Se ha dicho varias veces que “la alternativa
de cambio es inequívoca”. También, se ha repetido “que hay poco espacio para la
improvisación”.
Pero en Venezuela, la verdad es otra.
VENEZUELA: UN PAÍS SIN CIENCIA
Cuando el ejercicio de la política resulta
zarandeado por contingencias débilmente afrontadas, las realidades se
convierten en espacios de conflicto propios para incitar la confusión de ideas.
Peor aún, de posibilidades estimadas y propuestas elaboradas en beneficio del
desarrollo económico y social de la nación. Sin embargo, esa misma praxis
política, asediada por contravenciones y fragmentaciones de toda índole,
ocasionan graves perjuicios no sólo al propósito profusamente cacareado de
gestión de gobierno. Además, a todo cuanto refiere la cultura ciudadana y
republicana. En su defecto, se arraiga una situación totalmente desparramada en
términos de intenciones y hasta de acciones. Todo ello, a pesar del descaro
representado mediante alusiones dirigidas a exaltar una administración de
gobierno que, en verdad, luce más como una ofensa pública que como compromiso
gubernamental.
Se ha dicho varias veces que “la alternativa
de cambio es inequívoca”. También, se ha repetido “que hay poco espacio para la
improvisación”. Pero en Venezuela, la verdad es otra. En el fondo de todo,
existe una honda brecha entre la capacidad para gobernar sistemas sociales, y
la pronunciada complejidad para ser conducidos hacia objetivos acogidos
democráticamente. Tan serio problema, atravesó los ámbitos que configuran el
terreno marcado por lo social, lo económico y lo político. Aunque también,
golpeó a la ciencia y a la tecnología de factura nacional. Éstas, si bien se
recrearon en medio de la precariedad causada por la injerencia de una política
desfigurada, debe reconocerse su esfuerzo por coadyuvar a solucionar problemas
de implicación nacional, regional o local.
No obstante, tal contribución, representada en buena parte por la
industria de derivados y productos de hidrocarburos, y que tiempo atrás logró
consolidarse en los mercados internacionales, devino en problemas que menguaron su producción de cara a la
cruda competitividad que ocurre en medio de la correspondiente oferta y
demanda.
Sin embargo la situación que abatió a la industria
petrolera, se replicó en aquellas instituciones donde se hace ciencia y
tecnología. A ello no escaparon las empresas farmacéuticas. Así como tampoco,
las universidades lo que hizo que todo empeorara. Sobre todo, frente a la
obstinación de un régimen empeñado en revolcar la institucionalidad alcanzada.
Ello pondría al descubierto la apuesta por convertir a Venezuela en un país
convulsionado por la pobreza consignada desde el llamado socialismo del siglo
XXI. De tal manera que comenzaron a cerrarse laboratorios de empresas
farmacéuticas. Asimismo, de física, química y biología en distintas
universidades. Particularmente, en universidades autónomas por ser éstas las
que mayores capacidades detentan en términos de formación de profesionales
vinculados a las ciencias y tecnologías.
Tan oscura realidad puede explicarse a través
de distintas ópticas. Desde las que señalan un régimen obstinado por la
politiquería bajo la cual articula decisiones todas de corte proselitistas,
hasta las que refiere la negación de un presupuesto justo y necesario a lo que
simboliza la razón de ser de la universidad venezolana. Claro está, pasando por
la concepción de Estado docente cuya lectura primigenia se ha visto atropellada
por la ideología trasnochada a partir de la cual el régimen orienta sus
actuaciones. En consecuencia, estos espacios donde se develan principios y
consideraciones científicas y tecnológicas
muestran el abandono del cual es víctima la ciencia por la falta de
reposición de insumos y materia prima que requiere tanto la elaboración de
medicamentos, como la de experimentación a nivel de laboratorios
universitarios. Tan gruesa es la situación, que el desempeño de la medicina, el
de la petroquímica, o de la industria farmacéutica, se ve en inminente peligro.
Incluso, en el ámbito académico se ha llegado a pensar en la suspensión de
clases vinculadas a áreas que comprometen la utilización de laboratorios de
ciencias.
Esta crisis que vive la ciencia y la
tecnología venezolana, no es producto de medidas adoptadas recientemente. La
misma tiene su génesis hace casi ocho años cuando el régimen comienza a suplir
propuestas científicas por pretensiones que sólo respondían a un populismo
vetusto en el cual no tiene cabida la excelencia educativa o una economía
robusta democráticamente. Esto incitó una marcada fuga de talento formados en
el país, que sumado a la pérdida de oportunidades de trabajo y de reducción de
publicaciones en materia científica nacional e internacionalmente, pone de
manifiesto la penosa decadencia de la
ciencia venezolana. Es como para inferir que Venezuela es un país sin ciencia.
