No haber sido capaces de romper ese trágico
equilibrio de fuerzas, obvio decirlo, es culpa exclusiva de la sociedad
democrática. Es resultado de una carencia de imaginación, inteligencia y osadía
políticas. Es producto de la apatía, el desinterés y la ignorancia de quienes
se niegan a mirar a través de ese espejo roto y tener el coraje y la osadía que
tuvieron quienes no esperaron encuestas para salir a conquistar la República y
nos han legado la democracia, hoy por hoy en estado terminal. Que otros se
alegren por el resultado de estas encuestas. A mí me desconciertan.
Una encuesta
ordenada por Fernando VII daba un 95% a favor de la provincia y un miserable 5%
a favor de la Independencia. A no ser que el financista que la encargara
hubiera sido Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Ponte
Palacios y Blanco y el universo de encuestados se hubiera limitado al
mantuanaje caraqueño amigo de los enciclopedistas franceses.
Primer despropósito: toma
variables diferenciadas por líneas rectas, cordilleras por horizontes infinitos
y seres de carne y hueso por logaritmos y estructuras matemáticas. Lo mismo
vale lo que opine un mudo que lo que afirme Plácido Domingo, un analfabeta que
Albert Einstein, un cojo que Lionel Messi. Son la perfecta sirvienta de la
señora democracia, ese error estadístico que menospreciaba Jorge Luis Borges.
Como lo sabemos sin necesidad de conversar con el Sr. Schemel, a la primera de
cambios la humanidad se decantó por el igualitarismo y enterró la libertad en
una fosa común. A veces se asoman los huesos de una mano.
Pero a los hechos, esos “facts” que tanto admiran quienes ven el mundo
en positivo: de la revisión de la última encuesta de Keller se deducía un hecho
monstruoso: existe un hiato hasta hoy insuperable entre lo que verdaderamente
siente la mitad de los venezolanos – esto es una basura y no resolverá uno solo
de nuestros gravísimos problemas – y lo que cree o le han hecho creer: sigue
siendo y con cierto orgullo “chavista”. Una quisicosa puesta en pie por
demagogos, usurpadores y farsantes que combina los desastres objetivos que
provoca con la seducción y el encantamiento de los espejos rotos.
De allí que a la hora de la verdad su hemisferio cerebral de elemental
racionalidad rechace todas las absurdas propuestas de los locos del patio,
mientras su otro hemisferio insiste en mantenerse en sus trece. Antes que darle
crédito a su elemental racionalidad se somete al siniestro universo de
rencores, odios, reconcomios e insensateces que le dicta seguir hundiendo las
patas en el estercolero.
Lo mismo sucede con esta reciente de IVAD, desgajado todo lo que pueda
ser considerado una cortesía de la casa hacia quienes la financiaron. Se
comprueba lo que todas las otras encuestan vienen reafirmando desde hace años:
del chavismo arrasador de fines de los noventa, a pesar de un cuarto de millón
de muertos, una devaluación digna de la crisis del 29 y la literal devastación
de un país que fuera próspero y feliz, sólo sobrevive un 30%. Pero ese “solo
30%”, en manos de los Castro, las fuerzas armadas controladas por los Castro,
el gobierno controlado por los Castro y los medios controlados por los Castro,
vale lo que jamás valdrá el otro 30% controlado por el espíritu santo. Pues
aunque Ud. no lo crea, existe otro 30% al que le parece que la lluvia sube de
la tierra al cielo, el sol se acuesta y se levanta y no considera apropiado
pronunciarse sobre lo que pasa o no pasa en el país.
La razón, por el camino escarpado. La sinrazón, de bajadita. De cada 10
venezolanos, 8 consideran que el gobierno está equivocado, va hacia el
despeñadero, vivimos una feroz crisis política y económica, Maduro traiciona el
legado dejado por Chávez – sepan ellos a qué se refieren cuando hablan de
“legado”- y consideran que algo debe cambiar. Si esa cifra tuviera algún
sentido, el oficialismo gobernante no debiera ni siquiera llegar al 20%. Pero
hete aquí que ante la pregunta del bloque al que pertenecen, 33% se dice
oficialistas. Si se le sumaran los que todavía no saben a qué bloque
pertenecen, un 14,5%, pueden llegar al 47,5%.
Ciertamente: el bloque opositor suma un 52,5%, lo que en condiciones
normales, que no es ni de lejos el caso,
indicaría una discreta aunque cómoda mayoría. Pero causa una honda vergüenza,
incluso indignación e impotencia, que luego de arrasar con nuestra sociedad,
asaltar todos los procesos electorales, asesinar más de cuarenta jóvenes que
protestaban pacíficamente – si es que a una guarimba no se la compara con los
llamados colectivos revolucionarios ni la brutal parafernalia bélica con los
que fueran enfrentados – y provocar la más grave crisis económica y de
desabastecimiento – un 73,5% de los encuestados la consideran el principal
problema nacional – todo ello exponencialmente demostrado en estos meses
recientes, sólo la mitad de los venezolanos haya decidido sumarse a la
oposición a este estado de guerra civil no declarada.
No haber sido capaces de romper ese trágico equilibrio de fuerzas, obvio es decirlo, es culpa exclusiva de la sociedad democrática. Es resultado de una carencia de imaginación, inteligencia y osadía políticas. Es producto de la apatía, el desinterés y la ignorancia de quienes se niegan a mirar a través de ese espejo roto y tener el coraje y la osadía que tuvieron quienes no esperaron encuestas para salir a conquistar la República y nos han legado la democracia, hoy por hoy en estado terminal. Que otros se alegren por el resultado de estas encuestas. A mí me desconciertan.
Antonio
Sanchez Garcia
sanchezgarciacaracas@gmail.com
@Sangarccs
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