantidades de raspaditas han llegado a
un punto tal, que ya empiezan a afectar negativamente ese equilibrio
fundamental entre las corrientes de Bienes y Servicios y la Monetaria, que debe
exhibir una economía sana, y ya les está incidiendo en su inflación.
Ya Panamá lo había alertado a Venezuela en
octubre del año pasado, cuando le transmitió información de que de los 1.500
millones de dólares que los presuntos
empresarios venezolanos le exigían al gobierno que les asignase para pagar
consumos o importaciones presuntamente solicitadas a la zona del canal, ésta le
comunicaba al gobierno panameño que sólo
tenían facturas correctas, correspondientes a unos 900 mil millones y que el
resto era “inflado” o de sobrefacturaciones burdas y muy boliburguesas.
Recientemente leímos una noticia donde se
decía que México estaría desnudando a los turistas venezolanos que llegan y
salen, y sometiéndolos a controles más estrictos, como exigirles la
comprobación física de los gastos que tratarían de “cuadrar”. Muchos
desprevenidos de la ciencia económica alegan que esos vendedores manitos sí que
son tontos, porque se estarían ganando facilito su diez por ciento de comisión,
o de mordida, por cada raspadita.
La inflación resultante de éstas,
aparentemente inocentes transacciones y que podrían ser consideradas por el
distraído como una ventaja para el país receptor de dichos dólares, estriba en
que, si bien el comerciante del país visitado ingresa dinero a sus cuentas, no
estarían sacando del plato correspondiente a la oferta, el equivalente en
mercaderías; las que se quedan en sus anaqueles y por tanto el circulante
aumenta sin que haya contrapeso; es decir, la oferta sigue siendo la misma,
mientras el circulante aumenta y eso, al final de cuentas es, simple y
llanamente, inflación de los precios. La oferta y la demanda deberían siempre
estar en equilibrio. El precio resultante esta en donde las dos curvas se
cruzan.
En los odiosos países capitalistas avanzados
aprendieron a buscar este equilibrio mediante una formula directa y, en
consecuencia, muy favorable, como es la de fomentar y estimular el aparato
productivo para producir mayor cantidad de bienes y servicios, pero en otros,
auto proclamados socialistas, se recurre teorías indirectas o de corte
monetaristas, de manipular la corriente monetaria, muy propia de lo que en
Venezuela se achacaba a los llamados economistas “Chicago Boys” de los 40 años
neoliberales y puntofijistas. Maniobras según las cuales, se intenta de manera
indirecta alcanzar este equilibrio sacando circulante del mercado, para
contrarrestar lo que se ha venido haciendo - aún con mayor énfasis desde 1999 -
en Venezuela, de emitir dinero inorgánico (sin respaldo de mayor producción, o
producción equivalente de bienes). Eso sucedió por haber decretado sucesivos
aumentos de los salarios, aumentos sin lógica económica de ninguna especie,
pero sí de política barata, de demagogia y populismo, sin dejar de mencionar de
clientelismo político.
Se recurre a estas prácticas monetaristas de
urgencia, en la ilusión de que la alta demanda final (DF) creada, abra cuentas
de ahorro, compre bonos de la deuda, etc., cuyo efecto final es sacar dinero
del circulante. Pero, la gente escasamente tiene para consumir, lo poco que se
encuentra en los súper. Es decir, es un dinero sin poder adquisitivo.
Estamos en una situación bien difícil, en la que si bien hay dinero en la calle, no
hay artículos que comprar, al tiempo que hay altísima inflación, una tormenta
perfecta de desabastecimiento por estancamiento del aparato productivo, no por
acaparamiento como nos desean hacer creer o porque Obama sea el culpable, y de
inflación simultaneas, o ESTANFLACIÓN.
Las medidas monetaristas sea que metan o saquen circulante, afectan
al debido juego entre la oferta y la
demanda, y son retoques que sólo ameritan de un plumazo o de un verbo eufórico
en un mitin de maniobra de control de averías ante una situación de baja de la
popularidad; mientras que, poner a producir más y mejor, a bajo costo, la
economía es más difícil. O sea, hacernos más eficientes. No hablamos solamente
de aumento de la producción sino de productividad, que como sabemos es producir
más a menor costo. Para ello el modelo debe ser otro, no el del actual régimen.
No es tampoco que aboguemos por recurrir al
expediente de reducir costos botando gente de sus cargos para bajar la nómina y
los consecuentes pasivos laborales, sino dando facilidades a los empresarios
privados nacionales para que obtengan las divisas para pagar sus importaciones
de materias primas y seduciendo al empresario extranjero a colocar dinero
fresco o inversión privada internacional, para producir en este país, con lo
cual se crean empleos en nuestra economía. Cuando se importa se incrementa el
empleo en esos países y no en el nuestro. Cuando se aumenta la producción
nacional para consumir internamente una parte y exportar el excedente, se crean
empleos en el nuestro.
Lo mismo se logra si se seduce al empresario
venezolano a repatriar sus dineros que tienen en bancos extranjeros. No me
refiero al que se obtuvo con el cohecho y la corrupción, sino al resultante de
sus ahorros en monedas fuertes producidos en buena lid, por la venta de sus
productos, y que se corresponde con estrategias de seguridad que toma cualquier
empresario. Tampoco me refiero al funcionario que colocó dineros de la cosa
pública en bancos extranjeros, a nombre personal.
No en balde se habla del concepto de pleno
empleo y éste no sólo se refiere a creación de nuevos puestos de trabajo, sino
al pleno uso de todas las capacidades, o de los factores productivos de una
economía (como son TIERRA, CAPITAL y TRABAJO) para producir más y mejor, o de
manera optimizada.
Exijo a la oposición y al gobierno, como a
todos los venezolanos, a tomar en cuenta estos conceptos y actuar en
consecuencia.
Eddy Barrios
eddybarrios@gmail.com
@eddybarrios2
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