Nadie se imaginó en aquel momento de
euforia cuartelaria; cuando Chávez gana la presidencia de la República que su
paso por el poder iba a significar hasta la pérdida de una parte del territorio
nacional, si nos fijamos en lo que está ocurriendo con Guyana; a propósito del
proyecto de exploración petrolera que adelanta con la Exxon Mobil de EEUU en el
llamado territorio marítimo del Esequibo, y sobre lo cual se han disparado las
alarmas entre los internacionalistas; que no entre la gente del gobierno; que,
por el contrario, parece de lo más tranquila; no obstante, hace ya más de una
semana que la compañía transnacional estadounidense inició sus trabajos de
exploración en dicha zona, y está por verse cuál va a ser la reacción de los
militares de este lado, y quienes el año pasado interceptaron un buque
petrolero, que pretendía explorar la zona, y lo retuvieron en Margarita.
Porque yo le oí a Hugo Chávez confesar
que él aceleró los preparativos de la rebelión, como él la llamaba, del 4 de
febrero, porque le había escuchado decir a Carlos Andrés Pérez, que él estaba
dispuesto a permitir una cierta convivencia binacional en la zona del golfo de
Venezuela con nuestra hermana República de Colombia; que es en lo que en la
práctica sucede; tomando en cuenta que estamos ante la frontera más caliente de
la América Latina, como se ha señalado, y desde allí del golfo hasta Cúcuta.
Claro, aquí el problema de fondo fue el maridaje Chávez-Castro, y ya se sabe
que una de las mayores provocaciones que le hizo Fidel Castro al gobierno de
Rómulo Betancourt fue el de cuadrarse desde un principio con Guyana, cuando
éste en su segundo gobierno, y una vez independizada Guyana de Inglaterra,
replantea el tema del Esequibo, y el cual había quedado congelado desde,
prácticamente, el siglo XIX, y para lo cual hizo una alianza con el entonces
presidente de Guyana, Jedi Jagan que se decía marxista, aunque no comunista;
tomando en cuenta, además, que a Guyana se le considera del Caribe; de la media
luna del CARICOM, y Castro comenzó a acusar a nuestro país de expansionista, a
lo largo de los diferentes gobiernos que se fueron sucediendo, y uno diría en
estas circunstancias, que allí en el fondo no dejaba de estar presente una
proyección suya, y de lo que se conoció como el castrocomunismo.
Hasta que llegó el “comandante
galáctico”, y mandó a parar más de un siglo de resistencia, digamos,
diplomática que se había tenido con la hermana República; desde que se dicta el
famoso Laudo Arbitral; muy citado por estos días, porque Venezuela sale de allí
muy mal parada, a causa de una jugada sucia que le hacen entre gallos y
medianoche en un tribunal internacional; una patraña que se viene a descubrir
por una infidencia, digamos, histórica, y que es lo que le da pie al gobierno
de Betancourt, para replantear el tema, y que se mantuvo durante los gobiernos
de la República civil; momentos en los cuales Fidel Castro metía la cuchara
aquí y metía la cuchara allá, a medida que se llevaban a cabo los reclamos y
las negociaciones, al respecto; despechado porque Betancourt nunca le quiso
hacer caso a sus locas aventuras, precisamente, de financiar la expansión del
castrocomunismo por toda la América Latina con la ayuda del petróleo
venezolano.
Incluso, en el interín hubo un episodio
un tanto trágico; que fue el empeño de un grupo de habitantes de esa zona del
Esequibo, que plantearon una rebelión, con respecto a la metrópoli Georgetown;
por cuestiones de índole racial; para solicitar la anexión a Venezuela,
pidiéndole a su gobierno, incluso, la protección; habida cuenta del temor que
abrigaba ese pueblo de ser masacrado, a consecuencia de su gesto; sólo que el
Estado venezolano no estaba en capacidad de meterles la mano por el momento, y
hacer valer la acción de la anexión. El propio Carlos Andrés Pérez en su primer
gobierno casi llega a un acuerdo de neutralizar dicho territorio, a condición
de declararlo parque ecológico binacional, y como recuerdan los
internacionalistas el antiguo Comité Ejecutivo de Acción Democrática se lo echa
para atrás. He allí al grado de resistencia al que se había llegado, en ese
sentido, y esto porque Venezuela tenía razones muy bien fundadas para
considerar que esa zona formaba parte de su territorialidad; sobre todo, porque
Gran Bretaña se la había arrebatado de una manera muy arbitraria; cuando
entonces este país comenzó a considerarse el dueño de los mares, y fue cuando
le dio por posesionarse de estrechos, islas; al tiempo que ocupaba territorios,
como el Esequibo; porque, asimismo, se había hecho dueña del diseño de los
mapas del mundo, y que es por donde comienza su arbitrariedad, con respecto a
nosotros. En la Venezuela de hace un siglo había la costumbre en las casas de
familia de tener dos retratos: uno de Juan Vicente Gómez y el otro de Antonio
Guzmán Blanco, y la gente decía que lo que había comenzado el uno en términos
de civilización, el otro lo había terminado; aunque no dejaba aquél de quejarse
por el hecho de que, tomando en cuenta la ilustración de Guzmán Blanco y el
semianalfabetismo de Gómez, había sido una lástima para el país que la cosa no
hubiera sido al revés, y, en lugar de ser Guzmán Blanco el primero, no había
sido Gómez.
Que es lo mismo que nos vuelve a jugar el destino en esta oportunidad; sobre todo, a partir del momento en que Chávez hizo ver que para él este tema de la reclamación del Esequibo dejaba de ser prioritario; influido, quizás, por los criterios geopolíticos de Castro, que es por donde deja entrever su poco escrúpulo de patriota; si tomamos en cuenta que, precisamente, por aquí se había iniciado el saboteo de Castro a la línea de resistencia que Betancourt, como habíamos dicho, había asumido de nuestra tradición republicana, una vez que llega a la jefatura de Estado.
Enrique Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo
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