Pareciera que el régimen está embotado. Sigue creyendo que su activismo político, mejor dicho su desgastado proselitismo, le resolverá la crisis económica. Antonio José Monagas
ANTONIO JOSÉ MONAGAS |
ECONOMÍA “BASURA”
Definitivamente, para 2015, el horizonte de
la economía no luce nada bien. A decir por las tendencias que muestra el
gobierno a través de sus equivocadas decisiones, el nuevo año se desarrollará
bajo oscuras consideraciones. Desde luego, todas perturbadoras. Cualquier
análisis, aunque leve en términos de sus perspectivas, dan cuenta de lo
engorroso de cómo se comportaría la economía de no tomarse medidas que
realmente se pronuncien por revertir el camino que ahora lleva.
El caos de la economía, compromete
situaciones que afectan al resto de las instancias sobre las cuales se depara
la vida institucional del país. De hecho, algunas complicaciones se dejan ver
en fecha recién, cuando la ONG Transparencia
Internacional en su “Índice de Percepción de la Corrupción 2014” señala
que Venezuela, junto con Paraguay, son percibidos como los países más corruptos
de América Latina ocupando los puestos 161 y 150, respectivamente, en un
conglomerado de 177 países.
Sin embargo, el problema adquiere serios
visos cuando se detalla lo que ocurre al interior de la dinámica económica
nacional. No hay duda de lo desatinada de las políticas económica, fiscal y
monetaria seguidas por el alto gobierno. Aunque en lo exacto, las misma distan
mucho de ser verdaderas políticas públicas pues apenas son parte del decálogo
populista. Además, representan el ensalzamiento del proyecto político-ideológico
a partir del cual, sus dirigentes y
conspicuos funcionarios, estructuran sus consuetudinarios discursos y
engañosas ofertas electorales.
En principio vale decir que ante los ojos del
ámbito económico internacional, es penosa la situación que vive Venezuela.
Quienes tienen alguna idea del significado de la teoría y praxis económica,
reconocen el terrible estado por el cual atraviesa la economía venezolana.
Nadie quiere saber nada de los bonos nacionales emitidos por PDVSA. Hay fuerte
desconfianza en torno a la capacidad de pago del país durante los primeros
meses de 2015. Particularmente, cuando no se advierte alguna medida
gubernamental de encauzar debidamente la economía por cuanto no hay signo del
régimen de estar lidiando con la incertidumbre. Menos, llegando a acuerdos
reales con puntales actores de la economía: bancas de inversión e
inversionistas que busquen comprar parte importante de la deuda que el país
mantiene con los principales estamentos de la economía internacional.
Pareciera que el régimen está embotado pues
sigue creyendo que su activismo político, mejor dicho su desgastado
proselitismo, le resolverá la crisis económica. Es un tanto lo que cualquier
analista pudiera responderse al observar la negligencia o displicencia que define
cada uno de sus politizados movimientos. Sobre todo en momentos como los
actuales, en el que Venezuela se encuentra en medio de la cruda antesala de una
grave crisis de la economía cuyas magnitudes lucen inimaginables e
incongruentes con lo que una vez se trazó de cara al tercer sexenio en manos
del engreído proyecto revolucionario.
Todo hace ver que el país está al borde de
una situación caracterizada por una desmesurada contracción del poder
adquisitivo de los venezolanos lo cual será razón para que vuelvan a animarse
protestas de todo género. O sea, estas realidades incidirían con marcada
contundencia en la posibilidad de fraguar una exacerbación del venezolano cuyas
esperanzas se pasean por expectativas acompañadas de una mejor calidad de vida
en todo sus niveles. Sin embargo, las condiciones pintan agrias situaciones que
de no ser eficazmente entendidas y asumidas como parte de la gestión de
gobierno mediante una administración mesurada del gasto que ahora hace por
razones de exclusiva demagogia electoral, el país caería en una gigantesca
brecha cuyas consecuencias terminarían por demoler los resquicios de democracia
que todavía quedan.
De insistir el régimen haciendo explosivos
gastos suntuarios que no se corresponden con las medidas de austeridad
anunciadas e impuestas, la economía se dispararía al extremo convirtiéndose
cualquier propuesta de ordenamiento social o de índole político, en un craso
asunto de lo que se ha dado por llamar economía “basura”.
VENTANA DE PAPEL
56 AÑOS DE AUTONOMÍA UNIVERSITARIA
El pasado 5 de Diciembre, la Universidad
venezolana conmemoró sus primeros 56 años de haberse sancionado la Ley de
Universidades dictada entre aciertos y desaciertos. Éstos, propios de un
momento en que Venezuela se despedía de un régimen dictatorial que se prestó
para desconcertar el discurrir académico a punta de represión y agravios.
