Las sanciones que impuso el gobierno
estadounidense provocaron algunos movimientos en el país. Es de imaginar que
más de un testaferro anda nervioso por sus cuentas en dólares y ni se diga de
la burguesía roja que ha ascendido a tal condición a partir de jugosos negocios
con el Estado venezolano. Todos andan pegando brincos y buscando dónde colocar
sus dólares fuera de EEUU.
Más allá de las verdes preocupaciones que
ocupa a la aristocracia revolucionaria, están los desasosiegos de aquellos
ciudadanos, de esos que llaman ciudadanos de a pie, que diariamente viven
confrontado con la ineficacia gubernamental, que ciertamente son muchas, pero
en esta oportunidad nos referiremos a solo una: la inseguridad.
Mientras muchos asociados al gobierno cambian
sus ahorros –y qué ahorros- de bancos gringos a otros donde no le puedan seguir
las pistas, los venezolanos deben optar
por cambiar su modo de vida, precisamente, para salvar la vida
Los secuestros han pasado a convertirse en la
industria más desarrolladas en el país. La violencia no ha cesado a pesar de los muy variados e ineficaces planes de
seguridad instrumentados por el gobierno. Señala un portal digital que en los
primeros tres días de marzo fueron ingresados 41 cadáveres a la morgue de Bello
Monte. El hampa no teme a avioncitos Tucanos y a esta altura ya se ha llevado
por delante un buen número de efectivos policiales.
El exministro Rodríguez Torres, aun de
vacaciones, presentó al país un plan cuya eficacia se desconoce. En alguna
oportunidad afirmó que para abril de este año se contarían con radares y drones
con cámaras. El plan desarme quedó en el anuncio. La reglamentación a los
motorizados como mecanismo para reducir los delitos, a un año de su anuncio, no
fue más que eso, un anuncio.
El presidente o los colectivos del gobierno
echaron a Rodríguez Torres de su cargo. La Almirante Meléndez lo sustituyó por
breve tiempo sin que el estado de inseguridad y de la violencia cesará. Un
cambio que no produjo nada.
El anuncio de Obama llevó a otro militar a la
cartera de Relaciones Interiores, Justicia y de Paz. Maduro nombró a un acusado
de violar los derechos humanos para provocar a sus acusadores. Puede que el
nuevo designado, como muchos otros, fracase en su gestión, eso no importa, su
nombramiento no está dirigido a producir cambios significativos en el estado de
inseguridad y violencia que atraviesa el país.
El presidente Maduro no tiene preocupación ni
siente dolor por los daños que la violencia y la criminalidad causa en las
familias venezolanas, más bien, pudiera decirse que Maduro juega desde su
posición a provocar a un gigante que, en fin de cuentas, no lanzará ni un dardo
en territorio venezolano.
Leonardo
Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
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