FERNANDO OCHOA ANTICH |
La conmemoración de los quince años de
la Constitución de 1999 y los permanentes ataques y descalificaciones al
régimen democrático, surgido en Venezuela en 1958, y a la constitución de 1961
que escuché de importantes figuras del régimen me hicieron concluir que existe
la necesidad de analizar y discutir las circunstancias políticas que vivió
nuestro país después del derrocamiento de nuestra última dictadura y las muy
positivas características de su régimen político. Una de las más acertadas
divisiones que debe hacerse de las
constituciones de nuestro siglo XX es la siguiente: las constituciones que se
originaron hegemónicamente, sea por la fuerza o por el voto popular, y aquellas
que surgieron de un verdadero consenso político. Lamentablemente, casi siempre,
nuestras Cartas Magnas han surgido en circunstancias políticas excepcionales,
sea por imposición de la fuerza o en medio de graves enfrentamientos sociales.
Las constituciones de 1901 y de 1904,
consecuencia del triunfo de la Revolución Liberal Restauradora, impusieron
una visión conservadora que debilitó, con razón, al Estado Federal. Las Constituciones
aprobadas durante la dictadura gomecista, 1909, 1914, 1922, 1928, y 1931
siempre buscaron resolver pequeños problemas políticos que hubieran
podido comprometer el poder de Juan
Vicente Gómez. La constitución de 1936, aprobada durante el gobierno de Eleazar López
Contreras, representó un importante esfuerzo en la reorientación democrática de nuestro sistema
político. Se redujo el período constitucional a 5 años y se reconocieron
ciertos derechos sociales. La reforma constitucional de 1945, impulsada por
Isaías Medina Angarita, eliminó la prohibición de la propaganda comunista,
restableció plenamente la libertad de expresión y reconoció el funcionamiento
de los partidos políticos. Su gran error fue dejar vigente el sistema de tercer
grado para elegir al presidente de la República.
La crisis política que surgió en
Venezuela al acercarse el final del período constitucional del presidente
Medina generó las causas del golpe militar del 18 de Octubre de 1945. Al
triunfar la asonada militar, se encargó del poder Ejecutivo la Junta
Revolucionaria de Gobierno, presidida por Rómulo Betancourt, que de inmediato
convocó a una Asamblea Nacional
Constituyente, mediante el voto directo, universal y secreto. El resultado
electoral mostró la tendencia hegemónica de Acción Democrática. La Constitución
de 1947 incrementó el intervencionismo del Estado, el fortalecimiento de los
derechos sociales y una marcada orientación hacia el Estado de Bienestar. De inmediato
se convocó a elecciones para presidente de la República. Rómulo Gallegos obtuvo un indiscutible
triunfo. La ruptura de la alianza antihistórica entre un partido populista y
unas Fuerzas Armadas conservadoras produjo progresivamente las causas del golpe
militar del 24 de Noviembre de 1948.
Una Asamblea Nacional Constituyente
electa fraudulentamente en 1952 aprobó la Constitución de 1953. Su contenido es
muy similar a la Constitución de 1936, aunque aceptó el voto directo, universal
y secreto. La crisis cívico militar de
1958 se originó al intentar Marcos Pérez Jiménez continuar en el poder violando
la alternancia republicana establecida en dicha constitución. El amplio acuerdo
político, surgido en la lucha contra la dictadura, facilitó elegir en 1959 a
Rómulo Betancourt, presidente de la República, y escoger un congreso nacional
equilibrado que permitió aprobar, con el respaldo de todas las fuerzas
políticas, la constitución de 1961. Esta constitución reconoció los derechos
individuales, limitó algunos derechos económicos por interés nacional, aumentó
la intervención del Estado al reservarse la propiedad de las industrias
básicas, amplió los derechos sociales, fortaleció el Estado de Bienestar,
proclamó la autonomía municipal y prohibió la reelección presidencial por diez años.
No voy a resumir el contenido de la
Constitución de 1999. La abusiva propaganda oficial lo ha hecho. Lo que sí
quiero señalar es la inconsecuencia de Hugo Chávez y de Nicolás Maduro con sus
principios fundamentales. Sólo con leer el proyecto de reforma constitucional
presentada por Hugo Chávez y rechazada por el pueblo venezolano se llega a esa
conclusión. Lo mismo ocurre con la mayoría de las leyes habilitantes. El caso,
es que Venezuela dejó de ser un “Estado democrático y social de derecho que
garantiza la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la
democracia, la responsabilidad social y en general la preeminencia de los
derechos humanos, la ética y el pluralismo político” para transformarse en una
hegemonía ideológica que abusa permanentemente del poder. Su objetivo es
consolidar un partido único. Esto se lograría, a través de la fusión de la
Fuerza Armada Nacional con el PSUV. Las mascaradas constitucionales, como la de
1999, siempre terminan en medio de importantes crisis históricas. Esta realidad
la viviremos este año 2015.
Fernando
Ochoa Antich
fochoaantich@gmail.com
@FOchoaAntich
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