Por estos días un
entusiasta miembro de la Cámpora dijo sin sonrojarse: “mentir también es una
forma de gobernar”. Si para ellos el engaño es un modo de conducir un país
¿decir la verdad es menoscabar las conductas de los honestos? Según ellos
parece que sí.
En los libros
sagrados del kirchnerismo están concebidos estos paradigmas en varios de
sus capítulos, cuyos versículos se
dividen en períodos vigilantes de acuerdo a la estacionalidad de los hechos.
Por eso, cuando la sinfonía empieza a desentonarse, los tenores adulones
estimulan los acordes preestablecidos para que el coro de alcahuetes acomode
nuevamente la armonía.
Esa construcción
funcionó al compás de los desparpajos que complacían a los directores de la
ópera. Pero como todo lo ordinario dura poco, esto también se terminó.
Ahora que el camino
empieza a desandarse y el llano es una sábana espinosa, aparece la amenaza de
una caja de pandora que cuando se abra despedirá un olor nauseabundo que
impactará en la médula del movimiento k. Nada bueno saldrá de esa estampida y
vendrá la disolución de la banda.
El objetivo
refractario que han perseguido no fue precisamente cuidar la institucionalidad,
los derechos de todos y el patrimonio nacional como tanto bramaban;
abiertamente fueron usados como trampolín para que crear los nuevos millonarios
argentinos -es decir, ellos - optando para conseguirlo con una desvelada
violencia verbal y un relato separativo de la realidad.
Nadie tiene dudas que
es uno de los gobiernos más corrompido de la historia. Si se hace un sencillo
balance de gestión nos encontramos con que la mayoría de funcionarios,
burócratas, autoridades e infiltrados - fueron - están - y serán procesados
judicialmente por hechos y presuntos actos delictivos. Es increíble, pero todos
los días aparece un nuevo acusado.
Como el absolutismo
del pensamiento único estrangula la libertad de los pueblos, no dudaron en ir
por la reforma de la ley de medios y una comprometida metamorfosis judicial,
sancionando leyes mal intencionadas e inconstitucionales para amedrentar a
quienes se animaban a denunciar ilícitos. ¿Qué hubiese sido si finalmente
silenciaban a Clarín, la Nación, Perfil, TN y algunos otros? ¿De qué nos
hubiésemos enterados los argentinos con Canal 7, CN23, Canal 9 y tantos otros
adictos?
Cristina Kirchner
finalmente encontró lo que su ceguera y su propia incapacidad visionaria no le
permitían ver, sus limitaciones en conducir un país en riesgo, abismo al que
ella misma lo empujó. Lo terminó de demostrar con sus últimas apariciones en
público, propio de una persona desequilibrada que explica y expresa un montón
de pavadas, exhibiendo no estar preparada para dirigir un país.
Querer desafiar los
grandes perfeccionamientos de la humanidad con empeños prehistóricos es
estrellarse contra un peñasco rocoso, y resistir a las teorías de crecimiento
que prosperaron en el mundo desarrollado es suicidarse con el dinero en la
mano. Eso les pasó, en su momento sobraron recursos y el país ahora terminó en
cesación de pagos, peor aún, en desacato.
Aunque el default
argentino es irrelevante para las finanzas internacionales, estas contingencias
se podían haber evitado; pero pudo más la estupidez de un gobierno que se
incrustó en un callejón resbaladizo a tal punto que la Sra. presidenta salió a
decir - sin que nadie se lo pregunte - primero que la gobernabilidad no corre
riesgo, y segundo que ahora está en marcha un golpe de estado económico de
grupos concentrados que quieren voltearla. Con estos dichos imprudentes deja al
descubierto la vulnerabilidad de su administración. Solo faltó que el precio de
la soja disminuyera en forma preocupante para que todo tambalee, esa es la
verdad.
Ninguna fiesta es
gratis. Ahora que llegó ese desplome faltan dólares y aparece el colapso.
Todos, absolutamente todos los indicadores económicos hoy dan negativo, salvo
el de la corrupción que ese sí goza de buena salud.