Para entonces, 5 de Diciembre de 1958, la
Junta de Gobierno de la República de Venezuela, presidida por el Dr. Edgar
Sanabria, apoyada en la opinión favorable del ministro de Educación, Dr. Rafael
Pizani, emite su Decreto Nº 458 el cual, a diferencia de lo pautado por la
anterior ley aprobada el 2 de Agosto de 1953, estableció una enseñanza
universitaria inspirada en el espíritu democrático y abierto a todas las
corrientes del pensamiento universal. Indicaba taxativamente el carácter
autónomo universitario. De ese modo, aducía que “las universidades son
autónomas, de acuerdo con lo establecido en la presente Ley” (Artículo 8º). Y
aunque veintidós años más tarde fuera reformada dicha Ley, todavía su esencia
permaneció. Su normativa continuó respirando amplitud, libertad y democracia.
Así que a casi cuatro años de cumplirse el
sexagésimo aniversario de promulgación del dicha Ley, puede y debe decirse que
sus efectos validaron el desarrollo del país. Y que si bien, en la actualidad
existen universidades que viven a la sombra de un proyecto hegemónico
apuntalado en un vetusto sectarismo, que desconocen la aplicación de esta Ley,
no podrá nunca dudarse de los beneficios que ésta trajo al país al estimular
que su crecimiento científico, tecnológico, humanístico y artístico fuera
producto de preceptos fundamentados en la ecuanimidad, dignidad y moralidad de
objetivos que supieron identificar la dirección que apuntaba la brújula
académica.
El desarrollo institucional del país se logró
gracias a la conciliación que se forjó entre propuestas de democracia y
necesidades fraguadas al amparo de capacidades de venezolanos preocupadas por
moldear el futuro que por necesidad se había ganado Venezuela en tiempo de
luchas sociales y políticas. Hoy siguen exigiéndose realidades acordes con lo
que se plantearon aquellos abnegados universitarios que pensaron en mucho más
de 56 años de autonomía universitaria.
VIVIR DE PENDEJADAS
Quizás la acepción de tan popular expresión,
que utilizó Arturo Uslar Pietri para referirse a los no corruptos, dice más que
cualquier otra palabra con la cual se busque destacar actitudes personales.
Aunque para el diccionario, el término “pendejo” tiene varios significados. Desde los que
refieren la condición de ruin, cobarde o pusilánime, hasta los que caen en la
categoría de valientes o de decididos. En fin, es una palabra cuyo eco
repercute de modo especial en toda América Latina.
Sin embargo, no cabe duda de que está mas
cerca del sentido semántico que recoge sinónimos como necedad, majadería,
estulticia y otros cuantos que apuntan hacia quien, de alguna manera, es tonto
en extremo, o quien disimula o elude cierta responsabilidad para evitar mayores
exigencias. La politiquería, a diferencia de la política entendida como arte,
ciencia o filosofía de vida, está atiborrada de este tipo de pendejos. Pero
clasificados en varias categorías según la intensidad de la situación que los
convierte en pendejos. También, según la crisis por la cual atraviesa la
politiquería. O de acuerdo al tiempo que vive ésta.
No hay duda. La politiquería no sólo la
componen hordas de estos pendejos. Además, quien llega a las filas de la
politiquería sin ser pendejo, se convierte en tal. De ahí, que por mucho
esfuerzo que desde la politiquería se haga en aras de reconvertir al país en un
portento de hombres virtuosos, armados de las mejores ideas para encaminarlo
hacia un futuro promisorio, el resultado es cuando mucho insuficiente. Porque
casi siempre, esos mismos esfuerzos terminan acentuando problemas conocidos. O peor
aún, creando nuevos reveses sin siquiera tener idea de su condición, sentido,
dirección y magnitud.
Cuando hay carencias de voluntades políticas,
capacidades técnicas o teoréticas o propuestas metodológicas o instrumentales,
las realidades se tornan difusas. Mejor dicho, se vuelven estériles pues
cualquier posibilidad de encontrarle salida a alguna dificultad de mayúsculo o
minúsculo tamaño, se transforma en mera sandez. Sin garantía de revertirse con
el propósito lograr un resultado consistente y valioso. Y ciertamente esto
sucede cuando se acostumbra una sociedad, colectivo, gremio, facción o
población a vivir de pendejadas.
“El hecho de considerar que la política determina el modelo económico que sigue una sociedad, no significa lo contrario. O sea, que la economía deje de tener la fuerza necesaria para voltearle las ínfulas hegemónicas a un proyecto político en cuestión” AJMonagas
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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