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| FELIPE GUERRERO |
En estos días se anidan con mayor intensidad
las penas en el alma, el dolor nos atenaza y pareciera que el sol ya no
calienta nada. Estas fechas son buenas para leer a Benedetti cuyos textos son bálsamo que nos
alivia y reconforta. Dice el genial poeta: «De vez en cuando hay que hacer una pausa… Contemplarse a sí mismo, sin la fruición cotidiana… Examinar el pasado
rubro por rubro, etapa por etapa, baldosa por baldosa y no llorarse las mentiras, sino cantarse las
verdades».
Recordar es sencillamente mirar atrás y
volver a intentar pisar un camino ya creado. Recordar lo feliz que supimos ser
algún día nos permite revelar que el tiempo nunca lo perdimos y que al contrario,
le hemos robado muchos momentos que se quedaran en nosotros. Por estos tiempos
mientras caminamos vamos deshilachando un traje de nostalgias y recuerdos,
vamos callejeando los sueños y parpadeando pensamientos, mientras las campanas del almanaque repican
aguinaldos y fríos de año nuevo.
Así, en medio de villancicos voy oliendo
esencias de antaño junto con la magia de las sonrisas cordiales de la gente
generosa de esta tierra. Por todos los lugares aparece Néstor Zavarce, esa voz
que por generaciones anima las fiestas
de fin de año con su, ya tradicional, «Faltan cinco pa’ las doce el año va a
terminar»
Todos corren… Todos tienen prisa… Siempre
tenemos prisa, pero la canción nos recuerda la necesidad de vivir corriendo,
sin detenernos a pensar en lo que hacemos. La melodía repite insistentemente
que «Faltan cinco pa’ las doce y el año va a terminar». Es el tiempo que nos falta. Con preocupación
miramos el reloj. El estrés nos lleva a pensar qué se puede hacer en cinco
minutos. ¡Cuántas cosas pueden ocurrir en tan escaso tiempo!.
Pienso en ello y me inclino a creer que cinco
minutos dan para hacer muchas cosas.
En cinco minutos hay gente que nace y gente
que muere.
En cinco minutos alguien puede degustar una
rica almojábana con café.
Cinco minutos son suficientes para saludar a
un amigo que te encuentras en la calle, o cruzar unas frases amables con la
persona que, espera en el consultorio ser atendida por el médico y está tan
preocupada por el diagnóstico.
Cinco minutos son suficientes para transmitir
esperanza a las puertas de la unidad de cuidados intensivos.
En cinco minutos unos esposos, unos novios,
unos amigos puede hacer las paces y reconciliarse de nuevo.
En cinco minutos se pueden dar cinco abrazos
de un minuto cada uno, o regalar un puñado de besos que sanen el alma de quien
los recibe y de quien los regala.
En cinco minutos puedes conocer a alguien que
te caerá bien para toda la vida.
En cinco minutos se pueden compartir los
enormes problemas de los hijos y oír los experimentados consejos de los nietos.
En cinco minutos caben guiños, sonrisas y más
guiños.
En cinco minutos se puede llamar a un amigo y
preguntarle como está. Si te quiere de verdad entenderá que en ese momento no
tienes mucho tiempo y sin embargo, te acuerdas de él.
En cinco minutos se puede leer un artículo
que nos interesa, o una página más del libro que nos entretiene estos días.
En cinco minutos se pueden colocar en la olla
los ingredientes de un buen «sancocho», esa tradicional sopa que incluye
verduras, hortalizas, una proteína cárnica y un buen agregado de amor como
esencial condimento.
Mientras Néstor Zavarce, nos recuerda que
«Faltan cinco pa’ las doce», es buen tiempo para pensar que en cinco minutos
puedes comenzar a escribir un poema, un relato, un estudio, una reflexión. En
cinco minutos de espera hay gente que desespera, en fin… cinco minutos cuentan
mucho. En el año que se inicia, tenemos
veinticuatro horas todos los días para dividirlos de cinco en cinco minutos y
emplearlos en positivo. ¡Sólo cinco minutos!
Felipe
Guerrero
felipeguerrero11@gmail.com
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