OMAR ÁVILA |
Desde hace unos cuantos años vengo escuchando hablar de militares
“Institucionales”, en mi humilde opinión, si esperamos por ellos -si es que de
verdad existen- para poner fin a este desastre y orden en esta soberana crisis
en que nos encontramos, nos tocará recoger los vidrios rotos.
Este gobierno “socialista”, como se hacen llamar, ha destruido
todo lo que toca, desde PDVSA, el campo, la moral del pueblo, en fin, la Patria
que tanto pregonan.
Lamentablemente lo único en que se han hecho expertos y tienen el
primer lugar, es en anarquía, burocracia y corrupción. Convirtieron las
cárceles en universidades y sedes de especialización de la delincuencia, aquí
cada vez son menos los turistas que nos visitan, de seguir así, llegará el
momento que más bien veamos a muchos venezolanos naufragando, la inflación se
come los sueldos, la devaluación ha acabado con la calidad de vida de los
venezolanos, cada día son menos los vuelos de las distintas aerolíneas
internacionales para Venezuela, motivado entre otras cosas, a la deuda de más
de cuatro millones de dólares; nuestras autopistas y puentes se caen a pedazos,
así como la economía que nos asfixia.
Estos militares que gozan de una serie de “bondades” y beneficios
extras que van más allá del sueldo, como por ejemplo no tener que pagar inicial
para la compra de una vivienda o un carro, tener una televisora y un banco
propio. A pesar de todo esto ¿Consideran ustedes que hay militares,
funcionarios institucionales o patriotas que quieran convertir a este país en
algo grande y bonito? En lo personal creo que habrá uno que otro que se queje,
pero de ahí a alzar su voz, demostrar su descontento y convertirse en un líder
de un movimiento que sea capaz de recuperar la patria de Bolívar, “NO HAY”.
Por todo lo antes expuesto, es que insisto en que el cambio está
en cada uno de nosotros, en que como venezolanos todos debemos aportar nuestro
granito de arena para poder salir de este atolladero en el que nos ha sumergido
este régimen nefasto, como ciudadanos toca organizarnos, cumplir con nuestro
deber, para poder exigir nuestros derechos; pero entre todos, no esperar, ni
soñar y pretender que va a llegar un mesías a resolvernos todos nuestros
problemas como por arte de magia, porque eso tampoco existe.
Ejemplos de que esto debe ser así, hay muchos: Pinochet en Chile
es uno, fueron 10 años de organización y trabajo, al régimen de Hitler que duró
12 años, Fujimori en el Perú que duró poco más de 10 años –este cerró el Congreso
y mandó a reestructurar el Poder Judicial y gobernó durante 2 años con dominios
totales- hasta en nuestro caso hace casi siete décadas, cuando Marcos Pérez
Jiménez nos gobernó por 6 años. Puedo entender el desespero y hasta la
desesperanza, pero recordemos que las circunstancias en nuestro caso comenzaron
diferente y ahora, pasado 16 años, a año y medio de la desaparición de su
líder, es que nuestros hermanos han comenzado a abrir los ojos, a ver la
realidad, a sufrir cada vez con mayor intensidad lo que no respeta distingo de
religión, clase social o filiación política, como lo es la inseguridad, el alto
costo de la vida, la escasez, el desabastecimiento de medicamentos, entre
otros.
Omar Avila
oavila1973@gmail.com
@omaravila2010
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