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sábado, 20 de septiembre de 2014

RAFAEL BELLO, CALAMIDADES EN LA VIDA VENEZOLANA

Se enrarece cada día la vida venezolana. Calamidades afligen a la población que no encuentra adónde acudir para paliar sus padecimientos. Se vive un cuadro asistencial inerme ante las enfermedades que constituyen un rosario de iniquidades frecuentes que tienen el aditivo de estar fuera del rango de enfermedades conocidas que violentamente dejan víctimas, lo que patentiza una realidad que arrincona en la indolencia la salud en el país.

Impensable en la nación de ingresos petroleros envidiables que exista una situación de tal naturaleza. Surgen de momento cuadros endémicos agresivos, y la competencia médica hace milagros frente a situaciones de extrema gravedad. 
De manera inmediata se activan las amenazas de la barbarie contra quienes hacen honor sublime al juramento hipocrático. Estas amenazas no se hacen esperar porque la realidad los condena de hecho. Ese es el cuadro en gran formato que profundiza la crisis nacional tanto de la salud como en otras áreas donde las carencias son notables.    
Varias son las personas fallecidas en Aragua y, como recetario para solventar la situación, surgen al instante las actitudes desaforadas contra organizaciones gremiales que con responsabilidad y firmeza asumen la defensa de la salud del venezolano. 
No son los médicos que producen las epidemias y, menos, las muertes que se suceden. Ellos luchan para evitarlas. Toda esta situación de la salud en Venezuela no es para tratarla con amenazas y alimentar odio en acciones de culpa donde realmente no las hay. La culpa está en lo que jamás ha debido suceder en un país como Venezuela, amante de la paz y solícito en el trabajo y la constancia en el saber de sus hijos para el bien y el desarrollo de la nación.
El país vive graves carencias que dejan perplejos a quienes tenían una visión en otras latitudes de los importantes avances de la medicina venezolana y vías firmes en el crecimiento económico y social. Ahora son frecuentes los ventarrones de hechos inocultables, los que impacientan a los usufructuarios del poder. El país está en dificultades que avizoran graves conflictos sociales ante la agudeza de la escasez de productos alimenticios. Los conflictos se generalizan ante una economía en cuadro agónico que mantiene a la población en constante deambular en busca de los productos indispensables para la subsistencia.
La escasez somete a la sociedad al sobresalto de vivir entre rejas. Así anda el venezolano cada día en la celeridad de la miseria. Ese estado ruinoso muestra la ausencia de medios indispensables para atender las necesidades de quienes padecen enfermedades que requieren atención pronta y especializada. La escasez de medicinas y otros medios para la atención de la salud se junta en el cuadro manifiesto del deterioro de las instalaciones hospitalarias donde la desolación merodea por los espacios donde se arruman equipos en agónica espera de los medios que los coloque nuevamente al servicio de la salud.
Para que Venezuela vuelva al camino de la prosperidad y el venezolano encuentre en los centros asistenciales más distantes de nuestra geografía la atención con los medios de curación a sus dolencias, así como la satisfacción del personal médico y asistencial en general, se precisa de la unión. De esa unión que no cesa en la afirmación de la libertad y la democracia.
La calidad de la vida del venezolano en todas las regiones del país se desvanece entre carencias y embates de enfermedades que dejan entre la población preocupación ante el cuadro lamentable y triste del sector salud. La irracionalidad desbordada por los problemas que afectan la salud no cierra las compuertas de la movilización popular en el fortalecimiento de la unidad nacional. De esa unidad que es un sentimiento que se refleja en el semblante del hombre y la mujer dignos de una patria libre y soberana.
Rafael Bello
bello.rafael@yahoo.es
@unidadylagente

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