SUSANA MORFFE |
La
vida en Venezuela se va llevando a punta de trancazos, imposiciones y rebatiñas
al estilo de cualquier circo callejero para ganar dinero fácil y exponer lo
poco que le queda al país, como un
documental barato de muy baja producción.
Desde Caracas, pasando por los
distintos estados hasta llegar a la región insular, desluce el panorama con las
colas para adquirir lo que sea, desde un desodorante hasta el papel toalet y la
cotidiana compradera de lo que se encuentre para engañar el estómago.
En
el performance criollo y palurdo puesto en escena por el régimen, su productor
se muestra como un saltimbanqui, realizando proezas para hacer las navidades
menos tristonas, o algo felices, de manera que el ciudadano común no vea con
facilidad el desastroso mamotreto montado en las tablas, para finalizar el año
arrastrados por el titiritero mayor.
Primero
le dio un bajonazo al precio de las muñequitas Barbies, la muñeca ‘antiBarbie’ que tiene acné,
celulitis y lunares, esa no, porque ya está prevista para el comienzo de las tradicionales compras
navideñas en Estados Unidos. Luego se metió con el precio justo a todo artículo
que estuviera o no en la cesta superbásica, sin incluir alcaparras, aceitunas,
pasas y demás ingredientes para elaborar hallacas.
En
el intento de ser gracioso y bonachón se va pareciendo al perro cuando escarba
la tierra buscando un hueso, claro, lo hace para encontrar algo más que
ofrecer. Nuevo precio para la gasolina pasó por su sombrero mágico. Ay Dios!
Que hago, que hago, que más invento para que no se voltee la tortilla. En el
relajo se les ocurrió eliminar el Instituto Venezolano de Investigaciones
Científicas, IVIC, porque total, en el país todo está investigado y
descubierto.
Horas
antes de que cesaran los poderes para legislar, otorgados por la Asamblea
Nacional hace un año, impulsa una reforma tributaria. Más impuestos sobre
artículos de lujo, el alcohol (próximo año) y tabaco, para aumentar la
recaudación de una supuesta inversión social. El Puerto Libre aguantado con
respiración artificial, expropian construcciones turísticas y los que tienen familia adentro y fuera de la
isla de Margarita quedan varados por falta de boletos aéreos y marítimos,
por un farsante auge del turismo.
Un individuo no puede ser gobernante cuando ignora su real y soberano compromiso con sus gobernados, traducido en bienestar en todas las áreas de la vida y eso no ha sido posible en ningún estado del país. Venezuela arde, pero no entre aplausos y risas, sino en un sofocante ambiente de tensión, enmarcado en una sonora protesta de los expulsados del PSUV y cada pueblo reclamando en tarima el pago de esta frustrante actuación de circo callejero. No quieren patria, sino retorno de la democracia y que le pidan perdón al pueblo.
Susana
Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
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