Debo comenzar subrayando que esta no es una
columna de opinión, sino una crónica de un hecho trascendental, registrado en
el periodismo venezolano.
Si algo llena mi alforja de gratos recuerdos
de la profesión a los largo de 54 años, son los momentos estelares que compartí
como reportero con muchos colegas de grata recordación, y que para no omitir
involuntariamente algunos de sus nombres, evito mencionarlos.
Fue la época en la que celosamente cada uno
de nosotros buscábamos con desmedido celo, obtener la primicia noticiosa - que
en el argot periodístico lo denominamos “tubazo” - para los medios en los cuales laborábamos, y
que dependía obviamente de la acuciosidad, inventiva y sagacidad de cada quien.
Ahora, próximo a cumplirse 48 años de la espectacular fuga de los presos
políticos del viejo Cuartel San Carlos, (5 de febrero de 1967), aflora en mi memoria uno de esos momentos
estelares de la profesión, pues obtuve una primicia de carácter mundial, poco
frecuente en los anales de nuestro oficio.
HE AQUÍ LA HISTORIA.
Cierta mañana al llegar temprano como era
costumbre a la oficina de la Agencia France Presse (AFP) en la cual me
desempeñaba como corresponsal, recibí una llamada telefónica, cuyo interlocutor
no se quiso identificar pero si me llamó por mi nombre y apellidos completos.
En la creencia de que se trataba de una broma de algún colega y la premura en
revisar la pauta del día, le pregunté a la persona si no tenía oficio y colgué.
Tan pronto me senté en el escritorio repicó nuevamente el teléfono y era la
misma persona que insistía en invitarme supuestamente a una rueda de prensa que
según sus palabras: era una primicia. Volví a colgar y me afané en mi tarea, y
a los pocos segundos repicó de nuevo el teléfono. Esta vez la persona me dijo: “si no tiene interés me veré obligado a
invitar a otro colega suyo de la competencia”. Se refería a las agencias AP,
UPI, Reuter, Ansa y DPA, en aquel entonces. Por lo que terminé accediendo y
pidiéndole me suministrara detalles.
Una vez aceptada la invitación para asistir a
la rueda de prensa, se me citó en un lugar del este de Caracas en un sitio en
el que debía llevar un ejemplar del diario La República y al tomar asiento
solicitarle al mesonero un batido de
lechoza, no sin antes mostrarle discretamente el cuerpo deportivo del citado
diario. Era la contraseña. Sentado en una pequeña mesa a la orilla de la acera,
a los pocos instantes pasó lentamente un vehículo de color verde, del cual se
me llamó por mi nombre. Al abordarlo me encontré con Germán Carías y Carlos Balda,
reportero y fotógrafo, respectivamente, del diario El Nacional.
Se inició entonces un largo periplo que lo
denominé turístico, pues por espacio de una hora se nos paseó por varios
lugares de la ciudad, para despistar a posibles miembros de los cuerpos de
seguridad, -según nos explicó el conductor del vehículo- hasta que finalmente
llegamos a una calle encerrada en Prados del Este, sitio en el que nos esperaba
una camioneta Volkswagen, de las que solían utilizar las tintorerías de aquel
entonces. Las placas de la misma estaban recubiertas de ramas para evitar su
identificación y al abordarla a las 12.45 p.m
una voz grave me llamó por mi nombre y en medio de la oscuridad ya
dentro de la unidad, identifique a Junio Pérez Blasini y José Blasco también
reportero y fotógrafo del diario Ultimas Noticias, que hace un par de años
lamentablemente fallecieron Una persona con sombrero y una media nylon que
cubría su rostro ,desde el lado del ayudante del chofer nos indicó abordáramos la unidad y ya dentro de
la misma, cerraron la puerta y se inició el periplo de nuestro traslado hasta
el lugar donde se realizó la entrevista.
A todas estas no sabíamos ninguno de nosotros
quien o quienes ofrecerían la entrevista,
pregunta que nos formulamos entre si, y que al iniciar la marcha el
vehículo una persona, sentada en la tolva del motor y que no la habíamos visto
por la oscuridad, nos ordenó callar por razones de seguridad, pues según sus
propias palabras eran responsables de un operativo en el que sus vidas y las nuestras corrían peligro, si nos
sorprendían los cuerpos policiales y de seguridad del estado durante el
traslado. Un silencio sepulcral reinó a partir de aquel momento, en el que
inmediatamente se nos facilitó unos lentes oscuros que cubrían todo el campo visual.
