Cuando un médico examina un paciente cuyo
organismo está funcionando muy mal, por ejemplo le diagnostica un cáncer muy
peligroso de próstata que obstaculiza la función urinaria, y que puede
propagarse, lo informa responsablemente al enfermo, incluyendo el tratamiento
muy exigente que debe aplicarse para procurar la cura y la salvación de la
vida, lo cual puede incluir cirugía, quimioterapia, radioterapia y otros.
Si el
paciente y su familia son personas responsables asumen con la dedicación
exigida el cumplimiento del proceso de cura, y si tienen suerte lo logran. Si
el paciente es irresponsable, no cumple el tratamiento, e incluso puede
continuar con el ritmo de vida que le ha ocasionado el mal, y termina muriendo.
Algo parecido ocurre con la economía de Venezuela. Si funcionara bien, los
venezolanos trabajarían y obtendrían el ingreso necesario para obtener lo
necesario para vivir dignamente, lo cual sería producido por las empresas
venezolanas, las cuales contarían con las condiciones y reglas que posibilitan
la inversión para mantener la producción y el crecimiento del ingreso de la
población.
Dolorosamente, la economía venezolana funciona muy mal, algo así
como que padeciera de un cáncer. Las empresas y diversas unidades de producción
son intervenidas y no se les posibilita producir lo necesario y reina la
escasez; los trabajadores no obtienen el ingreso necesario y aumenta la
pobreza; y el gobierno gasta en forma dispendiosa o excesiva con fines de
clientelismo y/o de enriquecimiento ilícito, lo que aumenta la demanda, que al
lado de una oferta disminuida, se traduce en ese fortísimo proceso
inflacionario que ha creado el gobierno, sin importarle las penurias de la
gente. Se debe resaltar lo pésimo que es el gobierno venezolano, de lo peor en
todo el mundo, en el sentido de que a pesar del inmenso ingreso no ha cesado de
endeudarse hasta acumular impunemente una deuda externa superior a 200.000
millones de dólares, dinero que ha sido destinado en proporción muy elevada a
pretender convertir al exPresidente en una figura internacional, al
enriquecimiento ilícito y a repartir
entre sus “socios”, especialmente los Castro. Para colmo de males, al gobierno
se le ha demostrado muy claramente la naturaleza de la enfermedad que le
ocasionó a la economía venezolana, y también la política económica que debía
aplicar para procurar la cura y recuperación, pero su irresponsabilidad, más
que su ignorancia, lo lleva a no aplicarla, al suicidio, a insistir en
trasladar a nuestro país el modelo fracasado de los Castro, y “gerenciado” por
ellos, lo cual es su objetivo fundamental y traicionero, y no el bienestar y la
justicia para los venezolanos.
Se debe reconocer que Venezuela cuenta con una
buena posibilidad de recuperarse en el caso de que se diseñe y aplique con
responsabilidad y eficiencia la política económica que procede en esta
situación crítica, tal como se ha comprobado en el curso de otros países en
estos tiempos. Se trata básicamente de alcanzar la estabilidad macroeconómica y
restablecer la confianza en los diversos sectores de la economía, laborales y
empresariales. Se trata de eliminar tan rápido como sea sensato,
progresivamente, vía devaluación, el control de cambio, el cual no puede ser un
instrumento político porque no se puede seguir vendiendo dólares entre sectores
en forma discriminatoria, y a una tasa que prácticamente obliga a adquirirlo
para revenderlo con una gran ganancia.
Se trata de racionalizar el gasto con el
ingreso para eliminar el déficit inflacionario, eliminar el gasto innecesario o
no prioritario, y el gasto para el enriquecimiento indebido. Se trata de
aumentar el precio de la gasolina, pero no con fines de gasto injustificado,
sino destinado totalmente a la atención socioeconómica de los venezolanos más
necesitados para que accedan a su oportunidad igualitaria al bienestar,
especialmente como consecuencia de los impactos inevitablemente negativos de
medidas como la devaluación y el aumento del precio de la gasolina. Se trata de
concretar con la urgencia del caso el potencial de producción de nuestra
industria petrolera, el cual es base fundamental para procurar una inversión
extranjera que complemente la nacional en otros sectores que también reúnen
potencial para el crecimiento.
Pero aunque el milagro es necesario y debemos
“rogarlo”, no parece probable que este gobierno pésimo rectifique, y en
consecuencia, es probable que, como en el caso del enfermo irresponsable, el
gobierno muera. Esto debemos comprenderlo todos los venezolanos, especialmente
los chavecistas no entregado a los Castro, ni los enchufados, y por el otro
lado, los oposicionistas sensatos, realistas y sin intereses particulares.
Douglas Jatem Villa
djatem@gmail.com
@djatemv
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