PEDRO BENÍTEZ |
Los
Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a hacerles la vida triste
a los chavistas con visas y propiedades en ese país. Las sanciones que se han
anunciado van dirigidas contra funcionarios venezolanos señalados de violar
derechos humanos.
No
son contra Venezuela, ni contra el gobierno de Venezuela, sino contra
funcionarios del gobierno venezolano con visas y propiedades en ese país.
No
implican injerencia alguna dentro del territorio venezolano, ni amenazan
intereses o el comercio de nuestra nación en el extranjero, como por cierto si
le han aplicado a Rusia.
Por
supuesto, no debemos esperar que ese tipo de acciones nos “resuelvan” nuestros
problemas, ni nos quiten de encima está pesadilla de régimen que desgobierna a
nuestro país. No obstante que todo eso no dé a los obstinados opositores
venezolanos un fresquito, en realidad es en clave de política interna una
oportunidad para poner de manifiesto toda la mentira, la falsedad y la
hipocresía de los supuestos revolucionarios del siglo XXI.
Vamos
estar claros: ¿Por qué un chavista revolucionario, socialista y
antiimperialista tendría visas emitidas por Estados Unidos y propiedades en ese
país? ¿No es de esperar un acto del PSUV y de todo el Polo Patriótico donde
incineren todas las visas emitidas por el odioso imperio a nombre sus
militantes y esposas e hijos en el Cuartel de la Montaña?
Si
tuvieran dignidad y vergüenza lo harían. Pero como no tiene ninguna de las dos,
no lo harán.
El
denominado “proceso” ha degenerado en una “revolución París Hilton”. Sin ánimo
de ofender a la millonaria socialite. Los herederos de aquí no tienen
absolutamente ningún reparo en exhibir su estilo de vida de ricos y famosos por
las redes sociales mientras hambrean, manipulan, amenazan y reprimen al pueblo.
Para
el chavismo Venezuela es su patrimonio. Es la herencia a usufructuar que les
dejó el comandante, hoy a punto de perderse por la incapacidad de Maduro.
No
hay ideología. Lo que hay es cinismo.
Los
Chávez y sus asociados se comportan como los Gómez, los Trujillo, los Somoza y
los Castro. Hermanos, hijos primos, tíos, cuñados y el yerno. A esto nos ha
traído la gesta iniciada la luctuosa noche del 4 de febrero de 1992. La típica
dictadura familiar caribeña.
Para
esto fue que destruyó el régimen democrático instaurado a partir de 1958.
A
la naturaleza amoral de este régimen debemos contraponer los valores históricos
de nuestra república. Como ejemplo: la decencia personal de los fundadores de
nuestra democracia.
Pedro
Benitez
pedropablofernando@gmail.com
@PedroBenitezF
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