La enfermedad de poder ha afectado a quienes por fungir de gobernantes asumen atribuciones superlativas para abusar mediante la coerción ejercida por vía del despotismo lo cual ha hecho del país un verdadero “hervidero” de problemas.
MENTIRAS VERGONZOSAS
No hay nada más intrigante que el poder. Pero
del poder urdido por el resentimiento o la prepotencia confundida con emociones
que tocan a todo individuo aturdido por las circunstancias al momento de verse
habilitado por las facultades que le confiere la situación en cuestión. La
condición política del poder, hace que casi siempre éste se convierta en
instrumento de opresión para imponer consideraciones sin el menor respeto por
la posición, actitud o pensamiento del otro. Estas personas, se arrogan
atribuciones que desbordan las leyes de la moralidad, tanto como de la ética
social propia en quien se maneja con cordura, tolerancia y solidaridad, se
creen seres superiores. No advierten la igualdad o la responsabilidad social
como valores rectores del ordenamiento jurídico y principios de la
idiosincrasia nacional, a pesar de ser referidos por la Constitución de la
República como fundamentos del Estado democrático y social de Derecho y de
Justicia que supuestamente instituyen el sentido y la noción de país que
simboliza Venezuela.
Ante lo que el poder es capaz de encubrir o
destacar, hay mucho que decir. Sin embargo, el mayor problema se suscita cuando
en una situación de gobierno, poco comprensivo y respetuoso de los derechos
humanos, la ética y del pluralismo político, el gobernante vive asustado frente
a lo que puede ser cualquier manifestación de reproche, protesta o reclamo. Su
presunción de “mandamás” lo sitúa en un punto en el cual imagina aprensivamente
todo hecho que posibilite su defenestración o rechazo dada la pésima gestión
que adelanta. En consecuencia, ante tanto resquemor, quienes así proceden desde
posiciones de poder, actúan con la mayor premeditación y alevosía lo que les
permite proferir amenazas o tomar medidas sin responsabilidad de lo que ello
pueda acarrear.
Estos personajes de marras, se mueven con el
ingenio necesario para aprovecharse del engaño, la seducción y la manipulación.
Sin duda, estos son los recursos mejor utilizados por gobernantes empeñados en
convencer la población con ideologías que no terminan de abrirse y demostrar
sus cacareadas ventajas, bondades y capacidades. Aunque en el fondo, ello no
representa más que un armatoste montado sobre meras utopías con las que
embaucan ilusos y furibundos seguidores. No obstante, cuando así ocurre, como
en efecto sucede en el foco de la política camorrera, estos gobernantes apelan
a cuanta excusa pueden con el único y perverso propósito de confundir la
opinión en nombre de una acción de gobierno “justa” para no decir “pusilánime”.
El caso Venezuela, es digno de estudio.
Particularmente, en este respecto. La enfermedad de poder ha afectado a quienes
por fungir de gobernantes asumen atribuciones superlativas para abusar mediante
la coerción ejercida por vía del despotismo. Este tipo de perturbación ha hecho
del país un verdadero “hervidero” de problemas. Los reveses, atropellos,
insultos, calumnias y empujones, por mencionar algunas complicaciones que
tienen tomado al país, aparte de las de corte económico, anegaron la
precariedad del régimen para ordenar su movilidad. No sólo estos gobernantes
buscan infundir más problemas con el estrafalario cuento de una “guerra
económica”. Ahora, hablan de otra guerra. De una presunta “guerra bacteriológica”
acuciada por el “imperio” con la intención de “desestabilizar” al gobierno
nacional en su “laudable” propósito de hacer del Estado venezolano un vetusto
Estado Comunal. En breve, inventarán la aparición de una “guerra cultural” que
inoculará en la población actitudes propias de la tradición anglosajona. Luego,
será una “guerra administrativa”, que afectará los modelos contables
nacionales. Después, hablarán de una “guerra cibernética” que le restará aún
más velocidad a la Internet socialista. En fin, toda una ostentación de
ridiculeces avaladas por interminables mentiras vergonzosas.
VENTANA DE PAPEL
¿O DEMOCRACIA O AUTORITARISMO?
La Ciencia Política, explica que la base de
la democracia es la gobernabilidad. Entendida ésta, según Carlos Matus Romo, como
“la relación entre las variables que controla y no controla un actor en el
proceso de gobierno, ponderadas por su valor o peso en relación con la acción
de dicho actor”. Pero si además se entiende que la gobernabilidad va
estableciéndose como la capacidad institucional que afianza el ejercicio de la
ciudadanía, con toda razón puede decirse que la democracia parte de tan
significativa noción.
De no comprenderse así, es posible que la
democracia sea vista como “mascarón de proa” con el perverso propósito de
utilizarse para disfrazar la gestión de gobierno mediante groseras
manipulaciones de “verdades” previamente acomodadas a oscuros intereses. Cuando
las realidades toman estos caminos, la política gubernamental se vale de
cualquier pretexto para salirse con las suyas. De esa manera, busca
aprovecharse de cualquier coartada social, política o económica para suplantar
a la democracia, o lo que queda de ella, por un régimen político autoritario,
militarista e impositivo, fundamentado en la centralización y en la
concentración del poder.
