La encerrona, pésimo nombre para denominar propósitos de enmienda, ha
dado sus primeros frutos. Pareciera que los partidos han decidido convertir a
la MUD en una verdadera herramienta de acción unitaria. El anuncio de un
consenso en torno a Chúo Torrealba, aumenta las señales de añadirle a la
iniciativa política su dimensión social y acelerar el retorno a la base de la
sociedad.
Existen otras circunstancias ventajosas. Las dos mitades enfrentadas por
años, están descubriendo modos de encuentro. Irrumpe la novedad de que la
Unidad está adquiriendo un sentido nacional ante la profundidad de la crisis y
el sacudón de sus efectos destructivo en la vida de todos.
La MUD de Aveledo jugó un estimable papel acompañando la resistencia de
la sociedad y cohesionando a una oposición que ha insistido en contener la más
meditada y hasta ahora eficaz ofensiva llevada a cabo en el continente para
imponer un modelo a la cubana. Su desempeño, aun contabilizando sus errores,
contribuyó a impedir que el Estado autoritario doblegara el espíritu
democrático de libertad, convivencia y justicia social vinculada al bienestar y
no a la socialización de la pobreza y la normalización de la servidumbre
cotidiana al Estado.
No es verdad que esta sea una oposición rodeada de fracasos. La acusación clava su bayoneta contra la MUD y nada extraño tendría que se proponga abrir el boquete de planchas separadas cuando algunos de los furiosos desacreditadores de las elecciones decidan participar con la excusa de ser una tercera vía para expresar a los ni ni.
No es verdad que la oposición no crezca. Todas las encuestas registran
un sostenido crecimiento de una oposición en trance de pasar la raya del 50% de
apoyo. Es natural que la población que abandona el oficialismo necesite un
tiempo para metabolizar un cambio de inclinación. Lo grave es que un discurso
agresivo y amenazante, desde sectores de la oposición, restablezca la
polarización y cerque con alambre de púas a quienes objetivamente están
refutando al gobierno.
No es verdad que hoy exista la necesidad de un deslinde interno. Toda la oposición comparte la vía democrática y constitucional cuya modalidad ordinaria son los procesos electorales: Constituyente, Revocatorio; Renuncia pasan por los votos. Que la estrategia no se reduzca a la lógica electoral es otro asunto.
No es verdad que haya que anticipar la lucha por el trofeo de la
candidatura presidencial. Si hay interesados, deberían mantenerse en una
competencia responsable, atenta a fortalecer los partidos, revitalizar a las
organizaciones sociales y mejorar la condición alternativa de toda la
oposición, no de una de sus partes. Sin falsas ofertas insurreccionales, sin
hatajos y sin descalificaciones a quienes sostienen una opción de lucha sobre
otras bases y razones.
Simon
Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim
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