La esperanza que
llevó a un pueblo a creer en la aventura bolivariana se ha consumido. Bajo el
peso del fracaso del proyecto chavista, el régimen ha convertido la realidad en
una burla a los sueños del ciudadano que aspiraba un mundo mejor.
“Cheverito” ese personaje de “comics”
inventado para promover el turismo nacional, terminó convirtiéndose en la
imagen perfecta de la patética realidad.
El personajito
existe solo en la mente de los funcionarios, esos que pueden viajar por el país
en camionetas de 32.000 dólares, con escoltas, con cámara de fotografía última
generación, con su tableta, un iPhone y derrochando en hospedaje, transporte y
comidas, que el venezolano de pueblo no puede costearse.
Ese país que
dibujan en la historia es el representado en el discurso oficial, como si
viviéramos en otra galaxia. La verdadera realidad la describen las noticias:
vías intransitables, asaltos en carretera, secuestros y asesinatos, esperan a
la vuelta del primer cruce de carretera.
El presidente
Maduro salió defendiendo a “Cheverito”, no entiende que Venezuela está
sufriendo, para él el país está chévere, el venezolano no tiene razones para
estar amargado, como va ser, si estamos como los cubanos nadando en el mar de
la felicidad.
A quien se le
ocurre creer que en el país se ha destruido la producción, si los supermercados
están llenos de productos. Como se atreven a decir que tenemos problemas
sanitarios, si aquí no hay enfermos, ni epidemias y las farmacias no alcanzan a
almacenar todas la medicinas que poseen en inventario.
Imagínense lo que
inventan los de la oposición, que aquí hay inseguridad, cualquier país tiene
200.000 mil muertos por año y nadie dice nada.
Para Nicolás, no
hay problemas con las líneas aéreas, ni los Castro mandan en el país, perdón
esto si lo sabe porque es el primero que recibe órdenes, pero le instruyeron
que lo negara. Hace la concesión a cambio de que lo mantengan en el poder.
Por lo visto
“Cheverito” fue asaltado, asesinado a balazos y detenido por militares en
protestas opositoras. Lo que encontró fue supermercados con estantes vacíos, se
quedó sin conocer destinos a causa de los retrasos aéreos y al mal
mantenimiento de los aviones, hasta se asustó cuando le informaron que no había
repuestos para repararlos, trato de viajar por carro pero se encontró con la
misma situación.
Los venezolanos
siempre nos hemos sentido orgullosos de nuestro país, su diversidad geográfica
natural, su clima, sus playas, sus montañas, la Gran Sabana, sus islas, han
sido lugares que hemos disfrutado en nuestros viajes del pasado, no nos
cansamos de describirlos con los mejore epítetos.
Pero la cruda
realidad le está negando a las nuevas generaciones conocer su país, alguien me
contaba que en Venezuela solo existía turismo de aventura, era una aventura
regresar vivo.
Este país en que
nos han convertido, es el de la amenaza, el del abuso de poder, el del
atropello físico y verbal, el del odio entre compatriotas, el de la escasez, la
violencia y el de la barbarie. Donde ya no basta con asesinar, sino que es
necesario torturar y descuartizar para impactar con el horror.
Donde pranes,
traficantes, mafiosos, terroristas, colectivos y asesinos se desplazan y actúan
impunemente… hasta apoyados.
Donde el gobierno
todo rojito, el que controla los poderes, el que despilfarra el tesoro
nacional, el que produce nuevos ricos con carnet bolivariano, se encuentra muy
ocupado persiguiendo estudiantes, expropiando u obligando a cerrar empresas,
sacrificando puestos de trabajo, metiendo preso a Leopoldo, persiguiendo a
María Corina o a Ledezma, o a cualquier ilustre médico que se atreva a alertar
sobre las epidemias desatadas.
En el cual de
manera clandestina, de manos de rojitos pro-islámicos se manejan intereses de
los extremistas, se recogen fondos, se penetran comunidades para controlar en
el futuro movimientos. Se instrumentan mecanismos para ayudar a Irán en su
pretensión por dotarse de la bomba atómica y borrar del mapa a Israel o se
conciben estrategias para sostener el régimen dictatorial de Siria.
Frente a este
panorama ¿cómo el pueblo venezolano puede seguir soñando? La felicidad no se
decreta con un Ministerio, que encima de cursi es un fiasco, una burla.
Lo que presenciamos
es la desesperación de un régimen para no perder el poder, dispuestos a la más
dura represión para no entregar el coroto. Controles para despertar temores,
capta huellas, chips, compra de medios de comunicación, estrangulamiento de la
prensa libre, persecución a las instituciones universitarias, control de los
medios y de distribución de alimentos, todo devorado por el gusano rojo.
Gordo, vulgar e
ineficiente, un gusano que se comió la producción nacional, que confiscó
tierras, que destruyó las empresas básicas de Guayana, las refinerías y a
PDVSA.
Con su sequito
enquistado en el poder, responsable de escasez, inflación, hambre y corrupción.
Hipotecando la Nación con la venta de crudo a futuro a los chinos y
proponiéndose a rematar importantes activos petroleros como Citgo.
Los jerarcas de la
revolución están dispuestos a pactar con el diablo, para conseguir más recursos
para una tesorería nacional sin fondos
La manipulación y
la mentira pretenden esconder que se despilfarró durante quince años, los
recursos necesarios para la vida de los venezolanos. He allí el origen de la
desesperanza, de la perdida de la fe en los sueños, de la causa que nos llevan
a emigrar buscando condiciones sanas de desarrollo personal.
Pero por encima de
la situación creada por “la revolución bolivariana”, existimos tú y yo, la
gente dispuesta a recuperar el país, capaz de ensenarles al gobierno que no se
encuentran por encima de las leyes humanas y divinas.
Nos encontramos
maracuchos, caraqueños, andinos, orientales, llaneros, costeños… venezolanos
bajo el sol, soplados por la brisa del mar o la montaña, deseosos de comer
arepas, cachapas, empanadas de cazón o comida en coco.
Venezolanos que nos
atrevemos a soñar… a soñar con un cambio y a convertirnos en autores de esa
transformación.
Aspiramos un mundo
mejor, donde podamos vivir juntos y en paz. Donde se respete la dignidad de
todos.
En el cual
desaparezcan las grandes diferencias sociales, donde tengamos trabajo, casa y
comida.
Soñamos con que se
acabe el temor, la inseguridad y la violencia. Con una Venezuela en la que la
vida sea un valor primordial.
Un país donde
recuperemos el calor humano, la sonrisa en el rostro y el abrazo fraterno.
Donde volvamos a llamarnos “hermano” y existan menos lágrimas y dolor.
Aspiramos que se
respeten nuestros derechos, el fruto de nuestro trabajo, el presente y el
futuro. La alegría de compartir, trabajar y luchar, para que ese mundo que
sueño se convierta en realidad.
Nelson Castellano-Hernández,
nelsoncastellano@hotmail.com
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