China
en Cuba: una piedra en el zapato. (I)
Beatriz
de Majo
El
embargo impuesto por medio siglo por parte de los Estados Unidos a Cuba ha
tenido una arista poco estudiada por los expertos en temas del Caribe. Ella
tiene que ver con el espacio que el aislamiento económico le ha cedido China
para que ella se dedique estrechar vínculos con la isla y asentarse con fuerza
en su interior.
La
realidad es que hoy el gigante ocupa un rol muy relevante en la economía
insular. La nación comunista de Asia es, a esta fecha, el mayor acreedor de los
cubanos, ha emprendido actividades como inversionista o prestamista en casi todos los sectores de la vida
nacional y ha intervenido en la formación de sus cuadros gubernamentales e instituciones,
además de ser el principal destino de las exportaciones cubanas y su segundo
socio comercial.
Recordemos
que desde el año 2000 a esta parte, el espacio que ha ido ganando China en el
continente latinoamericano ha sido a expensas de la posición dominante que
Estados Unidos tenía en la región. Los intercambios anuales entre China y
nuestro sub continente se multiplicaron por 25 al pasar de 10 mil millones de
dólares a algo más de 250 mil millones.
Todo ello tiene su razón de ser en la búsqueda desenfrenada de recursos
naturales que China ha protagonizado en las dos últimas décadas.
De
igual manera, China ha estado persiguiendo consolidar ejes de influencia
geopolítica por fuera de Asia y América
Latina ha sido favorecida con su atención, porque el nivel de desarrollo, la
industrialización creciente, la estabilidad de sus gobiernos y la apertura a lo
foráneo brindaban un mejor ambiente de negocios. Además, en menor grado,
porque las sintonías ideológicas que el
régimen comunista chino compartía con algunos países del vecindario hacían las
relaciones más fluidas y descomplicadas. Cuba, evidentemente, ha tenido un puesto relevante en la lista por
estas razones de doctrina, aun siendo una minúscula economía.
En
la misma medida en que China está siendo recibida con políticas de puertas
abiertas en muchos países al sur del Rio Grande, la hostilidad hacia los
Estados Unidos ha estado creciendo a pesar de los lazos comerciales que se
construyeron entre norte y sur durante la segunda mitad del siglo pasado. Ya
para los inicios de los 2000, y alentado por los regímenes de izquierda que
comenzaron a pisar fuerte en la región,
las acusaciones de imperialismo y de intervencionismo norteamericano se
volvieron temas de todos los días. Todo ello aderezado por irreductible
posición que Estados Unidos siempre mantuvo en contra de relajar su embargo a
Cuba.
Sería
un simplismo pretender que dentro del ánimo de Washington la importante
gravitación china en los asuntos cubanos haya sido un elemento decisivo en la
toma de decisión a favor de la normalización de las relaciones bilaterales,
pero lo que sí es significativo es que la transición de la economía insular
hacia un modelo más abierto gracias a una posición progresista por parte de
Barack Obama ablandará los ánimos críticos de los detractores de los
americanos, con lo que las argumentaciones anti-imperiales y
anti-intervencionistas irán palideciendo con el tiempo.
¿Es
esta una batalla que los Estados Unidos está ganando a China en el ánimo
continental? Pues no. La presencia china en Cuba está asentada muy profundamente en la mayor
parte de los sectores de la vida económica cubana y continuará estándolo aunque
una evolución política más liberal acompañe a la apertura en ciernes.
China
en Cuba será siempre para el vecino del norte, una piedrita en el zapato.
China en Cuba: una piedra en el zapato. (II)
Beatriz de Majo
Después de Venezuela, el segundo socio comercial de Cuba hoy es China. La evolución de sus intercambios para llegar hasta allí ha ocurrido durante la última década y ha sido a expensas de la relación tradicional de la isla con México y con el continente europeo.
Solo fue hace 15 años
cuando Beijing comenzó a prestarle atención creciente el enclave caribeño, a pesar de haber tenido relaciones
formales por más de cinco décadas. En ese entonces se percataron que el fin de
la gravitación rusa sobre la isla le
abría a China una ventana de oportunidad en la región… y recogieron el guante.
Un género de relación
similar a la que armaron los chinos
hasta hoy con Venezuela les permitió insertarse aceleradamente en el
comercio y las inversiones: créditos por montos elevados para el tamaño de la
economía y en condiciones muy preferenciales favorecieron las importaciones hacia
la isla de productos chinos. Sabiamente planteaban los chinos a los cubanos que
esta era una forma que les ayudaba a sortear los efectos del embargo
norteamericano que tanto penalizó a la economía hasta la aparición en el
escenario la dadivosa Venezuela revolucionaria.
A partir inicios de
siglo los chinos hicieron que el comercio binacional creciera desde 440
millones de dólares en el 2001 hasta cerca de 2.000 millones en el año 2014 con
un perfil comercial muy favorable al lado chino. Esta compra de Cuba materias
primas y productos de bajo procesamiento – nickel, azucar y tabaco- mientras le
vende bienes manufacturados como productos electrónicos y componentes para la
construcción.
Una vez que las
reformas económicas impulsadas por Raul Castro se explicitaron, el interés de
China se exponenció estimulada también por las facilidades otorgadas a la
inversión extranjera en la zona del Mariel, futura zona franca a pocos
kilómetros de La Habana.
La sintonía
ideológico-politica de estas dos economías comunistas controladas por el
Estado, ha contribuido en los últimos años a que el Estado débil se torne
dependiente del fuerte y que el fuerte tentacularice su penetración.
Hoy, por ejemplo, la gravitación china en el
sector del nickel, es determinante. China
es el primer consumidor mundial al tiempo que Cuba es el más importante
productor global. La participación de ambos lados es paritaria en la inversión
para el desarrollo de la extracción y procesamiento del mineral pero son los
asiáticos quienes financian el negocio y construyen la infraestructura y el
sistema de distribución para facilitarlo.
Algo similar ocurre también en el terreno petróleo, salud, biomedicinia,
telecomunicaciones, transporte y puertos.
Todo esto sumado representa no poca cosa.
En definitiva, China
está determinada a pisar fuerte en la economía cubana. Es su Pica en Flandes.
Ello le aporta dividendos en el campo de lo económico porque le asegura el
acceso a materias primas necesarias pero, además, Beijing se establece en el
corazón de América Latina como una alternativa frente a los otros grandes actores de la economía
mundial. No es una casualidad que el petróleo sea un objetivo y que la refinería de Cienfuegos
haya capturado su atención ahora que Venezuela – el otro socio cubano en la
ampliación- no cuenta con los recursos para seguir adelante en el proyecto de
modernización y ampliación por la descolgada mundial de los precios petroleros.
Para los cubanos, la
presencia china en la isla representa un salvavidas providencial ante el
debilitamiento de sus benefactores venezolanos de los últimos tres lustros.
Para otros en la región, una tan alta dosis de China en el Caribe sigue siendo
una molesta e inconveniente piedra en el zapato.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
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