El 5 de marzo es un día que debería quedar
grabado en la memoria, no sólo de Venezuela sino de todo el mundo, pues el
acontecimiento ocurrido en esa fecha reviste enorme trascendencia y evoca un
significado que tendría que ser estudiado para el futuro.
En medio de una grotesca combinación entre
una represión desmedida y la altanería de grandes avenidas y colosales
monumentos, la parroquia Sucre de Caracas no tenía escuelas en 1955, lo cual
resultaba irónico por encontrarse en las cercanías del palacio de gobierno y
por manifestar el régimen que sus inversiones eran cuantiosas y continuas. En
el fondo se evidenciaban las contradicciones de muchas dictaduras en las que la
retórica de una realidad pujante contrasta con la situación de miseria que vive
la gran mayoría de la población.
En este contexto, y para satisfacer las
demandas educativas, nació hace sesenta años Fe y Alegría, una institución que
ideada por el padre José María Vélaz, y que contó desde sus inicios con muchos
colaboradores, empezando por Abraham Reyes quien donó una humilde casa, se
trazó buscar una transformación de la realidad, concibiendo que la formación
debía ser un ejercicio integral en el que se vinculara a las comunidades, la
familia y el diseño de las políticas públicas.
Lo que comenzó siendo una escuelita en Catia
es seis décadas después un ambicioso proyecto formativo que tiene presencia en
más de veinte países en tres continentes, resaltando el caso de Chad, país
africano con mayoría musulmana y donde la organización trabaja a favor de la
paz y el entendimiento.
Muchos han dado su aporte desinteresado por
Fe y Alegría. Otros ofrecieron incluso su vida, por el ejemplo el padre Joaquín
López y López en El Salvador, país en el que la sangre de los que lucharon por
la justicia como Rutilio Grande y Oscar Arnulfo Romero regó los sueños de la
lucha, todo por hacer una organización grande y pujante.
No importaron los gobiernos y las trabas que
desde distintas instancias quisieron imponerse. La mística de Fe y Alegría para
ofrecer una alternativa es lo suficientemente clara y los integrantes de un
voluntariado civil, que acompaña a un ejército de niños que con sus franelas
sale a pedir "cinco bolívares por cinco mil niños más".
Tuvimos recientemente la oportunidad de
investigar a profundidad la estructura de la organización como tesis en el
Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Central de Venezuela. Más allá
de los resultados exitosos que pudimos obtener, nos queda la satisfacción de
conocer a profundidad una gran iniciativa y de estar seguros que ante la
pérdida creciente de valores que se vive en el país y el mundo, frente a los
alarmantes niveles de violencia y los manifiestos ejemplos de represión y
violación a los derechos humanos, seguirá siendo necesaria la acción de
instituciones que como Fe y Alegría se transforman en realidad y hacen de la
esperanza una muestra fehaciente de libertad.
Luis D. Alvarez V
luis.daniel.alvarez.v@gmail.com
@luisdalvarezva
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