Los recursos
millonarios que no se sabe dónde fueron a parar, aunque se sepa cómo se
gastaron, serán la espada de Damocles de un país ya en estanflación. No hay
Dólares y el malestar aumenta; por ese motivo viene “la negación de todos los
pecados” y no quieren hacerse cargo de su propia herencia, negándose a
desactivar el cepo cambiario que empuja
a los ciudadanos a comprar esa moneda como resguardo de sus ahorros.
Como la maquinaria de
fabricar esas divisas (que es el campo) está en caída, estalla la impotencia.
Las perspectivas del sector agropecuario hacia el futuro son una incógnita, los
precios de los commodities están en baja y no se sabe cuál es el piso. Lo que
sí se conoce es que con el nuevo descubrimiento energético, el shale gas y el
shale oíl, Estados Unidos ha solucionado el abastecimiento del primero y va en
camino del segundo; una buena parte del cereal destinado a energía hoy lo está
ofertando en el mercado internacional. Tienen en la actualidad más de trece mil
pozos en producción, y en vías de expansión, calculándose las reservas para
cien años (Argentina tiene perforados en vaca muerta solo ciento veinte).
Si a esto le sumamos
que China está adquiriendo grandes extensiones de tierra en África para
cultivos, el panorama para el campo se torna incierto. Difícilmente los precios
vuelvan a los niveles de años anteriores; si hoy no se eliminan retenciones la
agricultura en Argentina paradójicamente resultaría inviable.
A este abismo
aventurero nos llevaron por desidia he insensatez, pero sobre todo soberbia. Y
como han perdido “la virginidad cambiaria” la encrucijada vuelve a ser,
devaluar el peso o no devaluar; hoy el tipo de cambio es una orgía financiera
que los encerró en una brutal emboscada. Devaluar sería querer apagar un incendio
con solventes, y no devaluar es ahorcar con un torniquete el sector exportador
que vio como la inflación devoró en poco tiempo la competitividad conseguida
con la desvalorización del peso de principios de año. Finalmente una nueva
devaluación asoma en el horizonte.
Un silencio
disimulado hace ruido en la mudez de muchos oficialistas. Ante estos dilemas,
siguen con el teatro de operaciones ingeniosas para que pase el tiempo ya que
el 2015 se presenta lejano y la crisis avanza. Como los genios siguen frotando
la lámpara y no consiguen nada alentador, optan por sancionar leyes
preocupantes que darán el golpe de gracia a la institucionalidad con la
aprobación en forma unilateral, primero de la reforma a la ley de
abastecimiento, segundo la transformación arbitraria sin el respectivo debate
del nuevo Código Civil y Comercial; y por si eso no alcanzara olfatean
despenalizar las drogas. Argentina no necesita aprietes, ni reformar códigos, y
menos un libertinaje de estupefacientes; lo que hace falta es parar la inflación
y que haya inversiones para retomar el crecimiento.
Para colmar la
interminable procesión de exabruptos, vuelve a aparecer la Sra desafiante en
cadena oficial ante una militancia que hoy apenas alcanza para llenar el patio
interno de la casa de gobierno, arremetiendo con duras acusaciones hacia quien
podía haber logrado finalmente que los fondos buitres no tuvieran otro remedio
que entrar al canje de deuda si se hubiese negociado con racionalidad y
profesionalismo. Esa persona, aunque lo odien, es el juez Thomas Griesa, blanco
de todas las acusaciones de una mujer furiosa que no repara en sus horrores; e
imagina y anuncia que una colección de especuladores busca terminar con su
gobierno. Hasta llegó a victimizarse de un posible atentado para terminar con
su vida.
Como corolario a
semejantes delirios, dijo que los argentinos deberán mirar, no a Oriente sino
hacia el norte. Ese punto cardinal tal vez sea Venezuela, ¿próximo refugio?
después que termine su mandato antes de tener que desfilar por los tribunales
de justicia en nuestro país.
Raúl R. Zorzón
rzorzon@malabrigo.com
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