FAUSTO MASÓ |
Para
un amigo estos días le recuerdan el 26 de febrero de 1989, dicen que Maduro no
sube la gasolina por miedo. En cambio, muchos repiten que aquí no pasa nada;
claro, tienen razón hasta que pasa.
Hay
algo seguro, estas son las navidades mas lúgubres de la historia venezolana. Ni
en las tiendas, ni en la calle, ni en la televisión hay ambiente. Los centros
comerciales carecen de alegría, los comerciantes evitan llamar la atención a la
legión de matraqueros que los amenazan, abundan las tiendas cerradas, o sin mercancía.
Nadie compra, o no hay nada que comprar. No hay vuelos al exterior, ni dentro
del país. La gente no busca regalos sino una batería para el carro, cualquier
repuesto. Nadie anda con paquetes por la calle, ni menos sale de noche, apenas
a una panadería cercana.
Maduro
debiera hacer su próxima cadena junto a un arbolito de navidad.
En
televisión las empresas no colocan vistosos comerciales, por la radio no se
escuchan canciones navideñas. Apenas hay compradores de pinos que fueron
importados con dólares controlados, compre uno, son una ganga. Corpoelec ha
decretado navidades a oscuras, en algunas avenidas de Santa Paula, o de Catia
no hay un farol encendido.
Estas
son las navidades más desoladas que se recuerdan en Venezuela, no he visto a un
maldito disfrazado de San Nicolás.
Siéntese
frente al televisor y échese a llorar. No hay anunciantes, no hay empresas. Las
pocas que han sobrevivido no producen esas cuñas espectaculares de otros años,
cuando por la radio se escuchaban canciones navideñas
¿Por
qué Maduro escoge las navidades para decretar nuevos Impuestos?, nada menos que
a la bebida. Solo hay una razón, necesita plata urgentemente, solo así se
explica escoger una fecha tan poco apropiada para estas leyes. No se sabe
todavía bien lo que anunció, porque hay nuevas leyes como la modificación de la
regulación de la pesca que no se entienden
¿Vuelve la pesca de arrastre?
La
Agenda Ramírez parecía derrotada. El ex ministro de economía organizaba
reuniones internacionales para explicar los planes económicos del país, subían
bonos venezolanos, se daba por seguro el aumento de los precios de la gasolina.
Hasta que lo destituyeron, pero ahora el economista Francisco Rodríguez aparece
en la televisora oficial defendiendo el cambio único.
Los
buhoneros siguen vendiendo productos regulados. El contrabando de extracción,
100,000 barriles diarios, no sale por culpa de un ejército de pimpineros y de
camiones. Uno sospecha que el contrabando sale por los mismos puertos. No hay
otra.
Venezuela
es la más desolada excepción en América Latina, en el resto del continente la
economía crece y persiguen a los corruptos poderosos. Maduro preside estas
navidades el entierro del país.
En
Brasil y en México la sociedad se alzó frente a la corrupción y la crisis. En
Brasil metieron en la cárcel a numerosos millonarios, “300 agentes de la
policía federal detuvieron en seis Estados a 23 de los empresarios más ricos y
poderosos de Brasil. Muchos pertenecían al “club de los mil millones. Apenas
les dio tiempo para llenar una maleta pequeña con mudas, lecturas y un
neceser”.
En México sale la gente a la calle a jugarse
la vida. Entre nosotros, ¿qué pasa? Nada. O, como dicen algunos ¿estamos en el
26 de febrero? Sinceramente no parece.
Vamos rumbo a una inflación superior al 100%, a un desabastecimiento
mucho mayor, a un desempleo masivo en lugares como la zona industrial de
Valencia.
Solo
los bolichicos brindan con champán, están adquiriendo a precio de saldo empresas
venezolanas y a continuación utilizan sus contactos oficiales a favor de esas
empresas. Dicen que compraron las atuneras, por ejemplo. Tienen mas miedo a
invertir en Estados Unidos que en Venezuela
Los
bolichicos sí están en navidades.
¿Está
consciente la oposición de lo que está ocurriendo? No se trata de escoger entre
los defensores de la salida, o apostar a las elecciones legislativas, sino de
algo mas trascendental, expresar indignación frente a un país que se desmorona,
porque pronto no abandonarán Venezuela solo los jóvenes profesionales, sino
pronto también lo hará todo aquel que consiga una visa para el exterior, aunque
sea para Namibia.
Fausto
Masó
fausto.maso@gmail.com
@faustomaso
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