JOSÉ TORO H: Comencé a leer tu escrito sobre
la pretendida entrega de Citgo y me vi obligado, en mi mente, a sentarme en una
silla, en primera fila, en el aula del IAEDEN y leyendo, con mucha calma, cada
una de tus palabras escritas, me parecía oírlas, con la emoción y la pasión
venezolanista que ponías en cada una de tus intervenciones como Asesor y
Conferencista en aquel antiguo templo con sabor a Patria.
No puedo negar que llevo, profundamente en mi
alma, el recuerdo de mis 40 años como empleado de la industria petrolera
venezolana: Creole, Lagoven y Palmaven y mi pasantía como Asesor en materia
petrolera en el MEM, Iaeden y Seconasede. El sentir tus palabras, tu voz, tus
pasión y tus gestos, me remontó a ésa industria, cimera entre las mejores del
mundo y, modestamente, sentí el gran orgullo de pertenecer a élla durante tantos
años y dar, cada día, como igual lo hicieron decenas de miles de empleados
petroleros y sus familiares, mi grano de arena, desde Mensajero hasta en nivel
en el cual me jubilé.
En pocas palabras has resaltado grandes
verdades, sobre todo aquello de desmembrar la columna vertebral de lo que
constituía su base de sustentación y sobrevivencia: el personal calificado y
los miles que se estaban calificando.
También, quizás sin esa intención, has
recordado algo que tiene un gran valor legal en relación a la deuda que el
Estado tiene para con los más de 20.000 empleados injustamente despedidos
-entre ellos están dos de mis hijos-, cuando rememoras el público reconocimiento del para entonces
Presidente de la República, aceptando el
"haber provocado el paro petrolero", lo cual logró con toda su
mala intención, por cuanto las marchas de los empleados petroleros nunca
tuvieron la intención de provocar ni de llegar a un paro general, sino
simplemente para lograr un cambio en la Directiva de PDVSA, que ya se adelantaba a la maléfica orden
superior nacional y caribeña.
Podrán vender estructuras metálicas que se
deprecian, pero nunca podrán vender la sangre de los hijos de esos empleados
petroleros, porque ella es la savia nueva con que contamos para darle la vida que
nuestra industria petrolera se merece.
Amigo, no bajes el perfil. Te necesitamos.
Un fraterno abrazo.
Daniel Chalbaud Lange
vonlange1939@gmail.com
@danielchalbaudl
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