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lunes, 27 de octubre de 2014

CARLOS E. AGUILERA A., EL TROLL, SOCAVA LA CRÍTICA Y LA LIBERTAD

“Mi profesión ha sido siempre el culto popular y la veneración a las leyes y a los derechos” Simón Bolívar
El vocablo o palabra Troll, es de reciente uso en la gramática política contemporánea. Por ello, nos permitimos explicar su origen.

Troll es un término noruego que menciona a una criatura mitológica. En nuestra lengua, la escritura correcta de la palabra es trol, con una sola L, según acepta el diccionario de la Real Academia Española (RAE). De acuerdo al folklore de Escandinavia, un trol es un ser que vive en cavernas y regiones boscosas. Su apariencia varía según la historia: hay relatos que mencionan a los troles como gigantes malvados, mientras que otros los definen como humanoides que secuestraban a niños.

Para J. R. R. Tolkien (creador de “El Señor de los Anillos”), un trol era una criatura gigantesca de gran fuerza y escasa inteligencia. J. K Rowling también pensó en los troles como bestias de gran tamaño en la saga de “Harry Potter”.

En política, su malvada presencia no pasa desapercibida, y así lo demuestran los recurrentes hechos que desde hace 15 años vienen sucediendo en nuestra sufrida patria, los cuales serían largos de enumerar si nos abocamos a esta tarea.  Pero si conviene señalar la existencia de equipos de “trolls” en nuestro país, y  se observa en los últimos tiempos su interés en socavar la crítica y la libertad, en las acciones del régimen socialista, marxista, bolivariano y por ende comunista, como lo afirmó en cierta ocasión el propio Fidel Castro, para evitar que se construya una narrativa política distinta a la suya, a través de las redes sociales.

Se conoce el descubrimiento del Troll a través de un documento filtrado, de un  colosal plan del gobierno de Vladimir Putin para intervenir las redes sociales por intermedio de falsas cuentas con el fin de contrarrestar las críticas de la invasión rusa a Ucrania, lo cual alarmó a los Estados Unidos. El proyecto consistió en crear y administrar miles de cuentas en Twitter, Facebook y blogs, con la intención de comentar las noticias publicadas por la prensa particularmente de EE.UU, y por consiguiente crear la ilusión de una corriente de opinión que justificara la intervención rusa en Ucrania. El propósito fue acosar con falsas cuentas, amén de desprestigiar,  a aquellos líderes que criticaban la invasión.

A este esquema se le bautizó como la “Armada de Trolls”, en alusión al “troll”, palabra con la que se conoce, en la jerga de Internet, a una persona o cuenta que publica mensajes provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea. Ello no constituye ninguna novedad, pues en muchos países se conoce la existencia de estrategia de comunicación en redes sociales, en las que hacen uso de los llamados “trolls” y el régimen venezolano desde hace tiempo lo viene poniendo en práctica en el marco de los programas denominados “políticas de seguridad y soberanía”. Ya lo han demostrado en varias ocasiones, con la detención de personas que han publicado twitters que al régimen ha disgustado, como la del joven que divulgó la fotografía en la morgue, del diputado Serra.

En reciente estudio sobre el rol de la prensa estatal en los gobiernos autoritarios, realizado bajo el patrocinio del Foro Internacional para los Estudios Democráticos y la Universidad George Washington en los Estados Unidos, se plantea la tesis de que los regímenes se muestran cada vez más preocupados por lo que acontece en las redes sociales, sobre todo a partir de los ocurrido en la llamada “Primavera Árabe”. No pretenden bloquear del todo a la prensa independiente, pero si controlarla y atemorizarla, refiere el estudio, pues lo que se dice en las redes sociales es mucho más difícil de regular, por lo que buscan entonces deslegitimar lo que en ellas se dice. A ello se suma, que con el crecimiento del acceso a Internet, los regímenes represivos, ven como una amenaza a quienes hace uso de las redes sociales.

El troll, socava la crítica y está reñida con la actividad periodística de quienes ejercemos este digno oficio, o como diría el fallecido Gabriel García Márquez, el “oficio más hermoso del mundo”, que no es otra que el de ser custodio y garante de la libertad de expresión, tal como lo consagra la Ley de Ejercicio del Periodismo y que a través de su órgano rector el Colegio Nacional de Periodistas, conmina a sus agremiados a exigirles a sus empleadores, tanto públicos como privados, a que se permita darle a conocer a los ciudadanos venezolanos lo que está sucediendo, de manera veraz, balanceada y plural.

Por otra parte, el Código de Ética en su artículo 3,  refiere taxativamente que “el periodista debe impedir la concepción, promulgación y aplicación de decisiones que de alguna manera disminuyan, dificulten o anulen el ejercicio de la libertad de expresión y el libre acceso a las fuentes y medios de información, razón por la cual, ningún agremiado debe prestarse para generar desinformación ni silencio informativo. El artículo 2 del nuestro Código deontológico refiere por otra parte, que “el periodista tiene su origen en la libertad de expresión y el derecho a la información, normas democráticas consagradas en la propia Constitución Nacional, y por tanto debe luchar por la vigencia y efectividad de dichos principios”

El troll puesto en práctica por el oficialismo, atenta contra la libertad de expresión, pues lesiona el principio fundamental del ejercicio de nuestra profesión, por cuanto constituye un  perverso atajo para confundir, agredir, y utilizar el amarillismo y el sensacionalismo, atentando en consecuencia contra el derecho del ciudadano de estar debidamente informado.

Aún en “grado extremis” y en el supuesto de que el gobierno suspendiere las garantías, el artículo 337 de nuestra carta Magna sostiene que quedan vigentes sus prerrogativas, es decir,  “los derechos a la vida, prohibición de incomunicación o tortura, el derecho al debido proceso, el derecho a la información y los demás derechos humanos intangibles”.

Claro está, en un verdadero estado de derecho en el que los demás órganos de la República, no estén secuestrados por el Poder Ejecutivo, socavando por ende, la crítica y la libertad.

Carlos E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas  (CNP-122)

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