Es el momento cuando se advierten posturas
que ponen al descubierto la carencia no sólo de conocimientos en materia
politológica. También, del sentido común para reconocer la incidencia de
procesos políticos que van de la mano con la historia política que está
escribiéndose de modo permanente. En medio de tales perturbaciones, luce
pertinente que haya claridad sobre la condición del gobernante exigida por la
actual Constitución Nacional (Art. 227) pues, a estas alturas de los tiempos,
es insuficiente que para ser presidente de la República sólo se exija ser
venezolano por nacimiento, mayor de treinta años, seglar y no tener impugnación
alguna por parte de las leyes nacionales. Igualmente, dar cuenta del
incumplimiento que se da frente al precepto Nº 145 el cual determina que los
funcionarios no deben supeditarse a parcialidades políticas cualesquiera que
sean.
Deberá comprenderse debidamente lo que
significa la función pública. Es decir, que el funcionario sólo está al servicio
del Estado venezolano. Y que aparte de los cargos de elección popular, el
ingreso de funcionarios será por concurso público, fundamentado en principios
de honestidad, idoneidad y eficiencia (Art. 146). No atenderse estos
requerimientos, es “caldo de cultivo” a una crisis de severas consecuencias en
todos los aspectos del discurrir nacional. Pensando que en lo arriba referido
puede hallarse parte de la razón que explica el caos que vive Venezuela, cabe
reflexionar de cara a una inaplazable necesidad. Es el debate obligado al que
hay que acudir cuando acecha el fantasma de la dictadura. O sea, considerar por
dónde trazar el sendero que puede llevar el país hacia derroteros de exitoso
desarrollo: ¿o democracia, o autoritarismo?
“ANTIPATRIA”
En esta Venezuela atrasada, gracias al
altruismo infundido por la doctrina revolucionaria, los absurdos configuran el
orden del día. Ocupan la agenda del gobernante. Basta con leer el Plan de la
Patria, para darse cuenta del tamaño de ridiculez con que han puesto en entredicho
la funcionalidad del país ante el resto del mundo. Los criterios y
consideraciones de empresas internacionales calificadoras de riesgo, han
colocado a Venezuela en niveles de alarma. Sobre todo, para inversionistas que
puedan pensar en ver al país como posible escenario de negocio. Sólo la
inflación, se convirtió en un claro indicador de la tragedia que vive
Venezuela.
En medio de tan graves convulsiones
provocadas por la ignominia gubernamental, el término “patria” quedó al margen
del sentido que le otorga la etimología jurídica y la axiología politológica.
Se ha abusado tanto de su sintaxis y concepción, que ahora “patria” se
convirtió en adjetivo utilizado por el sectarismo practicado por el régimen
para captar ilusos a su causa ideológica. Para ello, se han valido de distintos
efectos. Así se le ha dado forma a una estructura comunicacional cuyo objetivo
primario es restringir la libertad de expresión para evitar que las verdades
sean informadas. Sin duda, esto evidencia el carácter dictatorial de un
gobierno que cada día lo empeora todo. Prueba de esto lo constituye las
demostraciones del ilegítimo e injusto control sobre la distribución-venta de
papel periódico lo cual se hace a manera de canjear papel por alabanzas al
régimen.
Por ejemplo, el gobernador de Aragua,
valiéndose del abuso que le confiere ser personaje de confianza del régimen,
solicita sin prueba alguna limitarle derechos políticos a dirigentes opositores
por el simple hecho de atreverse a delatar su arrogancia frente a decisiones
que han puesto en ascuas la soberanía nacional. Algunos ministros, arrogándose
su condición de miembros del Ejecutivo Nacional, ordenab situaciones que rayan
en la incongruencia. Solamente, para alardear de estar haciendo cumplir los
principios, derechos y deberes reconocidos y consagrados en la Constitución
Nacional cuando en verdad, están procurando todo lo contrario.
La imaginación de estos gobierneros es tan
ávida en infortunios, que ven representaciones fantasiosas por todos lados para
así acusar a la “oposición” de maniobrar en aras de conflagraciones
relacionados con inventados planes terroristas y de desestabilización. Por
consiguiente, hablan de atentados contra la salud, o de organización de fugas
de importantes presos políticos, sin prueba alguna. Así que sin duda, la
oscuridad envolvió la gestión del socialismo bolivariano. Tanto, que por
reivindicar su apuesta revolucionaria, violentaron la dignidad del simbolismo
sobre el cual descansa el respeto que se le debe al concepto de “patria”. En consecuencia,
las mamarrachadas del régimen malograron el desarrollo nacional. Tanto, que hoy
cabe hablar de “antipatria”
“Cuando la ineptitud de gobernantes ruines encubren verdades con vergonzosas mentiras, valiéndose indolentemente del poder, las posibilidades de escapar de tan oscuras realidades podrían actuar contrariamente a la inminencia de hallar salidas inmediatas al problema en cuestión” AJMonagas
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
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