RAFAEL NIETO LOAIZA |
María Corina Machado fue imputada por cargos de “conspiración”
para asesinar a Maduro. Seguramente será encarcelada y sufrirá los tratos
crueles e inhumanos que los chavistas reservan para los dirigentes de la
oposición. No otra cosa auguran los casos de Leopoldo López, Daniel Ceballos y
Vicencio Scarano, a merced de sus guardianes en la prisión militar de Ramo
Verde. No la salvará de prisión que las acusaciones sean descabelladas y que no
haya prueba ninguna de tal conspiración. La justicia en Venezuela no es sino un
brazo persecutor del sistema totalitario del “socialismo del siglo XXI”.
Porque para que haya democracia no basta con que se celebren
elecciones. Para que sean democráticas, las elecciones requieren de varias
condiciones: que sean competitivas, con dos o más candidatos y partidos y con
propuestas diferentes. Elecciones de partido o candidato único no son
democráticas. Como no lo son tampoco aquellas en que se favorece
arbitrariamente a uno, dejando a los otros en tal desventaja que no sea posible
una competición justa. Eso es lo que ocurre en Venezuela, donde el candidato
chavista ocupa todos los espacios de los medios de comunicación y ruedan a
chorros los recursos públicos al servicio de sus candidatos. Guardadas las
distancias, lo mismo ocurrió en las pasadas elecciones en Colombia. Los medios
de comunicación, con pocas excepciones, privilegiaron a Santos y a sus
candidatos y se olvidaron de la oposición y sus propuestas, se engolosinaron
con la multimillonaria publicidad oficial y fueron múltiples las presiones
sobre los alcaldes y gobernadores, a quienes se les aduló con más recursos de
la administración central y con abrirles la puerta a su reelección si apoyaban
al Presidente. ¿Cómo se explica que aun no haya debate sobre los 1.2 billones
de pesos que gastó el gobierno en el año previo a elecciones en publicidad y
eventos?
¿Y cómo no se han investigado las cifras de la campaña de Santos,
que se voló y por mucho los topes legales? Quizás acaso porque la autoridad
electoral estaba conformada solo por representantes de los partidos
gubernamentales. En Venezuela la desconfianza con quienes están a cargo de las
elecciones es total porque no son independientes ni autónomos y toman
decisiones para favorecer al gobierno. Guardadas las distancias, ¿no fue acaso
lo que pasó en las elecciones pasadas? El Consejo Electoral bloqueó a Marta
Lucía Ramírez, la candidata conservadora, y perjudicó arbitrariamente al Centro
Democrático impidiendo que los electores pudieran identificarlo con Uribe.
Para que haya democracia se requiere de autonomía de las
diferentes ramas del poder público y de que haya un sistema de frenos y
contrapesos. En Venezuela todo el sistema judicial opera como un mecanismo de
protección del chavismo y como un martillo demoledor contra la oposición. Por
estos lares, guardadas las distancias, Santos ha hecho esfuerzos denodados por
copar la rama judicial, aun sin éxito, y por congraciarse con sus miembros. Por
eso no ha impulsado una verdadera reforma judicial, la más urgente e
indispensable. Y un sector fundamental de la sociedad cree que la Fiscalía fue
usada en las elecciones contra Zuluaga y que los jueces toman decisiones
draconianas contra los ex funcionarios uribistas y miran para otro lado cuando
se trata de amigos del gobierno o de dirigentes de la izquierda radical.
En Venezuela, los empresarios que no trabajan con el gobierno o
que apoyan a la oposición están condenados a fracasar. Acá, guardadas las
distancias, les advierten para que se abstengan de financiar a la oposición y
los embajadores llaman a las multinacionales para que no contraten a críticos
del gobierno.
Y si allá se acallan los medios, les quitan frecuencias y
licencias y se despiden a columnistas y periodistas, guardadas las distancias
acá el Gobierno consigue salir de Ana Mercedes Gómez, de Pacho Santos, de
Hassan Nassar. Y alinean a punta de publicidad y de renovación de licencias
tanto a los noticieros “independientes” como a los grandes medios.
Sí, Venezuela no es Colombia ni Santos es Maduro. Pero guardadas
las distancias, Santos, que posa de liberal, tiene rasgos semejantes.
Rafael Nieto Loaiza
rafaelnietoloaiza@gmail.com
@rafaelnietoloaiza
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