FROILAN BARRIOS NIEVES |
Suele ocurrir que al presentarse crisis institucionales agudas en
cualquier región del planeta, surgen los temores y los fantasmas de guerras
civiles, surgiendo los conceptos de balkanización, de somalización como estigma
de lo indeseable para el destino fatal de países signados por la desgracia. De
ello el África ha sido el caso recurrente de un continente diezmado por
genocidios, hambrunas, epidemias, de las peores plagas del género humano,
heredadas del colonialismo europeo de siglos anteriores.
Al mismo tiempo es señalado como el coco para toda sociedad donde
gobiernos desmoralizan sus instituciones, las corrompen y las ponen al servicio
de la bota militar, de reyezuelos, de depredadores de todo género en el
ejercicio del poder. Lo cierto del caso es que la tragedia de Mogadiscio donde
bandas en pick-ups adornadas con metralletas aterrorizan la indefensa
población, las masacres de Rwanda que se llevó a 1.000.000 de tutsis son entre
otras, imágenes que horrorizaron al mundo entero y señalan lo que puede pasar,
cuando el Estado se disuelve en la orgía y la embriaguez de quienes expropian a
los pueblos del derecho de vivir en democracia, en nombre de ideologías cuyos
verdaderos beneficiarios son los autocalificados en cada caso nuevos redentores
de la humanidad.
Aún cuando en política la analogía no es buena conseja, ya que
cada país forja su historia y bate su propio chocolate, nos da lecciones para
tratar de evitar los errores que han puesto en peligro la existencia de
naciones. Por tanto ¿en que umbral estamos en Venezuela, cuando cada mañana al
levantarnos presenciamos hechos inéditos, mas cercanos a las montoneras de
nuestra historia decimonónica, que a la de un país necesario para los retos del
siglo XXI?
Aquí hay datos para que Eduardo Galeano actualice su best seller
de las Venas Abiertas en este caso de Venezuela, cuando en un municipio de la
Costa Oriental del Lago al lado de la Petroquímica, se ha impuesto el reino del
sicariato y motorizados reparten un volante cobrando vacuna casa por casa para
que no sean robados, la autoimposición de un toque de queda a partir de las 6
p.m en los barrios y urbanizaciones de capitales y pueblos del país ante una
dramática realidad en 2014 se registraron 25.000 muertes por inseguridad y en
16 años sobrepasan cómodamente los 200.000, en el caso de los sindicatos la
cifra supera los 450 asesinatos por el control del empleo y el entorno laboral.
Contexto que ha determinado el éxodo de 1.600.000 venezolanos durante la actual
gestión.
La respuesta del Estado y sus instituciones es dramática, citando
el caso mas actual del desabastecimiento y la escasez, donde las colas son
visibles en todo el territorio nacional, la vocería gubernamental señala si hay
gente en los supermercados desde la madrugada es por el exceso de poder adquisitivo,
o por los infiltrados de la oposición quienes le han tendido una emboscada al
Presidente y remachan con la versión oficial del acuerdo con Qatar, de
intercambio de prestamos financieros del poderoso emirato por productos
alimenticios producidos en una Venezuela incapaz de autoabastecerse.
La ironía y el descaro obligan al ciudadano a recurrir a la sorna
en las agobiantes colas, para adquirir con un devaluado bolívar algunos
productos de la cesta alimentaria,
manifestando que prefiera irse a Katanga que sufrir esta incertidumbre
producida por políticas económicas nefastas.
Froilan Barrios
fbarriosnieves@gmail.com
@froilanbarrios
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