Así fuimos conducidos por espacio de dos horas y media hasta el sitio, que
hasta la presente fecha no tengo la menor idea de su ubicación. Solo el aullido
de unos perros y el de unos grillos nos permitió suponer se trataba de una casa
rural.
Ya en el sitio, la misma persona que nos
acompañaba y ordenó guardar silencio durante el traslado, abríó la puerta de la
furgoneta, tras saludar a quienes nos guiarían hasta el lugar con un “buenas
tardes camaradas”, e inmediatamente dos hombres, que por un pequeño resquicio
observamos vestían uniformes de guerrilleros, con sus rostros cubiertos con
medias de nylon nos trasladaron uno a uno, hasta la habitación en donde se
realizaría la entrevista, cuyas paredes estaban recubiertas de papel periódico,
estrecha (5 mts de largo por 3 mts de ancho) y en la que habían colocado una
mesa con una jarra de agua y vasos de cartón. La entrada a la habitación tenía
por puerta una rústica tela y la misma era custodiada por un hombre armado de
ametralladora, al que le preguntamos desde adentro que quien era la persona que
iba a ofrecer la rueda de prensa , y su tajante respuesta fue que no tenía la
menor idea y que solo cumplía órdenes.
Carias, Blasini, Blasco, Balda y el suscrito
comenzamos a especular nombres durante aproximadamente unos 20 minutos, cuando
escuchamos el ruido de un vehículo que arribó al lugar y tras un saludo similar
al anterior hicieron su entrada a la habitación, Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff y Guillermo
García Ponce, las mismas personas que fueron protagonistas de la más
espectacular fuga del Cuartel San Carlos, en el que permanecían detenidos junto
con otros compañeros comunistas que alentaban las guerrillas para combatir al
régimen de Rómulo Betancourt, entre otros: Simón Saéz Mérida, Gustavo Villaparedes,
Manuel Quijada, Luis Miquelena, Eleazar Díaz Rangel, Gustavo Machado, Domingo
Alberto Rangel, Eduardo Machado, Jesús Farías, Jesús María Casal, Jesús
Villavicencio, José Salazar Jiménez, Freddy Muñoz, Juan Vicente Cabezas Alonso
Palacios Juliac,
Moisés Moleiro, Américo Martín; Capitán de
Navío Manuel Ponte Rodríguez, Comandante de las FALN, Jesús María Castro León,
exMinistro de la Defensa, quien se sublevó en el Estado Táchira; Tt.e Cnel.
Juan de Dios Moncada Vidal,; Capitán Julio Bonet Salas, y oficiales de
distintos rangos como Molina Villegas, Medina Silva, Hugo Morales, Luis Avilán,
Miguel Henríquez, Pastor Pausides, Jaime Penso, hermanos Piccardo, Fermín
Castillo, Américo Serritielo y muchos otros miembros de las FF.AA que tuvieron
participación en las rebeliones de Carúpano y Puerto Cabello.
Obviamente nos tomó de sorpresa tener ante
nosotros a quienes se habían fugado del viejo Cuartel San Carlos, y tras estrechar nuestras manos y llamarnos por
nuestros nombres, pues los tres reporteros cubríamos las fuentes políticas y el
Congreso Nacional y conocíamos a sus protagonistas, iniciamos el ciclo de
preguntas que comenzó por indagar como se produjo su evasión. Tomó la palabra
primeramente Teodoro Petkoff , para responder que la fuga se realizó a través
de un túnel que cavaron por espacio de casi un año y que su salida a la
libertad fue desde una bodega al frente de la cual se encontraba un ciudadano
sirio de nombre Simón, al que lo denominaban “Simón el árabe”, sitio desde el
que extrajeron día a día los escombros que producía la excavación.
La noticia en si era realmente una auténtica
primicia para el autor de esta crónica, pues fui el único periodista de una
Agencia internacional como la AFP, en tanto que Carías y Pérez Blasini se
lamentaban no tener este privilegio, pues ambos diarios tenían los detalles de
tan trascendental hecho noticioso. En la misma rueda de prensa ofrecida por los
prófugos de San Carlos, se anunció que el Octavo Pleno del Partido Comunista
había ordenado separarse del Comandante Douglas Bravo, fundador en 1966 del
partido de la Revolución Venezolana (PRV), que se había aliado con las Fuerzas
Armadas de Liberación Nacional, e hizo frente común con el Movimiento de
Izquierda Revolucionaria (MIR), fracción disidente de Acción Democrática,
conformando ambas organizaciones el llamado Frente de Liberación Nacional,
abreviado como FALN-FLN.