VENTANA DE PAPEL
SIN CIENCIA NO HAY FUTURO
¿Cómo entender la ciencia tildada de
socialista? El Plan de la Patria, tiende a referirse así de la ciencia lo cual
no destaca nada diferente de lo que la politiquería “bolivariana” ha pretendido
asentir cuando de disciplinas o conocimientos exigentes se trata. En medio de
tan perturbada consideración, aparece el desprecio que dicho manifiesto declara
sobre aquellas instituciones dedicadas a la investigación científica,
incluyendo a las grandes universidades.
El temor descrito que padecen quienes se
entregaron a la tarea de elaborar objetivos, estrategias y líneas de acción
bajo el ridículo apelativo: “Plan de la Patria”, al imaginar que sus engaños
pudieran verse al descubierto por causa de investigaciones y experimentaciones
afincadas en la búsqueda de la verdad, y en el afianzamiento de los valores
universales del Hombre, obligaron a mirar con recelo a la ciencia cuyo ejercicio
está arraigado en las libertades y en los derechos fundamentales. Tan retorcida
situación, ha animado reacciones de comunidades de científicos basadas en
valores democráticos que, naturalmente, repudian cualquier intención
gubernamental, valiéndose del poder político, de acallar, desvirtuar o solapar
todo propósito que exhorte la crítica entendida como protesta frente a las
desavenencias propias de criterios autoritarios o despóticos.
Ahora, con la excusa de un presupuesto
acortado por el mermado ingreso de dólares petroleros, la ciencia venezolana se
ha visto sacudida. Aunque detrás de dicho pretexto, se han inventado otros pues
para el régimen mal llamado “revolucionario”, el ejercicio de la ciencia
pareciera no tener la significación que su desempeño merece. Para el régimen,
otras necesidades son prioritarias por encima de la investigación científica.
El proselitismo electoral, por meras razones
populistas, ocupa un lugar preponderante. Tanto, que la movilización de sus
cuadros políticos se observa cubierta por dineros de la nación, a desdén de
demandas clamadas popularmente. Así sucede, aunque no son revelados sus
argumentos y datos que supuestamente justifican esa política de derroche que
afecta el desarrollo de la ciencia nacional.
El régimen no ha comprendido lo que traduce
la descapitalización de la ciencia. O no
se ha permitido entender la repercusión que tan perverso tratamiento tiene para
el país toda vez que líneas de investigación se perderán, y la actividad
económica y cultural que ello supone, igualmente saldrá bastante perjudicada.
Por tanto, se hace inminente reivindicar que la ciencia supone una inversión y
no un gasto para el país. De nada vale exhortar el socialismo, si acaso fuese
en verdad algún modo de imprimirle calidad de vida al país, si es que no se
tiene a la ciencia como puntal cierto de desarrollo. Así que no hay duda de que
sin ciencia no hay futuro.
EXCUSAS VIOLADORAS DE VIDA
Lejos de establecer razones que afiancen
libertades, el régimen sigue dándole forma a nuevos organismos que constriñen
los derechos que exalta la propia Constitución Nacional. Toda insinuación
oficialista que estime ayudar al venezolano a disfrutar de una mejor calidad de
vida, se convierte en razón para incomodarlo cada vez más.
Esto de la creación del SIAMED o Sistema
Integral de Acceso a Medicamentos, es otra de los procedimientos a partir de
los cuales el régimen busca restringir más aún las libertades del venezolano.
Dicho mecanismo digital pretenderá que personas afectadas por enfermedades
cardiovasculares, endocrinometabólicas y neurológicas, se vean obligados a
acudir al régimen, mediante obtuso registro, para que así puedan “obtener sus
medicamentos” lo cual representa un grosero abuso. O simplemente, otra manera
de invadir la privacidad de tantos venezolanos que sufren algunas de estas
dolencias.
Sin descaro alguno, con tamaña necedad el
régimen intenta imponer más controles como si estos fueran resguardo de
democracia. Pues todo lo contrario. Mientras más controles implemente, más
desastroso será el funcionamiento de la administración pública y angustiada la
vida del venezolano. Los controles son componentes que consolidan dictaduras.
En sistemas políticos donde se planteen arreglos que respondan a forma
democráticas, como bien refiere la Carta Magna, constituyen burdas excusas
violadoras de vida.
“Cuando un gobierno no se interesa por
exhortar la ciencia, es porque busca afianzar la ignorancia como vía para
implantar razones y argumentos que
sirvan de excusa a los fines de inculcar la obscuridad necesaria y suficiente
para mantenerse apegado al poder político”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
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