Iniciemos con una visión
Venezuela transita hacia una crisis económica, cuya intensidad será del tamaño de las distorsiones macroeconómicas propiciadas por las improvisaciones e indefiniciones inducidas por la puesta en marcha de acciones para alcanzar una economía totalmente estatizada bajo la figura de un socialismo democrático (mercado con fuerte participación estatal); lo cual equivale a la implantación de una economía socialista en la economía de mercado, en torno a un enfoque productivo socialista de heterodoxa conformación, orientando la política económica a la luz de construir un Estado socialista.
Tal intención (de indefinido
sustento doctrinario), está propiciando
un mayor desbalance macroeconómico ante
la ausencia de un sistema económico,
entendido como un conjunto de procesos vinculados funcionalmente entre sí
mediante relaciones, reglas, procedimientos e instituciones que caracterizan el
funcionamiento económico del país;
para lo cual se han de instrumentar las políticas que se estimen necesarias en
función de organizar la actividad
económica de la sociedad (producción y distribución de bienes y servicios)
en un marco de ordenamiento jurídico que facilite el desarrollo de las fuerzas productivas, y de una estructura
económica que perfeccione las relaciones entre los sectores de la economía
(primario, secundario y terciarios). Tal desenvolvimiento, ha de responder a un
modelo económico perfilado por el
Gobierno (dirección de la colectividad social mediante la instrumentación de
políticas públicas) para organizar la actividad económica en vínculo armónico
entre el tejido empresarial (privadas, socialistas y mixtas) con el resto de
los actores sociales.
Formulemos una
interrogante-
¿Venezuela cuenta con un sistema y modelo económico concebido
como política de Estado?
Veamos:
El 5 de agosto de 2000, según Decreto No 923 de la
Presidencia de la Republica, a los efectos de la creación de la Comisión
Presidencial para la Constituyente Económica se consideró sobre el deber del
Estado de promover conjuntamente con el sector privado el desarrollo armónico
de la economía nacional, así como de evolucionar hacia una actividad económica
diversificada mediante el estímulo a la inversión de los capitales nacionales y
foráneos; todo ello en un todo de acuerdo con el Artículo 236 Constitucional.
Tan apropiado postulado de coherencia macroeconómica, fue efímero en el tiempo
ya que ese mismo año se inició la erosión de la autonomía del BCV al reformar
su Ley de creación para permitir al Ejecutivo Nacional hacer uso de las
utilidades cambiarias acumuladas por años en el ente emisor, creando luego el FONDEN (sin mecanismos de rendición
de cuentas) en aras de consolidar dicha acción, a la par de consagrar al
Gobierno el derecho a distribuirse los dividendos del banco; hasta la posterior
instrumentación de las denominadas reservas
excedentarias para permitir que el BCV transfiriera al Ejecutivo Nacional
las reservas internacionales con la
finalidad de financiar el gasto público,
creando las condiciones para la posterior eliminación de la autonomía del BCV,
subordinándolo a las líneas gubernamentales violando la CRBV que señala la
obligación de una coordinación macroeconómica
entre el Gobierno y el BCV para elaborar un Acuerdo Anual de Políticas (solo se acordó un primero y único en
2003); desatendiendo al propio tiempo sus funciones medulares relativas a
preservar el valor de la moneda, la
regulación de la liquidez monetaria y de no avalar políticas fiscales
deficitarias asumiendo el indebido rol de agente
financiero del Gobierno.
Muy variados han sido los efectos
negativos que se han originado en Venezuela ante la ausencia de un sistema económico, hasta configurar una estructura
caracterizada por:
(1) una caída
tanto de la producción petrolera, como de la producción interna de bienes y
servicios;
(2) decrecimiento de las
exportaciones no petroleras;
(3) aumento
de la demanda de importaciones;
(4) reducción
de la inversión extranjera directa;
(5) contracción
del mercado cambiario;
(6) crecimiento
del nivel e ineficiencia del gasto fiscal;
(7)
uso intensivo de créditos adicionales;
(8)
déficit en la gestión financiera del Gobierno Central, cubierto con emisión
de dinero inorgánico (monetización) y colocación en el mercado interno de Bonos
DPN y Letras del Tesoro;
(9) expansión
de la liquidez monetaria;
(10) aumento
de la deuda pública interna;
(11) remonetización
de la economía (liquidez monetaria por encima de la inflación);
(12) expansión secundaria de dinero por
vía crediticia (excedente de liquidez en la banca);
(13) crecimiento económico real
apuntalado por la Demanda Agregada Interna, en función al consumo público y
privado (con mínima inversión reproductiva);
(14) crecimiento significativo de la Población Económicamente
Inactiva (participación en programas sociales no generadores de puestos de
trabajo);
(15) sector informal
cercano a la mitad de la fuerza laboral;
(16)
disminución de la productividad del trabajo (inamovilidad laboral);
(17) elevado índice de escasez y
desabastecimiento;
(18) devaluación
continua ante la sobrevaluación y el déficit fiscal;
(19) recesión por el decrecimiento del PIB durante 2 trimestres
consecutivos;
(20) altas posibilidades
de una estanflación, y de una hiperinflación;
(21) corrupción desbordada;
(22)
unificación cambiaria con fines fiscales;
(23) reforzamiento del control de cambio;
(24) profundización del ejercicio de la economía como herramienta
de dominación político-partidista;
(25)
racionamiento (electrónico-biométrico) de los alimentos y las medicinas; y
(26) elevada percepción negativa sobre
el devenir económico nacional.
A la luz de una reflexión final, sostenemos que para la existencia de un sistema económico en Venezuela, se hace necesaria una eficiente interrelación (con implícita diferenciación) entre el régimen sociopolítico (concepción y estructuración del Estado) y la administración pública (formulaciones políticas y administrativas); en un escenario donde exista una transparente diferenciación entre el Estado, el Gobierno y el Presidente, y una definida estrategia (visión de largo plazo) de desarrollo en función del bienestar del pueblo venezolano.
Jesús Alexis González
jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
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