Concluida la entrevista que duró
aproximadamente una hora y media, sus protagonistas se retiraron no sin antes
fotografiarse con los periodistas cuyas gráficas ocuparon las primeras páginas
de los diarios El Nacional y Ultimas Noticias y tras esperar quince minutos las
mismas personas que nos condujeron a la habitación en la que tuvo lugar la
entrevista, nos obligaron a colocarnos nuevamente los lentes para conducirnos a
la misma furgoneta en la cual arribamos al lugar, y tras una hora y media nos
dejaron ya entrada la noche 8.15 p.m en un terreno que nos tomo media más en
bajar hasta la avenida principal de Baruta, en donde tomamos un taxi hasta el
centro de la ciudad para que cada uno de nosotros acudiéramos a nuestros
lugares de trabajo.
Una situación inesperada ocurrió a mi llegada a la oficina de la AFP
en la que el Jefe de la oficina Jean Maille de Travains, veterano periodista francés que se había
desempeñado como corresponsal de guerra de la agencia, en la cual tenía muchos
años prestando sus servicios, me reclamó airado mi ausencia desde tempranas
horas hasta el momento en que llegue, amenazándome con despedirme, sin querer
escuchar la razón que originó dicha situación. Una y otra vez le insistí que si
no me dejaba explicarle de lo que trataba, acudiría cualquier agencia
internacional de noticias para venderle la primicia, a lo cual intrigado me
preguntó: ¿Cuál primicia? Y tan pronto le indique el valioso material que
teníamos, me pidió que transmitiera directamente a París, sin escatimar número
de palabras en su contenido el cual comenzó con un (lead ) encabezamiento de la
noticia: “Separado Douglas Bravo de la alianza con el Partido Comunista,
anunciaron prófugos del San Carlos”. El Jefe de Redacción de la AFP para
América Latina en aquel entonces^, era
el ahora famoso escritor Mario Vargas Llosa, quien inmediatamente envió
por la misma vía (telex) felicitación para el redactor por tratarse de una
PRIMICIA MUNDIAL, pues había revisado y era la única agencia en dar la noticia
en ese momento.
Al siguiente día recibí una llamada de la
Secretaria del Ministro del Interior, Dr. Reinald Leandro Mora, para
comunicarme que el alto funcionario del gobierno deseaba hablar conmigo. Debo
reconocer que me asalto cierto recelo, y porque negarlo hasta temor, sin
embargo acudí prontamente y como la agencia AFP estaba ubicada en aquel
entonces de Padre Sierra a Muñoz y la sede del despacho ministerial en la
esquina de Carmelitas, no demoré en
hacer acto de presencia en el vetusto edificio al que tantas veces acudí en
procura de información. Me recibió la secretaria e inmediatamente me anuncio
con el Ministro quien le ordenó me mandara a pasar. Tras saludarlo me dijo con
tono severo: ¡En que vaina te metiste Carlos Aguilera. Échame el cuento
completo!. Le respondí que le contaría lo mismo que escribí en la crónica que
salió publicado en todos los diarios nacionales e internacionales. Y tras
escuchar mi relato jocosamente y con una sonrisa a flor de labios me espetó:
Ajá, te c…… y luego me estrecho las manos y me felicitó no sin antes decirme:
Lo leí completito, pero quería saber de tu viva voz…. Jajaja.
Satisfacciones que brinda el ejercicio del
periodismo en un gobierno en el que se respetan los derechos humanos, la
libertad de expresión y de prensa en
democracia, y de ello dieron fe quienes por sus principios ideológicos
distintos a los de quienes en ese momento gobernaban, hicieron férrea oposición y apoyaban las
guerrillas que tanto daño hizo al cuerpo
de la República por un prolongado tiempo. Hombres que se les identificaba como
de izquierda, comunistas, socialistas y de otras tendencias que hicieron causa
común con una lucha con la que pretendieron
alcanzar el poder por la vía de
las armas, pero que años mas tarde reconocieron haber tomado equivocados
atajos, y se incorporaron a la lucha
política en sus respectivas trincheras.
Esta es la diferencia entre los auténticos
socialistas de pretéritas épocas de la vida política venezolana, y los de hoy, arropados bajo el manto de la
impunidad, abuso y autoritarismo más militar que civil, que con posturas
mesiánicas y la figura de próceres pretenden eternizarse en el poder.
Carlos
E. Aguilera A.,
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro
fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP-122)
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